En aquel jardín de verdes arbustos y coloridas flores, de prado vivo, el único desierto era yo…
Mi corazón perdido en sentimientos ahogante y tristeza quemante, en suspiros perdidos en la inmensidad del tictac del reloj.
Aún así palpitante, incansable, invencible, soñando, esperando responderte con firmeza y no resbalar en el camino.
Como no ver tu amor en la sonrisa de esos niños, niños que me abrazan y encuentro en ellos tus brazos en el camino.
Con fragilidad evidente y mirada perdida, mi alma no te pierde pues en medio de todo eres la alegría.
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