PRISIONERA

Me encuentro sentada en el parque viendo como las personas ríen entre ellas y se divierten, hace tanto tiempo que no sonrío. Estoy sentada cargando con el peso de mis pensamientos cuando de repente, a los lejos en un árbol veo que hay un hermoso pájaro con grandes plumas. 

Me gustaría ser como ese pájaro, quisiera salir de mi prisión y lanzarme al mundo, conocer nuevas personas y probar nuevas experiencias, pero no puedo, la vida no me lo permite. Soy prisionera de mis inseguridades, soy prisionera de mis pensamientos y de los pensamientos de los demás, soy prisionera de mis miedos y mis fracasos. 

También soy prisionera de estereotipos que no me definen. Estoy harta de privarme de hacer cosas que me gustan solo porque mis padres dicen que no es algo correcto para una «señorita» como yo. Básicamente tengo que actuar como otra persona y, ¿por qué tengo que ser alguien que no soy solo porque un montón de personas retrogradas no aceptan que no todos pensamos de la misma manera? Soy prisionera de todo lo malo que no me permite volar, soy todo lo contrario a ese bello pájaro. 

El pájaro permanece unos minutos más en el árbol y me deja nuevamente con mis pensamientos, nuevamente prisionera.