“Hay quienes leen;
por leer quizás, seguramente por aprender,
Pero el niño disfrutaba de su imaginación,
Su mente se perdía,
divagaba entre palabras
viajaba en cada historia”.
En una tarde hermosa de verano
un pequeño niño se maravillaba
con tan fantásticas palabras
de un viejo libro,
aquel que en un cajón descansaba.
Un barco en medio de aguas turbulentas
viajaba hacia la isla perdida
que estaba aún muy lejos,
con bestias indomables y un temeroso cielo.
Podría pasar acostado eternamente
pero el sueño lo despertaba.
en medio de una voz y al caer el sol,
el niño obedeció y el siguiente día apareció.
Por Dana Ávila Espinoza
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