Mi Primer Año Secundario

PRÓLOGO

Todo fue real, situaciones y personas, a los hechos mencionados se les atribuye una interpretación que obviamente depende de la visión del autor cuya mirada no es imparcial. Es como un homenaje a todos esos seres con quienes compartí parte del camino y no siempre de la mejor forma. Hoy, casi cincuenta años después, retornan del olvido para enunciar su verdad y contar desde la memoria su relación con ese niño que fue Federico.

LA PROFESORA DE GEOGRAFÍA

Yo daba dos materias, Castellano y Geografía. A Castellano la había perfeccionado mucho, con mi preparación de maestra me resultó muy fácil dominar el análisis sintáctico y literario, se podría decir que es como si la materia la hubiera dado una profesora diplomada. Pero en cambio, Geografía, era más arduo, los temas eran más independientes entre sí y para hacer un papel honroso se requería estudiar. Eso era lo que yo no tenía, tiempo para estudiar y preparar las clases. Tenía cuatro hijos y un marido que no me ayudaba en nada, un parásito al que había que atender como un chico más.

Por eso se me había ocurrido formar grupos en el curso de 4 o 5 alumnos que prepararan y expusieran el tema. Yo no les dije que les hicieran preguntas a sus compañeros y se terminara llegando a una competencia interna de conocimientos. Sí, de acuerdo, cuando Federico lo hizo por primera vez, me gustó el dinamismo y noté con alivio que ya no necesitaba preparar nada, los alumnos lo hacían todo, excepto por los perdedores de siempre a los que no les interesaba absolutamente nada y no movían un dedo para aprender nada.

CESAR

Del primer momento, Federico, no me cayó bien. Supongo que existía en mí un sentimiento parecido a la envidia porque é

l siempre lo había hecho todo, lo contestaba todo, estaba siempre un paso adelante y no se lo podía opacar. La profesora de Matemática lo había advertido y jugaba con nosotros a través de las notas, dándole a uno centésimos más que al otro. Se notaba en su boca pintada de rojo furioso, la muesca de la burla al avivar nuestra competencia idiota. Cuando lo ví en acción preguntándole a compañeros sobre el tema del día, me causó mayor adversión que pusiera así en evidencia a chicos que no siquiera se metían con él y lo peor de todo con la anuencia de la profesora de geografía.

SERGIO

Yo era el más chico de la clase y cuando noté que Federico estudiaba, busqué sentarme con él, especulando que siempre es bueno tener a alguien seguro de quien copiarse. El no se daba cuenta, se creía el cuentito de la amistad y lo último que podía pensar que yo lo buscaba por sólo interés. También jugaba con la pena, el espectro humano era muy amplio en el aula, todos éramos varones, pero el rango iba desde mis doce años hasta los 17 de los muchachos más grandes, algunos eran repitentes y ya andaban con mujeres mientras yo jugaba con cochecitos.

CHINO

Yo había repetido primer año y venía de enfrentar varios problemas de conducta, pero mi papá que era ypefiano conocía al regente y siempre conseguía una nueva oportunidad para mí. Con Federico hubo del principio un respeto mutuo, ninguno se metía con el otro. Creo que él me tenía un poco de miedo pero a la vez estima. Supongo que eso fue lo que lo llevó a realizar una cruzada para “enmendarme” que funcionó por un tiempo hasta que robé un dinero que estaba a la mano y ahí me echaron de la escuela, él y Suarez lo sintieron mucho, ambos me querían.

RAMIREZ

Estaba en la edad del pavo, yo estaba en otra, vivia frotándome las bolas a toda hora, por la vecina que me calentaba, yo tenía 17 años y lo que quería era tener relaciones con esa zorra que jugaba con mis deseos. El se dedicaba a la escuela y en las clases de geografía preguntaba boludeces a mí inclusive, más de una vez me pusieron una nota mala pero yo estaba en otra. Me caía simpático pero estábamos en universos diferentes.

