“Dormir”

(de Leandro Marcos Gonzalez)  

I (NO DUERMO)

No duermo…

Me puedo sentir uno más, pero no lo soy, para mí es una desagradable normalidad. Dormir es apagarse, un rato, hasta el día en que uno se apague definitivamente.

Los que duermen, creen que no dormir es solamente permanecer despierto.

Permanecer despierto, no es solamente no dormirse, no apagarse; es mucho peor: es nunca dejar de pensar. Pensar todo el tiempo, sin parar, es tan horrible como saberlo todo.

“No dormir” es la forma más grafica de explicar, para mí, como es el infierno: Toda una eternidad, pensando, sin apagarse nunca. Como si fuera un domingo a las siete de la tarde, pero … pensando todo el tiempo.

“No dormirse” es una espera. No es como estar sentados, con la valija entre las piernas, esperando a que llegue ese vehículo que nos lleve a alguna parte deseada… Es esperar todas las noches a que (“de una puta vez”) la noche termine, para poder descansar, para escaparse de ese tormento, para dejar de sentir tanta soledad. El canto de un ave en un patio cercano, un bocinazo, el ruido apresurado de la ciudad que se aparece a miguitas… son una puerta que se abre a una extraña libertad.

¡Qué paradoja! No sé lo que es soñar, y parece que viviera en medio de una pesadilla.

II (LA TIA)

Ya no tomo nada para poder dormir. Mi tía Elvira decía: “Si tomás una para dormir, tenés que tomar otra para despertarte… Otra para mantenerte feliz… y otra para que no se te note “que estás tan alegre” … Otra para no perder los reflejos… y otra para no estar tan pendiente de todo…”

Por eso mi tía nunca durmió; y… así fue como se volvió loca. No podíamos decirle loca (otra voz) “Esto es cosa de mayores… La de ella es una loca buena … ¡No preguntes tanto! ¡No me contestes!

Como si hubiera locos malos… o locos culpables (de su locura) … Sin un diploma que certifique que han recorrido un largo camino para ser merecedores de semejante distinción… ¡No es una excusa, ni una justificación!… es una explicación.

Ella cantaba sola. También teníamos prohibido pedirle que nos cantara algo. Lo hacíamos igual, no porque cantara bien, sino porque cantaba como la radio. No “como cantaban en la radio”, sino “como sonaban en la radio” Como si viviera dentro de un aparato a transistores (Con un sonido hueco, como si uno hiciera reparo con las palmas, mientras se tapa una fosa nasal…) “Canta como si estuviera dentro de una lata de galletas…” Decía Delfina, mientras la peinaba, suavecito, y la acompañaba suave… (Hacían una dupla espeluznante, pero adorable) … Cantaba como lo había oído, como hacen los loros.

… También reproducía a la perfección las canciones que salían del tocadiscos, exactamente igual a como sonaban los discos, reproduciendo todo con milimétrica perfección, cada saltito, cada rayita, cada friturita… que había en una pista: “Te quiero vida mí-¡pifh!… Te quiero noche y dí-¡pifh!… siempre has sido para-¡pifh!

Imitaba tanto lo que había escuchado en la radio, que después de algunas canciones, pegaba una publicidad “Hoy que vivo enloquecido… porque no te olvidé… ni te acuerdas de mí… ¡Gricel!… ¡Gricel!… (Otra voz) … Jabón para mascotas “El trébol”. Para que su perro no huela, como un perro (cualquiera). Eso sí, recuerde, evitar que su can se lama la espuma”.

Mamá nos zamarreaba, cada vez que la hacíamos cantar, pero nunca la interrumpía en medio de una canción, esperaba, estoica, paradita a su lado, hasta que la tía terminara (enterita) la canción (“Chan… chan”) … (Otra voz) “¿Te gusto?” Una sonrisita de mamá era la mejor respuesta… a pesar de que ella no la esperara. (y un aplauso lejano de papá, su hermano) … Cuando terminaba, le secaba las lágrimas, con un pañuelito que tenía siempre debajo del puño (como los guaran los magos) … y la llevaba a la cama, PARA QUE NO SE DURMIERA.

