Muchas veces te miras al espejo y te das cuenta de que no te satisface lo que ves. Crees que no sos suficiente y que siempre hay y habrá mejores que vos.
Hay un momento de la vida donde sentís que hay tantas piedras en el camino que no podes ver el final del mismo. Te genera una ansiedad terrible el no saber hacia donde caminas, no tener un destino al cual arribar. En el transcurso de la vida ya lloraste, te enojaste, gritaste, dormiste para no pensar, anulaste tus sentimientos y fingiste que todo estaba bien.
Si, fingir… de eso se trató tu vida hasta ahora.
Te dieron tantos consejos a lo largo de los años pero hoy tu corazón ya no quiere escucharlos porque algo dentro tuyo está muriendo y te dice que no quiere seguir adelante. Te acomodaste en ese mal llamado «sitio de confort» donde no sentís confort alguno pero al menos es un terreno conocido del cual conoces cada recóndito lugar. Estas en un momento donde ya no queres regalarle tu suerte al destino y tus dados para jugar. Ya no sabes que te depare el futuro, ni siquiera tenes seguridad de si realmente lo quisieras conocer.
La gente cree saber cómo te sentís. Te dicen que todo va a estar bien, que vivieron situaciones similares y que no existe nada que sea realmente el «fin del mundo». Insisten con que de eso vas a salir, que todo se supera. Te dicen tantas cosas que vos sabes que no son mentira, pero que tampoco te sirven demasiado porque perdiste el rumbo de hacia donde caminar.
Yo sé que sólo podemos salir de nuestro infierno cuando realmente tenemos las ganas suficientes de hacerlo. Tiene que llegar ese día donde te levantes del vacío y digas «basta». Será el momento en donde tus dados no los juegue el destino y lo hagas vos. Tendrás que tomar responsabilidad de tus acciones, pero también de la inacción.
Será el momento de recorrer los caminos andados, pero sólo para saber hacia donde nunca más hay que volver.
Solemos tener contabilizados todos los momentos donde nos sentimos frustrados y fracasados, pero parece que no tenemos tan claro que es la misma cantidad de veces que resurgimos del fondo de nosotros mismos, hasta si lo pensamos, pueden ser muchas más.
Todo se soluciona de adentro hacia afuera. Podemos tenerlo todo por fuera, pero si por dentro no nos sentimos bien, no podemos vivir ni disfrutar de todo lo que nos rodea y nos brinda la vida.
Debemos amar la vida, aunque a veces parezca que nos pone un millón de trabas en el camino para tropezarnos más de las veces que podemos contabilizar, pero tu obligación es volverte a levantar las veces que sea necesario. Pregúntate todos los días si esto que sos te agrada, si en lo que estás invirtiendo tu tiempo vale realmente la pena, si te hace bien, si te sentís completo. Fíjate que te falta y que te sobra, pero no dejes de agradecer nunca.
La vida esta llena de historias sin contar esperando a que las escribas.
Ser negativos nos genera mal estar porque es una de las peores cosas en las que puede caer nuestra mente. Es el camino directo hacia la auto-destrucción. Si ante un problema, creemos que no hay solución, no importa cuántos nos digan que si, no vamos a poder encontrarla porque nadie puede hallar lo que no cree que existe en realidad.
El amor propio tiene que ser lo último en extinguirse y es muy importante que sea puro. Nadie te puede amar tanto como vos mismo. Tenes que experimentarte, ponerte a prueba un millón de veces, escucharte, hablarte, cuidarte, y mejorarte. ¿Por qué? Porque sos lo único que vas a tener a tu lado hasta el final. Lamentablemente o afortunadamente, nunca vas a escapar de vos. Nadie va a poder conocerte más que vos mismo porque sos el único que puede escuchar esa voz en tu cabeza que siempre te va a hablar, nunca te va a dejar solo y si te perdes, no dejes de buscarte hasta encontrarte. No hay nada más grande que el amor, pero somos muy básicos para entenderlo y cuidarlo bien. Es un tesoro que dura lo que lo cuides y sólo se encuentra si se aprende a observar con paciencia y detalle.
A veces las emociones nos ganan. No sabemos controlarlas. Es de vital importancia aprender a mantenerlas en orden, porque si se mezclan pueden causarnos daños incalculables. Tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para comprenderlas, ir a su núcleo e intentar sanar todo lo que esté roto. No te desbordes.
No soy quien para dar consejos, pero si se me permite mencionar alguno, diría que llores todo lo que tengas que llorar. Nunca te prives de llorar porque como sabemos, los ojos son el espejo del alma y a veces es necesario limpiarla y las lagrimas lo harán por nosotros. Estar mal no es un error. Demuestra que sentís, que sos humano y que las cosas te importan. Indican que estás vivo.
Esquivar los malos momentos, no los extingue de la tierra. Tampoco almacenar nuestro dolor para evitar demostrarlo, hace que se borre para siempre. De hecho, es todo lo contrario. Lo malo siempre será malo dentro de vos, se convertirá en dolor, angustia o enojo. Incluso pueden enfermarte o llevarte a que sangres sobre quien te no te hirió. Aprendé a tomar las riendas de tu vida, tu destino depende de vos. Es cierto que no vas a poder manejar todo lo que te suceda ni las cosas de tu al rededor, pero si empeza a ir de a poco, maneja las cosas sobre las que si tenes poder. Sos el único que tiene el poder de levantarse y mejorar. Tenemos que enfocarnos en entender que UN MAL DÍA NO ES UNA MALA VIDA Y QUE SIEMPRE HAY SOLUCIÓN.
Aprendemos más de equivocarnos que de hacer las cosas bien, así que toma cada piedra en el camino, como un paso más para tu evolución.
Que nunca se te olvide que vida hay una sola y que el tiempo es sólo hoy.
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