Una visita inesperada

Hoy el dolor llamó a mi casa, me dijo entre lagrimas que pronto me visitaría, que estaría allí para mi como siempre, que no desesperara, que ya me había visitado muchas veces, que ya debería saber que café le gusta, que manta le da calor, cuál es su color preferido; pero yo no lo sabia, siempre me visitaba con diferentes rostros y con diferentes pasos, así que para mi casi siempre era alguien nuevo, ¿sobre qué hablaremos hoy?, le pregunté, me dijo que ya lo habíamos hablado muchas veces, enmudecí, estaba cansado de su visita, siempre que llega trae consigo el frío, y la desesperanza.

Hoy le compre al dolor un columpio, quiero que sienta el viento cálido de la vida, pensé, pero el dolor solo sintió tristeza, se acurruco en una esquina, calló, me dijo que las lagrimas podrían formar un mar profundo en el cual nos vamos hundiendo poco a poco, poco a poco, mientras la oscuridad se cierne, mientras el silencio doloroso inunda, o podrían ser lluvia sobre tierra, en la cual nazca la vida, pero eso depende, de como reciba su visita.