JUAN CARLOS

Yo le dibujé la tablita donde se mostraba que lo estaban cojiendo y se las pasé a todos para que se rieran de él, no tenía muchos adherentes entre sus compañeros, dado que los había hecho mierda a todos durante la clase de geografía, los aplazos tenían su complicidad porque él descubría frente a la profesora la falta de estudio. A mí no me interesaba él ni le tenía aprecio ni desprecio, era alguien a quien se podía escarnecer fácil, yo tenía 16 años y ya estaba interesado en minas, además tenía la esperanza de entrar a trabajar a YPF y dejar esa escuela de mierda. La mayoría de esos chicos esperaba eso, sólo algunos aspiraban a terminar la escuela y acceder a un mejor trabajo. Alguien le contó de la tabla y él se lo dijo al celador que le había puesto un freno a sus preguntas geográficas, con paciencia, el celador le explicó que eso estaba mal. Digo con paciencia porque tenía cero cultura de grupo se notaba que era él y él. Cuando le dijo al celador nos cagó a pedo a todos, pero tuvieron que pasar varios días hasta que descubrieran el autor, de todas formas nada pasó y el asunto fue olvidado sin justicia o tipo alguna de reparación.

EL CELADOR

A mí me llamaron de la escuela para hacer el reemplazo de la celadora por maternidad. Yo era lo que los muchachos respetaban, había jugado al futbol durante muchos años en un club de la zona hasta que me lesioné. Lo que llamó la atención era la heterogeneidad del grupo, en edades, en clases sociales, en propósitos. Debo admitir que su presencia no pasaba desapercibida a pesar que no se portara mal, sobresalía del resto de sus compañeros. Traté de impulsar que todos mejoraran sus notas, y cuando supe lo que hacía en las clases de geografía lo llamé al orden delante de todos. Supongo que le dí un fuerte golpe a su orgullo pero por otro lado él también necesitaba que lo aceptaran y parte de ese intento era su voluntad para jugar futbol hasta que por eso mismo lo excluyeron y se fue abriendo cada vez más y creo que ya no jugó más. Fue una decisión equivocada, el deporte es lo consolida la relación de los muchachos para compartir otras cosas a medida que crecen, De todas formas, yo hablaba el idioma que sus compañeros hablaban y entendían y que él no terminaba de entender por estar siempre apartado de los grupos.

HERNÁNDEZ

Era un buen pibe, nosotros compartimos banco durante algún tiempo, después que cambiaron a Sergio porque se copiaba de sus tareas. Siempre me ayudaba en lo que podía y disfrutaba de mis conquistas amorosas cuando yo le mostraba las cartas que me enviaban las chicas. Yo era un negro, bajo pero con mucha presencia varonil y eso a las minas les gustaba. Tenía 17 años y hacía rato que había tenido relaciones, él era un niño todavía, no se le había despertado la lujuria ni el deseo, teníamos una buena relación de compañeros y sentíamos mutuo respeto el uno por el otro.

MORALES

Yo me sentaba detrás de él y creo que él disfrutaba las historias que yo le contaba a mi compañero de banco, eran historias picantes del barrio, de gente conocida y para él, escucha involuntario, representaba la entrada a un mundo que le era totalmente desconocido. Yo creo que vivía en su casa encerrado, porque no podía ser tan inocente en algunas cosas. Cada tantos años lo volví a encontrar cuando yo ya trabajaba como un hombre en una compañía de servicios y él arrancaba como ingeniero. Era inteligente, yo lo estimaba, me gustaba su ingenuidad como si todavía no asomaba a la vida real.

HECTOR

Nosotros éramos compañeros desde cuarto grado, jugábamos al futbol algunos fines de semana en el baldío próximo a su casa. Él no jugaba bien pero como yo tampoco no representaba un conflicto en nuestra amistad que se hacía extensiva a Eduardo y Miguel Ángel. Cuando de aproximaba el final de la escuela primaria, todos los del grupo íbamos a ir a la escuela técnica. Mi hermano mayor había ido a la misma y no la había pasado bien, tuvo muchas agresiones que le cambiaron el carácter. Aunque él no lo decía, su padre lo impulsaba a ir a la escuela técnica sin que nuestra decisión de ir a la misma le importara, creo que igual lo hubiera mandado aunque no fuera ningún conocido.

No sé por qué le contaba historias truculentas de lo que ocurría en la escuela, era como si disfrutara aterrorizarlo con todas esas historias que yo trataba de convencerlo no tenían más salida que la resignación, ni su padre iba a poder salvarlo de las manos de los matones que iban a la escuela y mandaban efectivamente en ella.

