Una chica que sueña con ser la mejor escritora del mundo.
Pero nunca imaginó que se convertiría en la protagonista. Es la historia de Brooklyn Becker en su viaje de inspiración para lograr una historia digna de un Best Seller.
PREFACIO
Lo sé, es la típica y trillada historia predecible de amor. Un viaje lleno de sueños, un desconocido que el destino pone en el camino y un irremediable amor.
Vale, talvez lo sea y qué?. Por qué a un así, palabra por palabra es real o al menos la imaginación me dió un buen chispazo.
Brooklyn Becker.
BROOKLYN
Gracias al Cielo le había tocado el asiento junto a la ventanilla. O quizás se debía a la bondad de la chica tras el mostrador que decidió darle su boleto luego de explicar y suplicarle su temor a volar. Y que por ello era imprescindible por su dignidad y la comodidad del pasajero asignado a su lado, que le asignarán un asiento junto a la ventanilla o se vería en el aprieto de arrojar involuntariamente el desayuno o el almuerzo sobre su vecino.
-Entonces para qué insistes en volar? – reprochaba Adeline- Si buscas inspiración ve a otra ciudad, viaja en autobús o solo lee sobre ese lugar y ya.
Pero claro, Adeline no entendía el alocado impulso y sueño de su hermana menor Brooklyn, por salir del país y emprender un viaje que, esperaba fuera el mejor de su vida. Aquel que sería la fuente de inspiración para su mayor sueño. Ser una escritora famosa reconocida mundialmente.
Un sueño poco ambicioso por supuesto. Poco ambicioso para todo el conformismo que ya había mantenido hasta ese momento.
Siempre tenía que conformarse y esperar. Conformarse con ser la menor y la menos agraciada, al menos eso era lo que a ella le parecía y su hermana le decía al verla siempre con sus jeans, sus botas o converse y su cabello natural.
Conformarse con su 1,65 pero aveces le parecia medir 1,67.
Conformarse con sus ojos caramelo en vez de unos ojos verdes como sus hermanos. Incluso a las personas les costaba un poco creer que era hermana de aquellos dos chicos guapos de ojos esmeralda. A pesar de compartir todos sus sargos faciales.
Conformarse con que los chicos la encontraban interesante como a un amigo, con la diferencia que era una chica.
Una que sabía de deportes y videojuegos ,aunque nunca hubiera lanzado un balón en un partido baloncesto o bateado una ronda completa en béisbol. Y mucho menos haber tocado una consola de videojuegos. Pero todos aquellos conocimientos se los debía a su hermano mayor a quien no le molestaba en lo más mínimo que su hermana pequeña fuera el lado opuesto de Adeline, todo rosa y femenino.
Era su hermana favorita, la única con quién podía compartir la emoción de un partido, el terror de sus películas preferidas o el entusiasmo efusivo cuando salía algún videojuego que él tanto esperaba. Y la única a quien le heredó su más grande pasión. Leer. Algo que con los años se convirtió en algo más que su pasión. Fue el trampolín para descubrir el sueño de su vida.
Brooklyn era la chica que sabía de las últimas películas y las mejores series. Pero jamás sería más que » una buena amiga » para los muchachos que la rodeaban.
Conformarse con trabajar en el periódico local como asistente de edición. Era lo más cerca que podía estar de su sueño.
Y esperar, esperar ansiosa los 15 años o al menos los 16 para ver su cuerpo dotado de hipnotizadoras curvas . Pero de nuevo hubo que conformarse con el cuerpo delgado y sin curvas relevantes que le tocaron.
Esperar a ser vista en la secundaria o ser conocida por ser la hermana de la más popular de la secundaria y del mejor jugador de baloncesto que tenían. Sin embargo se conformó de nuevo con se la secretaria personal de su hermana cuando los chicos guapos de la escuela le enviaban su número atravez de ella.
De manera que ya no podía existir conformismo esta vez.