Los locos, no duermen, porque no se apagan nunca ¿o es al revés?

La tía no dormía (Otra voz) “Por tu tío (Luis)… Un día se fundió y se fue a Formosa, a changuear, y nunca más volvió”. (Otra voz) “Se casó con una paraguaya, que le hizo un trabajo…” (Decían por ahí) … (Otra voz) “Sí, flor de trabajo le hicieron” (Decía mi viejo, con una sonrisa que no me gustaba) Ella no se durmió más, esperándolo. Dicen que cuando él vivía, tampoco dormía mucho…, temiendo a que él llegara…

III (LA CULPA)

No duermo, y me siento culpable…, porque no tengo motivos visibles para que me pase esto… “Hay gente que la pasa mal en serio… que tienen problemas como para no poder dormir”

Responder a las preguntas: “¿Por qué no dormís?” “¿No sos feliz? ¿Qué te preocupa?” Es parte del problemas… Responderla (a uno mismo), y a otros Buscar explicaciones es parte de esa ocupación constante, que no te permite a apagarte. Yo no tengo motivos, esa es mi peor contradicción…

No duermo, y me culpo por no tener una “Razones” … La culpa no es buena compañía en la cama…

IV (UNA vez ME QUEDE DORMIDO)

Una vez me quedé profundamente dormido en un colectivo… Me desperté, cómodamente recostado, sobre el hombro de una amable señora, que no atinó nunca a despertarme; respetando mi dormir… (Otra voz) “Daba gusto verlo dormir. No hay nada de malo en eso” Comentó, y se bajó en la calle de los monoblocs.

Probé un par de veces volver a intentarlo en otros viajes en colectivo… pero no lo logré. Faltaba algún tipo de combinación de variables…

(Otra voz) “Cuando eras chico te subíamos al farlain, y nos poníamos a dar vueltas… A la tercera cuadra te quedabas planchado (Como uno osito en pleno invierno) … Papá protestaba, como un loco… por la hora, porque estaba cansado…, pero sobre todo (Otra voz): ¿Ustedes saben cuanta nafta gasta un farlain?”. Ahí tengo una buena chance… lástima que sería un poco complicado andar pidiendo que me lleven a dar unas vueltas para poder dormirme… ¿De dónde saco un farlain, con un viejo quejoso, y unas rodillas mullidas donde poder recostarme?

V (UN PACTO PARA DORMIR)

Un día me propusieron un pacto, un canje: ¿Qué estarías dispuesto a hacer a cambio de poder dormir “a pata ancha”? … No tengo nada que valga tanto como para equiparar la apuesta… Dormir es lo más caro “que no tengo” …

Esa apuesta la hizo alguien con quien me tocó compartir la cama… Es todo un tanto peor cuando hay otra persona con uno, al lado, a la hora de NO dormir. Si duerme mucho (plácidamente) a uno le genera una sana envidia… y trata por todos los medios de no generarle el mismo malestar por el que uno está pasando. No dormir, y evitar no hacer ruidos mientras uno lo padece, vuelve todo un poco más … mucho… más… un poco… (Suena distinto) ¡Hay que reconocer que, en algunas circunstancias, uno tiene que pelear con un Mister Hyde, que empuja a Mister Jekill, fuera de la cama…, para poder zamarrear a gusto a quien tan plácidamente duerme a nuestro costado!… (Se repone) Pero eso no pasa… Es solo una suerte de sueño liviano, que se apodera de uno cuando está más despierto que nunca…

VI (A VECES me DUERMO)

A veces me duermo, y no me doy cuenta. Como cuando a uno lo aman, pero nunca se entera… Ese es el secreto, y lo hermoso de dormir, no darse cuenta que uno se apagó. Si lo esperas no pasa nunca ¡No, no pasa! y si te das cuenta ¡no importa! no importa porque ya estás dormido, ya pasó…

Los que “no dormimos” estamos tanto tiempo pendientes a que venga el sueño, que nos quedamos esperándolo despiertos, toda la noche, por eso nunca debe llegar.

No dormimos, así, de pura espera.

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