Hugo

Yo tenía 19 años y me sentía el encargado de estropear la conducta de esos jóvenes la mayoría imberbes. Los acosaba hasta que finalmente fumaban y el cigarrillo se les hacía un vicio o un hábito, los impulsaba a dejar de ser niños y convertirse en machitos más de calle que de escuela. Con algunos tenía éxito, con otros necesitaba medidas más extremas. Era el impulsor de la “Peladilla”, juego de humillación donde la víctima era corrida por sus compañeros y tirada al suelo, donde se le bajaban los pantalones y se le escupían las bolas y se les tiraba tierra o cualquier basura que hubiera disponible. Los que la sufrían en carne propia, participaban activamente en la de los demás. Como todo en esa escuela, quedaba sin castigo o reprensión y la humillación que sufrían los jóvenes servía para que me tuvieran miedo y respetaran mi liderazgo silencioso.

Mi curso tenía clase de gimnasia después que su grupo terminaba la suya. El profesor, un paparulo, era maestro a la mañana e instructor de educación física a la tarde, bueno pero inoperante. Hacía rato que había reparado en él, tenía un aire orgulloso y digno que me molestaba porque en el fondo de mi persona sabía que yo era una basura y la contemplación de su persona lo hacía más evidente. Sí, decididamente yo necesitaba humillarlo delante de todos, mi naturaleza infame me lo requería cada vez con mayor fuerza.

EL PROFESOR DE HISTORIA Y EDUCACIÓN DEMOCRÁTICA

Era un chico inteligente y analítico, preguntaba e interactuaba en las clases con real curiosidad. Por momentos me fastidiaba su forma de ser, yo les dictaba un resumen prácticamente durante toda la clase para que no tuvieran que ir a los libros, aún así la mayoría no estudiaba nada, mis explicaciones eran breves y deslucidas como yo que era un tipo grande y fracasado, la escuela representaba para mí sólo el sueldo y no existía ninguna pretensión intelectual detrás. Obviamente trataba de ponerle la nota más alta que podía no quería sus cuestionamientos que solían ser profundos e incisivos.

PEREZ

Yo no entendía nada o no tenía la voluntad de entender nada, al contrario de él que quería entenderlo todo. Disfrazado con un saco que me quedaba chico supongo que mostraba cierta imagen ridícula. Él nunca se rió de mí y me animaba a estudiar y a mejorar pero a pesar de que sus intenciones eran buenas no lograba develar las incertidumbres de mi alma y mis pequeñas angustias, así como era rápido para entender los temas escolares era un poco duro para entender las cuestiones humanas, él creía que el deber estaba antes de todo y los vaivenes anímicos eran para él un secreto indescifrable que no entendía no por mala voluntad sino porque estaba en otro mundo. Decididamente, no podía entender a sus compañeros.

HECTOR

A medida que pasaban los meses de clases observé que él con dificultades pero sobrevivía al clima hostil de la escuela y del curso; prueba de ello es que con el promedio obtenido durante el primer trimestre se convirtió en el abanderado de la escuela y me tocó presenciar su entrada triunfal al acto conmemorativo del 25 de mayo por una alfombra roja que dispusieron especialmente. Yo sentía dentro mío sentimientos encontrados, por un lado éramos amigos pero otro me devoraba una envidia y un desprecio que me costaba disimular y que los compañeros más intuitivos se daban cuenta y si bien la mayoría lo callaba, había uno en particular, Catolche Orellana, que se lo decía pero él no actuaba en consecuencia, como sino quisiera creer que el afecto de uno de sus amigos de la infancia se había convertido en odio, avivado por César que no perdía la ocasión para inyectarme en forma sútil su insidia. En los primeros tiempos, la situación era subterránea y me amargaba más a mí que a él, que lo veía tranquilo y como si no pasara nada.

CATOLCHE ORELLANA

Yo lo conocía de referencias porque fue compañero de mi hermana mas chica y ella hablaba maravillas de él. Cuando yo lo conocí coincidí que era un buen pibe, no era de los que buscan hacer mal a propósito y si lo hacen es más por no darse cuenta, reflexiona sobre lo que le decis o sea que podes hablar con él porque te escucha. Él y Héctor eran compañeros de la primaria y según él decía eran muy buenos amigos. Yo no vi eso, Héctor buscaba la forma de desacreditarlo delante de sus compañeros pero le faltaban conocimientos técnicos para hacerlo, no estaba en condiciones de discutirle nada. No es extraño entonces que buscara desacreditarlo en lo personal, se juntaba con César y a ambos los unió la irritación al principio y el odio después que compartían. Federico no aceptaba que su compañero y amigo buscara su mal.

