Son las 21:05hs. La carne está casi en su punto y las papas más que crujientes.
Me arreglo un poco el cabello y me coloco una cantidad pequeña de color carmesí en los labios.
Miro el reloj nuevamente, 21:45hs.
Ya deberías estar aquí. No sé porque me pongo tan nerviosa, si hace tiempo que nos conocemos y somos muy buenos amigos. Si hace meses que compartimos los cuerpos además de los versos.
De todas formas me sigues provocando una ansiedad insaciable y una inseguridad formidable.
¿Será que me gusta esa distancia y tu falta de interés en quererme como me gustaría que lo hicieras? No lo sé.
Ahora te estoy esperando. No quiero ni puedo comer toda esa carne yo sola.
Escucho que golpean la puerta mientras sigo pensando en todo esto.
Y ahí estas, parado frente a mí con esos ojitos azules que me llenan de torpeza, y una botella de vino tinto que dejas caer en mis manos para que la sostenga.
Me acerco hacía ti con total confianza y firmeza. Sin pensarlo, sin dudarlo.
Mis labios van directo a los tuyos buscando inminentemente tu complicidad.
Y así se esfuma, como el aire seco entre las hojas rotas de un árbol. Como el nido de algún pájaro que olvidó donde lo había guardado.
Ni siquiera las mejillas se han dejado rozar.
Te apartas como si nada. No me dices ni una sola palabra.
Y yo, me quedo ahí tan perpleja y ausente. Tan sola como acompañada.
¿Dónde fue que se detuvo ese beso que quise ofrendar?
¿Por qué mis labios perdieron el sabor y siento esta sed que me aniquila el alma?
Tú ahí, tan correcto y distante. Yo aquí, tan desbordada de amor y ausencia.
Cenamos sin decirnos nada. Mi mirada ya no busca la tuya. Sólo quiero que termines esa copa de vino, y te despidas de mí sin excusas mientras observo cómo te marchas sin mirar atrás.
Tal vez algún día puedas preguntarte ¿Dónde fue a parar ese beso que una vez quise obsequiarte?
Sé que en algún rincón de este mundo se pueden hallar a todos esos besos que siguen buscando un hogar.
Quizá algún día me encuentre con uno de ellos, y pueda sujetarlo bien fuerte entre mis labios, dejando que su cálido aliento me demuestre que todavía puedo seguir amando.
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