Y te volviste agua dulce.!

Y te volviste agua dulce.!

ESTEFANYA PARRA

06/04/2021

¿Recuerdas?, ¡sí!, aquella vez en la que el mundo parecía que era tu enemigo o al menos un poderoso rival con todo lo que había sucedido. ¿No?, ¡hagamos memoria!

¡Qué alto se ve el árbol de enfrente!, ¿es primavera o es otoño?, eso fue lo primero que vino a tu mente, no estabas perdida en el tiempo, pero así suelen ser las cosas cuando no las entendemos. Y simplemente este presentaba una hermosa combinación de hojas verdes y otras secas por una rama desprendida de su tallo.

Cualquier forma de distracción era perfecta en ese instante mientras tratabas de abrir una botella de agua. Inhalabas y exhalabas con profundidad queriendo liberarte de esas energías y situaciones mal puestas en tus pensamientos.

«Vamos aclarando el panorama», dice alguna línea en una canción reconocida y era precisamente lo ideal para aquel día de desastre. El parar en seco aun sin estar moviéndote y tampoco hallándote un «STOP» como si fueras un vehículo era lo más requerido.

Srta., Paula, déjeme felicitarle por tremendo desastre ocasionado dijo tu jefe. Siempre es lo mismo contigo menciono Carlos (novio). No tienes tiempo para nosotros y solo vives en el trabajo, se encargó de decir María (amiga). Parecía que todos habían sido parte de una orquesta mal formada y entonaban una melodía desastrosa el día anterior. Incluso esa mañana hasta «Oliver» (perro), escapó de su correa cuando estaban corriendo y se encontraron con el gato del vecindario. 

Cansada de haber corrido tras el perro por varias cuadras y sin tener resultado alguno, decidiste parar y sentarte en la vereda de la cuadra. No importaba el lugar, solo pesaba el poder descansar.

Era una esquina cualquiera, pero ya bebiendo algunos sorbos de agua tras el suceso de recuerdos agotadores en tu mente, salió tú yo interior para hacerte comprender lo que pasabas por alto. Ese ser que eras tú en su momento más reflexivo y lleno de sabiduría para darte unas cuantas bofetadas.

Podía sonar todo esto a una masacre física, pero no era así. Los 220 ml de agua se terminaron, entonces cerrar la botella fue lo que hiciste de inmediato. No te habías dado cuenta, sin embargo cada evento que sucedía estaba dejándote un montón de lecciones para ser más objetivo con lo ocurrido.

Jugando con la botella al empezar a golpearte la rodilla, entendiste que aquel golpe no lastimaba porque estaba vacía.

«Hay que vaciarnos de aquello que no nos aporta», habías escuchado o leído en alguna parte, el lugar y el cómo, no importaba sino el mensaje. Era cierto, una cámara necesita una memoria vacía para tener espacio y capturar más momentos que le permitan coleccionar fotografías, o una historia requiere de una hoja en blanco para seguir escribiéndose y ser publicada, esas eran las analogías que recordabas de aquella frase.

Siendo así, vaciarse como la botella de agua en momentos de caos era la opción ideal según tu breve comparación. Pero su contenido nunca daño a nadie, al contrario, daba vida y si quería atentar contra ella seguramente fue porque te atragantaste al beberla incorrectamente.

Entendiendo esto, pelear con tu jefe y recalcarle que no sabía liderar a su equipo fue mala idea, tratarlo como quejumbroso a tu novio no sirvió para nada o bueno si, para querer terminar la relación. El decir que tus amigos exigían mucha atención fue la forma de tomar poca consciencia de escasa organización que tenías o de la desaprobación de sus planes. Y apretar fuertemente a Oliver para que no escapara solo provoco que lo hiciera tras 3 cuadras recorridas.

Ya no había agua eso era cierto y también que te equivocaste. Sin embargo, los hechos no estaban solo para entenderlos y dejarlos pasar, sino para tomar acción sobre ellos.

¡Bendita tecnología!, dijiste aquel instante, porque una llamada a cada individuo con el que tuviste diferencias fue necesaria para discutir los motivos que los llevaron a estar en semejante escenario. Ese donde todos querían tener la razón y el ego era quien los dirigía como si fueran caballos de carrera.

La vibra o frecuencia tranquila de aquel día y la calidad de tus pensamientos te llevo a solucionar lo sucedido, incluso Oliver había regresado por ti. No tuviste que alzar la voz cuando llamaste para disculparte, culpar a tu pareja de su proceder, inventarte excusas baratas para alejarte de tus amigos y mucho menos amenazar al perro para que regresara. Todo eso que es fruto de la pelea.

Si hay algo claro, es que todos aportamos de alguna manera a cada sujeto que nos encontramos. Pero, la paciencia tiene límites y sobrepasarlos nos hará perder aquello que queremos o por lo que nos esforzamos por conseguir y entablar un diálogo cargado de argumentos para solucionar lo sucedido, sin duda será lo mejor. 

Discutiste con todos, pero no volviste a pelear con nadie. Al final, terminaste siendo como agua dulce para beber, cuando supiste vaciar tu contenido de la forma adecuada.

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