EDUARDO

Yo era amigo de ambos, veníamos de compartir estudios y juegos de futbol, Miguel Ángel, Héctor y yo íbamos de Cutral-Có a Plaza Huincul en bicicleta a jugar con él al futbol, nos recibía bien, nos convidaba gaseosas, pasábamos un momento ameno y sin pelearnos. Me sorprendió la reacción de Héctor pero qué podía hacer yo, estaba en el medio. Recuerdo una vez que quedamos con Federico ir al cine y se ve que Héctor escuchó y me propuso otro plan para el mismo día y la misma hora. Federico se enojó tanto que finalmente fui al cine con él pero no disfrutamos la película porque él sintió que yo estaba forzado y la verdad era que no me sentía muy cómodo, los partidos se futbol sábado por medio murieron y el grupo de los cuatro amigos se desmembró.

CHINO

Yo le tomé aprecio a Federico y sentí que era mutuo, los meses que pasaron sirvieron para reforzar lazos, en ese tiempo tuvimos varios picnics con futbol que nuestro celador nos ayudaba a organizar y liderar. Recuerdo que en el último no pudo ir así que fuimos solos, todo iba bien, jugábamos al futbol, comíamos pero dio la coincidencia que es día había también un picnic de alumnos de 7° grado con predominancia de chicas. Me sorprendió de Federico que empezó a hablarles y a presentarnos para armar un baile, muchos de nosotros olvidamos la pelota porque las chicas nos interesaban más. En esa circunstancia, Héctor y César reaccionaron mal y dijeron que habíamos ido todo juntos y que debíamos jugar al futbol, tanto yo como Federico queríamos bailar con las chicas. Así que ellos le pidieron la pelota y se fueron a seguir jugando mientras nosotros alternábamos con las chicas. Ninguno pensó que era algo para ofenderse seriamente pero ellos sí lo hicieron y culparon a Federico del incidente, y nunca más le volvieron a hablar. Finalmente habían pasado de la adversión silenciosa a la guerra declarada. La fractura estaba hecha.

HUGO

Pasaban los días y mis ansias de humillar a Federico crecían y animaba a mis eventuales secuaces a realizarla pero siempre faltaba la oportunidad. Ël se iba de la clase de gimnasia casi inmediatamente como intuyendo que tramábamos algo en su contra o porque algún botón se lo había anticipado, porque a pesar de no ser popular era respetado y generaba muchas adhesiones entre sus compañeros aunque nadie movería un dedo para defenderlo.

Me tuve que ocupar personalmente de agilizar el trámite y una tarde les dije a los que me seguín que lo esperasen afuera para que no escapara. Sí lo agarraron pero se libró y corrió hasta el profesor diciéndole que le querían pegar, el profesor sermoneó a varios que desistieron de la maniobra y yo tenía que hacer algo para no salir mal parado y entonces a la pregunta de los rezagados qué pasó, qué pasó, inventé la frase ”me quieren violar”, la humillación no sería tan grande como la peladilla pero tampoco saldría ileso de la situación.

EL PROFESOR DE DIBUJO

No lo soportaba mucho porque me hacía ver mis deficiencias como profesor, en mis clases el despelote era generalizado, se robaban las chinches y otros materiales de dibujo y a mí no me gustaba que me vinieran con reclamos, yo quería que se las arreglaran solos para eso eran varones. Pero él no hacía más que mostrarme mis incompetencias docentes, lo castigué duramente con las notas al principio pero luego no tuve más remedio que subírselas, se esmeraba para realizar buenas láminas.

LA PROFESORA DE GEOGRAFIA

Me daba cuenta que él los días que coincidíamos me esperaba para que yo lo llevara a la escuela, él buscaba mi compañía pero no animado por una morbosidad oculta sino que necesitaba hablar de las cosas que sentía y que indudablemente no tenía un espacio en su hogar. La conversación con él era animada y profunda, solía traerme flores no por un sentimiento de pasión hacia mi persona sino como muestra de consideración y respeto. Algunos compañeros se burlaban de él diciéndole el “gordo Ferrante”, Ferrante era mi apellido y darle mi apellido a él era una forma de denunciar el lazo afectivo que nos unía. Yo creo que sentía muy solo en la escuela y que sentía que yo era la única que podía comprenderlo. A veces pienso que se estaba transformando en adolescente y sus padres ignoraban el proceso por el cual estaba pasando pero yo no soy la indicada para abrir juicios dado que también tuve problemas con mis hijos.

