Pudo haber sido peor.

Pudo haber sido peor.

Val Gomez

21/04/2021

Me siento completamente vulnerable ante la idea de no ser escuchada. Hablo de esto como una idea porque aún estoy debatiendo entre que si es mi propia percepción de lo que sucede cuando trato de expresarme y no solo de hablar o en verdad hay algo mal en mi que me hace no ser completamente atendida cuando trato de comunicar algo que viene desde mi más interno pensamiento. 

Creo tener el recuerdo de que siempre ha sido así. Es una herida bastante marcada que suelo pasar desapercibida porque se que prestarle atención solo le hace sangrar sin poder tener una cicatriz nunca. Aveces prefiero dejar de ser tan «yo» en mis pensamientos y reservarlos para mi propia escucha, y eso la mayoría de las veces, duele. 

Dentro de este debate existe la posibilidad de la toma personal de las reacciones de los demás. Suelo idealizar como quiero que alguien reaccione exactamente ante mi debido a mi falta de realidad en el mero capricho de mi terquedad porque las cosas sean una copia de lo que sucede en mi imaginación. 

Haciendo un poco de catarsis a travez de estas letras, voy desempolvando la nueva visión de que no siempre es como debería ser en mi realidad y eso añade un pequeño gramo de sal a algo que vengo arrastrando desde pequeña. Esta falta de comprensión ha sido presente desde que tengo memoria solo que mi adulto de 24 años aun no encuentra la manera de hacerle frente y abrazar ese sentido de rechazo lo suficiente para que transmute y no se estanque. 

Las acciones impulsivas últimamente no me han salido el todo bien y creo saber que es porque provienen desde mis emociones que son bastantes fluctuosas. Puedo tener un diluvio por horas dentro de mi cuarto para que al terminar la conclusión sea que en realidad no valía la pena tanto mar. Lo llego a comparar con lo profundo que puede ser el océano pues siguen habiendo infinidad de rincones dentro de mi que aun son inexplorados para mi consciente, sin embargo una vez que este sentir flota y regresa rápidamente a la superficie, sabe que sin esa oscuridad inexplorada, no habría la pequeña parte de luz que puedo ver. 

El temor a decir algo es grande la mayoría de las ocasiones, y estoy hablando de en verdad decir algo. Pero a la vez me libera y me cuestiona el por qué me he cachado buscando la aprobación cual conducta escolar aprendida. Quiero una estrella en forma de halagos que al final del día mi ego puede derribar recordándome lo presente que es y su poder de autosabotaje.

A fin de cuentas, quien soy yo para juzgar… me. 
 

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