La primera cerveza del resto de mi vida…

Delgada como la hoja de un cuchillo que esta a punto de preparar el desayuno… con el ímpetu del café reunido de granos desde Colombia hasta Chiapas, con el espíritu tan mío como si Dios nos hubiera creado del mismo molde… Como si tu y yo estuviéramos destinados a serlo todo. Con los ojitos abierto de par en par esperando a que sean besados, con ese fleco escondiendo las sonrisas de tus pestañas y ofuscando a tus cejas tan hermosas como la mañana. Te amo, y es la primera vez que te veo a solas… así, tan mía; sin saber. Sin imaginarme que cuatro años después estoy a horas de la madrugada escribiendo de toda la locura que causaste en mi esa tarde de domingo cuando nos fuimos a un garito a tomar una cerveza… cuando no sabía que esa sería mi ultima bocanada de bohemia dolorosa y separada de una feliz, y la primera bohemia que estaba destinada a dedicarte… Gracias por venir.

De alcohólicos de farmacia y de bohemias de domingos por la tarde, para gente sosegada por la higiene mental.