LA PROFESORA DE MATEMÁTICA

Era bueno con los números y le gustaban mucho, yo creo que Matemática era su materia favorita pero a mí no me gustaba su personalidad ingenua y casi infantil. Prefería la picardía y malicia de sus compañeros más grandes como la del Chino que colocaba sus manos sobre el banco cuando yo arrimaba mi pelvis, él me intuía que era una vieja lasciva y obviamente casado con un tullido bueno para nada. Sí me calentaban esos jóvenes con las hormonas alborotadas y me irritaba su actitud de niño bueno, jamás una mirada obscena o fuera de lugar. De todas formas no tuve más alternativa que aprobarlo dado que era excelente pero buscaba molestarlo avivando la competencia silenciosa que tenía con César, yo manejaba los 50 centésimos para mover la balanza hacia uno u otro lado, era parte de mi maldad cotidiana.

HÉCTOR

Lo del pic-nic fue la gota que derramó el vaso, además de ser el mejor alumno del curso, ser abanderado, ser respetado por sus compañeros tenía que soportar que con 13 o 14 años ya anduviera con chicas, era demasiado. Mi envidia se transformó en un huracán de odio y no pude volver a hablar con él, sólo quería decir y hacer cosas que lo lastimaran, Oír suerte, César y Marucci se acoplaron a mi cruzada y éramos un grupo unido y conspirador cuyo principal enemigo era Federico. Sé que lo jodía la situación pero no todo lo que nosotros queríamos.

CHINO

La verdad que me sentía seguro y cómodo en su entorno, era como si fuera otra persona, ya no tenía problemas de conducta y mi rendimiento escolar había mejorado, pero bien dice el refrán ”El zorro pierde el pelo pero no las mañas”. No sé como me enteré de un dinero que se había juntado en la recaudación de un torneo de futbol y me di cuenta que estaba disponible, especulando que nadie sabría quién lo había tomado, y sin necesidad, lo robé, De tomar el dinero y ser descubierto tan sólo fue un tiempo. Fui expulsado sin posibilidad de ser reincorporado. Suarez y Federico me fueron a ver a mi casa después de clase, ambos lo sentían sinceramente porque me querían bien. Federico me regaló una edición del Catecismo que se había ganado en la preparación de su Primera Comunión, y que era algo muy importante para él. No tuve valor para decirle que yo no creía en nada así que simplemente lo acepté.

SUAREZ

No era cierto lo que decían acerca de Federico que tan sólo le importaba su persona y la forma de lucirse frente a profesores y el resto de la escuela. Cuando pasó lo del Chino lo ví realmente afligido y sin saber cómo ayudar. Tenía una gran sensibilidad por los problemas de los demás y le gustaba involucrarse pero el padre lo tenía cortito frente a cualquier amenaza que pusiera en peligro sus estudios. Lo noté medio perdido después de la expulsión del Chino porque él era como si lo hubiera adoptado y al ya no estar era como si hubiera perdido el propósito.

EL VICEDIRECTOR

Tuve que intervenir y proceder, no fue fácil porque el alumno al que apodaban Chino había mejorado mucho y en él se veía la mano que le estaba dando Federico y algunos otros compañeros, pero acá hubo un delito y tuve que castigarlo, era necesario para mantener la disciplina de la escuela. Ya habíamos tenido ese año la quema de la escuela por un par de alumnos expulsados por irrespetuosidad durante un acto escolar y encima defendidos por algunos docentes. Pero en esta situación nadie lo defendió y pude apartarlo sin mayores complicaciones, pero yo era un Vicedirector de escuela no de un establecimiento correccional.

GONZALEZ

Como decían por ahí yo era un negro, gordo y matón, disfrutaba intimidando a los demás y mostrándole mi supremacía dado que era muy bueno con las piñas. Me molestaba su dignidad, esa actitud superior de pensar que se estaba en otro nivel que el común de los mortales y busqué la oportunidad de apurarlo para ver si reaccionaba. Una vez, teníamos hora libre y como siempre, la celadora trataba de lavarse las manos de lo que hacíamos, se había ido su reemplazante y volvimos a tener a Nilda. De atrás le tiré una tiza o un papel no me acuerdo, y él se levantó y fue hasta el fondo a preguntar quién había sido. Nadie respondió y yo le cerré el paso. Me pidió que lo dejara pasar y yo le dije y si no quiero? Yo esperaba que me diera un empujón o que hiciera algo para poder golpearlo pero no me dio la oportunidad se subió a un banco y pasó por arriba, el muy cobarde me hizo sentir que yo no existía. Aunque traté de dirigir la situación a mi favor , interiormente me di cuenta que había perdido así que no insistí en la situación.

