Por: Martínez Hernández Odalis. 401.
Después de terminar de limpiar el comedor, Mariel recogió la maqueta que había realizado y se dirigió a su habitación para dormir por fin, una vez dentro, deseó dulces sueños a padres, luego se concentró en poner su pijama.
— ¡DUERME BIEN MARIEL, NO PIENSES DEMASIADO! — le gritó su padre. — ¡DESCANSA CARIÑO! — seguido de su madre.
— ¡ESTÁ BIEN, LO INTENTARÉ! — gritó para después dar un largo suspiro de cansancio y aventarse al colchón.
Había sido un día bastante largo, tenía la tarea hasta la luna y sus proyectos finales estaban a la vuelta de la esquina, no tenía tiempo de salir como sus demás compañeros, en ocasiones se preguntaba ¿Por qué los demás se divertían y ella no?, bueno, después miraba las calificaciones ajenas y descartaba la pregunta, además, su terapeuta le prohibió salidas que pudieran perjudicar su razón. Siempre había sido una chica dedicada a sus labores, teniendo buenas calificaciones y siendo felicitada por los profesores y sus padres, lo único que la sacaba de quicio, eran las distracciones que su desastrosa mente daba en repetidas ocasiones.
— ¡MARIEL, DETÉN ESTO! ¡MARIEL!, ¡¡MARIEL!!— siempre lo mismo.
Estaba tan cansada, tanto mentalmente como físicamente.
En cuanto entró a las sabanas de su cama y cerró los ojos, se sumergió en las agradables aguas del descanso, ah, necesitaba esa sensación de flotar entre el vacío y perderse hasta llegar a los cómodos brazos de Morfeo, el único detalle es que lo mismo seguía repitiéndose cada vez con más frecuencia; despertaba sudando en el piso frente a su pequeño escritorio, al principio se repetía cada 3 semanas, pero el patrón cambió a cada 3 días, y de un tiempo acá, era diariamente.
Esto llevaba atormentándole desde hace 3 años, cuando en un viaje, se ahogó en un rio y quedó inconsciente 2 días. En esos 2 días, fue el inicio del sueño que le cambiaría la vida. Los psicólogos a los que acudió, le comentaban que se debía a un trauma que fue provocado por la inconsciencia, pero había algo más que la mantenía inquieta.
Se encontraba en un lugar totalmente obscuro mientras caminaba sin rumbo alguno por encima de un lago rodeado de flores de Loto, el lago parecía no tener fin, escuchaba la voz de alguien que gritaba su nombre con extremo apuro, la voz haciéndose cada vez más áspera y fuerte cuando comenzó a correr. Corría, corría, corría y el lago se extendía más y más terminando ella por hundirse. Mirando hacia arriba, veía como alrededor del lago se posaba una caliente flama, terminando por consumir todo a su paso, las flores de Loto se hundían con ella totalmente carbonizadas, una espantosa lluvia de flores en llamas, la voz ahora más entrecortada, gritaba su nombre con un desespero inigualable.
— ¡MARIEL!, ¡MARIEL!, ¡MARIEL NO ME DEJES!, ¡NO HUYAS! ¡POR FAVOR, DETENTE, DETENLO!, ¡¡MARIEL!! — con una respiración agitada y su blusa azul empapada en sudor, despertó en el suelo otra vez, su alarma siendo culpable de su despertar por su vil ruido ensordecedor exactamente a las 7:00 AM y los gritos dentro de su cabeza que le hacían sentir una jaqueca terrible. Salió de su habitación y se dirigió a la cocina a tomar su pastilla sin lavar sus dientes, como todos los días.
— ¿Aún persiste el horrible sueño cariño? — preguntó su madre con latente preocupación en su semblante, mientras Mariel asentía y su mamá dejaba un cálido besito en su frente. —Tu padre salió a trabajar temprano, deberías arreglarte e ir a la escuela, se hará tarde. — Mariel asintió nuevamente, ahora con una pequeña sonrisa de sosiego hacia su madre. No ignoraba el hecho de sentir curiosidad hacia el particular sueño.
Ingresó al baño y retiró sus prendas para darse el anhelado baño, abrió el grifo de la bañera y se metió en ella. El grifo se atascó, tal vez el destino le tenía preparado su sufrimiento, el agua no dejaba de fluir y los gritos de Mariel no se hicieron esperar, conforme el agua alcanzaba su rostro, los gritos eran opacados al hundirse cada vez más, sus ojos apreciaban unas llamas danzando con gracia alrededor de una cabina con ella dentro gritándole que detenga todo de una vez con la voz terriblemente abrumada, justo como sus sueño, los mismos gritos de la misma voz cada vez más sombría, todo era un caos, de repente, todo fue un tétrico negro.
— ¡MARIEL!, ¡MARIEL! — de nuevo los gritos ¿qué está pasando? — ¡MARIEL!, ¡MARIEL! ¡POR FAVOR!, ¡NO MÁS, NO MÁS, DETENLO! — más le era imposible ayudarse a sí misma, le era imposible mover un sólo músculo, ¡¿QUÉ ES LO QUE PASA?!
Había entrado en un tipo de crisis al sentirse hundir en la bañera, con todas la visiones que tuvo, su madre de inmediato acudió a ayudarle ante el alboroto armado dentro del baño.
Luego de estar Mariel 2 días inconsciente, abrió sus ojos, los viró y lo primero que sus perlas negras captaron fueron 3 flores de Loto, sus favoritas. En ese momento sus ojos se aguaron y comenzó a gritar desgarradamente al ver que las flores bailaban una vez más por el modesto fuego, las consumían una por una; el manto naranja bajaba hasta la alfombra de aquella habitación de hospital y tuvo tanto temor de quedarse en esa cama para siempre, atrapada, el fuego burlándose de ella tal como en su sueño.
Todo se hizo realidad y las calientes llamas terminaron por consumir la mentalidad de Mariel.
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