Los cuidadores: micro #3

Aquí vuelven, los valientes.

Otra noche de Halloween, y los niños están de vuelta, aquí para demostrar su valentía.

Las tablas del piso de la casa vieja crujen bajo sus zapatillas.

Sólo media hora hasta la medianoche, así que tengo que trabajar rápido.

Empiezo con su linterna, soplando ligeramente contra ella, de modo que parpadea, pero esto inspira poco más que una risita nerviosa.

Quince minutos hasta la medianoche. Es hora de llevar las cosas a un nivel superior.

Subo hasta el techo y mi cuerpo se volverá carne.

Todos mis nervios están en llamas, pero no me han dado otra opción.

Forzo gotas de sangre para escurrirme por la nariz, pero los chicos de abajo no se dan cuenta.

Toco contra el techo, pero ni siquiera miran hacia arriba.

«Pensé que se suponía que este lugar estaría embrujado», dice el líder. «Qué broma.»

Cinco minutos hasta la medianoche. Se me acaba el tiempo. Con lo último de mi fuerza, grito, tan fuerte que finalmente se vuelven para mirarme.

Me gusta pensar que hago un buen espectáculo: me inclino sobre una soga invisible, y la sangre fluye libremente de mis fosas nasales ahora.

Un par de gotas golpean a uno flaco con un corte de pelo. Los chicos gritan y corren hacia la noche, justo a tiempo.

A mí, escucho el giro de la cosa, su decepción palpable. Por ahora, duerme.

Pero un día, fallaré.

Los chicos serán demasiado valientes y no los asustaré a tiempo.

Un día despertarán.