Su pasión por la escritura la había llevado a crear relatos cortos, cuentos y hasta una obra teatral para la escuela. Tenía la capacidad de recrear una conversación casual entre dos personas y convertirla en el diálogo más relevante de su relato. Transportarte a una reunión de caballeros en la edad media o a una lucha a muerte entre dos guerreros. O ponerte en la escena más romántica que podrías conocer.
Gracias a ello ganó premios en sus días de estudios y en la universidad en algún concurso de escritura.
Le gustaba escribir para ocasiones especiales. Cómo cuando sus padres celebraron su 20 aniversario. Les obsequio un relato que envolvía el día a día de aquella familia. Nostálgica, graciosa, irónica y un poco impetuosa para darle emoción decía ella. Al final, su madre terminó llorando y su padre que , aunque no cedió a las lágrimas le estrechó en un abrazo con las mejias rojas y los ojos húmedos. Sus tíos y su abuela conmovidos por el talento de la joven aplaudieron al escuchar » Fin» .
Su hermana ponía los ojos en blanco al contrario de Andrew que felicitó a su hermana por el talento que tenía y le instó a seguir escribiendo. Se sentía orgulloso de ella.
Era gracioso verlos juntos. Aveces caminaban de la mano como cuando él tenía 12 y ella a punto de cumplir los 7 ya que a su hermana mayo no le gustaba cuidarla y mucho menos caminar de la mano con ella. Salían al cine o al centro comercial o al parque.
Gracias por leer.
PIERRE
De nuevo al presente.
Buscó su asiento en clase turista.
A-33
Se acomodó en el asiento y sacó su viejo ejemplar de Romeo y Julieta mientras aguardaba el despegue del avión.
Un chico alto y delgado llegó apresuradamente a sentarse junto a ella. Las gafas se le deslizaban por el delgado tabique nasal.
– Gracias, Muchas gracias-.
– No hay de que. Que tenga buen viaje.
Le sonrió amablemente la eficiente aeromoza. Al minuto siguiente el capitán anunció el despegue y solicitaron el uso del cinturón.
El viaje había comenzado. Ansiosa y nerviosa miraba por la ventanilla para despedirse de Dakota del Norte en un vuelo de 4 horas y 50 minutos con escala en Minneapolis.
Pudo haber viajado en autobús hasta Nueva York pero se decidió por el avión, creyó que le ayudaría a prepararse mentalmente para un vuelo de 7 horas y 15 minutos con destino a París que tenía por delante.
Recordó el dulce abrazo de sus padres que fueron a despedirla y su hermano que aunque no pudo estar presente por el trabajo le obsequió una lista de reproducción con música francesa.
» Para tu inspiración»
Era el nombre del archivo. Lo descargó y lo incluyo en su viejo reproductor de MP3.
Tenía tantas ideas en la cabeza sobre su nueva historia. Había estado posponiendo escribirlas por el motivo del viaje. Ahora que tendría tiempo para ello sacó su libreta y un juego de plumas y escogió una de diseño sofisticado y elegante de color plata de punto fino. Un regalo de sus tíos.
Enlistó los posibles nombres de la nueva creación, características de sus personajes como sus ocupaciones, sus nombres.
De pronto saltó al escenario. La torre Eiffel en París. El escenario perfecto para aquella trama. Solo l había visto en fotografías y en televisión o en películas pero ahora tendría la oportunidad de contemplar su majestuosidad. Suspiró con la idea.
Reviso su itinerario para confirmar que ningún lugar se le hubiera pasado por alto. Era de vital importancia visitarlos pues también los incluiría en su novela.
Había dibujado algunas prendas que le pondría a sus personajes. Siempre las dibujaba primero pues decía que así le era más fácil visualizar la escena en su mente.
El dibujo no era su fuerte pero esos garabatos le servían como bocetos mentales.
Su idea para la novela era general hasta este momento. Sabía que se trataría sobre un chico y una chica que por circunstancias de la vida se conocieron en París.
Aún no había decidido quién sería el francés aunque le pareció que sería más sensual si lo fuera el chico.
» Nombres, nombres, nombres»
Y si el chico se llamará ¿Pierre?
Gracias por leer.
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