Esa tarde me dijiste, que aveces es mejor terminar a tiempo para no atravesar el umbral del que no se vuelve, para poder recordar con amor, para no rompese.
Me dijiste, que en el pasado, habías sentido siempre en algún momento, que de pronto estabas en un lugar que no habías elegido, que simplemente te habías dejado llevar. Que te reprochabas constantemente, pero que esta vez, conmigo, había sido todo distinto. Habías elegido todo, cada paso, me habías elegido.
Me dijiste que te dolía mucho el corazón, por que ya estaba demasiado roto, por estamparte tantas veces en el amor. Que cargabas con el peso de sentir que nunca ibas a poder estar a la altura se nuestra historia.
Me dijiste que nuestro problema fue siempre la comunicación. Entre lo que pensaba y lo que decía, lo que pudiste escuchar y lo que interpretabas, se abrió un bosque en el que nos perdimos y nunca jamas nos pudimos encontrar.
Me dijiste, que estabas tranquila, porque lo habías dado todo, no te habías mezquinado nada.
Me dijiste, que tenías miedo de no olvidarme nunca. Porque no había manera de que salgas ilesa de semejante historia. Una historia que desde el primer beso, sabias que te iba a atrapar.
Me dijiste, que a pesar de saber que ya no había vuelta atrás, te abrigaba la tranquilidad de saber que nunca me podrías odiar, y que un amor tan inmenso no podía apagarse nunca, sino cambiar de forma.
Me dijiste gracias
Me diste un beso en la mejilla
Me dijiste chau
Pero nunca me dijiste lo único que necesitaba escuchar..
No me dijiste:
«Todavía te amo, volvamos lo a intentar»
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