RICARDO

Se podría decir que yo fui su amigo más cercano durante ese año. La relación se estableció porque compartíamos el regreso a la casa caminando por varias cuadras, él, Luis y yo. Yo no tenía preconceptos con él y por eso pudimos compartir muchas cosas. Pude ver su emoción cuando lo invité a mi casa y en mi habitación lo hice escuchar música progresiva, la cual desconocía completamente, siempre sospeché que sus gustos musicales estaban fuertemente influenciados por su padre como todo en su vida. Pero digo emoción porque él necesitaba ser aceptado, incluido como uno más y que no lo trataran como un alienígena y él para mí era uno más, supongo que por eso se estableció rápidamente el vínculo. Tenía sus boludeces de querer que sus amigos solo fueran para él pero yo no le prestaba atención. Jugábamos al futbol, le ayudaba con sus conejos y me acuerdo que me regaló una que vivió con nosotros un buen tiempo. Éramos buenos compañeros y amigos y podíamos hablar de todo con bastante libertad.

QUERCI

Al poco tiempo de iniciar las clases me internaron muy enfermo y él aunque nuestro conocimiento era superficial fue a verme y me ofreció los deberes y su ayuda. Tenía modales amables y suaves que uno no lo conocía podía pensar que era afeminado, pero no, él era simplemente dulce y bueno. Cuando volví a clases tuve que enfrentarme al grandote Venegas, un enfermo que gozaba en fastidiarme y maltratarme en el taller, por supuesto que los profesores nunca veían nada y yo sufría los atropellos de ese bueno para nada. Yo lo veía que él sufría por la situación y muchas veces pensé que lo iba a trompear el grandote, le hervía la sangre cuando era testigo de una injusticia pero también me di cuenta que era cagón, no sabía pelear o no quería.

EL PROFESOR DE ELECTRICIDAD

Era confiable, uno le podía dar tareas y las ejecutaba de forma responsable, yo lo había hecho responsable de entregar los alambres de cobre para fabricar los empalmes. En lo que no era confiable era en las cuestiones eléctricas, cuando le tocó hacer el tablero, casi me electrocutó cuando lo conecté, lo que me llevó a supervisarlo de más cerca, sí, sin quererlo podía asesinar a alguien.

EL PROFESOR DE GIMNASIA

Para los docentes que necesitamos hacer doble turno y andar de escuela en escuela para hacernos un sueldo responsable, los alumnos que no se las arreglan solos representan “un dolor de huevos” porque uno debe además de dar clase, cuidarles las espaldas. Eso pasaba con él, era obediente y manso pero estaba en la cabeza de sus compañeros. Como esa vez que le quisieron hacer la Peladilla y recurrió a mí para que lo librara. Lo hice pero un varón debe hacer esas cosas por si solo si quiere ganarse el respeto de sus pares. En las clases ponía actitud pero le faltaba aptitud, recuerdo cuando les hacía correr tres vueltas a la cancha a todos y él las terminaba después que todos la habían terminado y sus intervenciones en los partidos eran totalmente olvidables. Pero yo no estaba para crear vocación sino para hacer mover a esos matungos rebeldes.

LA CELADORA

¿Esto es todo?, me preguntó cuando le entregué el Boletín de Calificaciones. Sí le respondí ya pasó a segundo año, nos veremos el año que viene y le miré a los ojos y algo me llegó muy adentro, había en su mirada una tristeza profunda que quizá ni él podía entenderla, un dejo de cansancio moral a pesar que el Boletín estaba lleno de notas excelentes demostrando que su año académico fue muy bueno. Es indudable que la profundidad de sus sentimientos pasaba desapercibida para la mayoría de la gente y quizá para sus padres también, no era muy comunicativo y resultaba obvio que sus emociones eran bien guardadas y fuera del alcance de todos. Pero la escuela no tenía un equipo de psicología ni psicopedagogía, cada uno hacía lo que le salía y lo mejor que podía, así que lo miré con amabilidad y le dije nuevamente: “Nos veremos el año que viene”. “Felices vacaciones”.

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