La cara del diablo (parte 1)

La cara del diablo (parte 1)

Lucas Costa

08/02/2018

Ya eran las tres de la madrugada y yo seguía sin regresar a casa, a pesar de la oscuridad y de lo peligroso de aquel lugar solo podía pensar en que al día siguiente debería madrugar y en lo difícil que resultaría aquella tarea, así que, decidido a dormir cuanto antes, apresuré el paso, pero no pasó mucho hasta que mis piernas, sofocadas por el calor que el ejercicio ejercía sobre ellas comencé a detener poco a poco mi marcha. Yo salía de una larga noche de juego y apuestas con mis amigos en la casa de uno de ellos, solíamos hacer apuestas muy estúpidas, desde grandes sumas de dinero, (el cual no sobraba en casa de ninguno de nosotros, de hecho, yo era quien más dinero tenía, pues era el único con un sueldo fijo) hasta hacernos probar los unos a los otros cosas asquerosas, de hecho ese mismo día nos hicieron aspirar un líquido con un olor bastante rancio y fuerte que supuestamente era confección de uno de mis amigos.

Pensando bien lo que sucedía en mi vida, no sé por qué razón me veía implicado en tales actividades, ya que ninguna era de mi agrado y me parecían todas excepcionalmente estúpidas, pero, a pesar de yo decir que no entendía bien la situación sé muy bien que mis relaciones se veían llenas de grietas debido a mi necesidad de encontrar algún tipo de disfrute a la vida, pues desde la niñez me parecía muy monótona y aburrida, como si mi visión se viese matizada siempre en un color gris, horrendo para la salud mental de cualquiera que lo experimentara durante un largo periodo de tiempo. De alguna forma pensaba que mantener relaciones completamente vacías con gente un tanto peligrosa, como eran estas personas serviría para mi propósito

En fin, a lo que iba, mientras caminaba aquella noche decidí parar, me senté en una fuente de agua, una de esas que se encuentran en el centro de la ciudad con algún hombre importante, hecho de piedra o bronce, descansando allí. Sentado, luego de haber caminado ya una buena distancia comencé a sentirme mareado y súbitamente me desplomé, gracias a dios, en el suelo y no dentro de la fuente. Cuando abrí los ojos no puede distinguir donde estaba, ¿Qué es lo que estaba observando? , Se trataba de un techo, el cual, por las manchas de humedad que tenía reconocí era el de mi hogar, pero, ¿No estaba en la calle, a una considerable distancia de mi hogar, la noche anterior? ¿Qué pasó?. Pronto la puerta de la habitación, entreabierta, comenzó a abrirse por completo, era mi esposa, resulta ser que un paciente quien era ya un viejo amigo mío (yo soy doctor) me halló a primera hora de la mañana en el suelo yendo a su trabajo y, gracias a que sabía mi dirección pudo llevarme hasta allí, hicieron que un médico me revisase y se fue del lugar. Aquél medico según mi esposa me contó, no encontró nada malo y supuso que fue debido a una exhaución y que no tenía nada malo, pero que no debería exigir tanto a mi cuerpo, pues, mi estado físico no era el mejor.

Aquel día, algo angustiado por el accidente decidí no ir a trabajar, no quería correr el riesgo de que sucediese otra vez y así pasó una semana luego del incidente sin que yo saliese mucho de casa, salvo para trabajar. Una tarde llegó a casa una carta de uno de mis amigos informándome que Juan, uno de los amigos con quien jugué hacía una semana se encontraba desaparecido y que la policía ya estaba investigando el caso, que en el último lugar donde fue visto encontraron unos pequeños rastros de sangre, y que teorizaban pertenecían a Juan. Aquello turbó mis pensamientos por varios días, pues sabía lo peligroso que llegaban a ser el barrio en el que él vivía, pero dejé de darle importancia luego y solo me resigné a esperar noticias, tal vez de la horrible muerte que había encontrado o tal vez del destino no muy lleno de esperanzas que encontró luego de ser encontrado en algún lugar casi muerto por cuan embriagado estaría…

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