Y si la vida te brinda esperanzas, sueños he ilusiones, mira bien que la vida es una sola.

¡Sabes! cuando quiero mudar de piel y mundo, me voy a ese otro hogar, el salvaje, que es libre como el viento, donde solo corro y sigo corriendo, porque no soy prisionera de mis pensamientos, ni de mis sueños, ni de mis metas.

Solo soy YO, esa alma libre, que camina por las sendas de la maravillosa creación de Dios, donde me fijo en la dirección que mi corazón me lleve, donde no reprimo mis quereres, donde puedo ser loca, audaz y peligrosa.

Si bien es cierto, que todos tenemos la esencia de un animal, pero yo, crecí queriendo ser esa tigresa, que se refugia entre lo hermoso de la naturaleza, donde mis colores y mi piel resplandecen, al saber que mis rasgos son únicos, donde todo los humanos admiran mi belleza.

Y llega ese instante en que tocan la puerta de mi habitación, y escapo de aquel sueño, donde soy libre, para ver la realidad del día a día de mi camiar, donde hay que convivir, con el ruido de los carros, con el humor de la gente, con el ir y venir de las situaciones, donde las metas y sueños son dinero y profesión.

Donde los humanos, no admiramos sino criticamos, donde nos quejamos de los momentos, donde la realidad y la dicha de muchos es ver tras una reja aquel animal que tanto amamos. Y es allí, que la mirada de la tigresa se vuelve gris, porque llega el silencio, el vacío de su ser, la melancolía he incertidumbre de no poder ser.

Yo soy una tigresa, en un cuerpo humano, que esconde la debilidad de querer ser un animal, para ser libre como el viento y audaz.

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