Todos los días no son suficientes,

a veces, cuando se está verdaderamente vivo.

No quiero volver a existir más carente de mí,

rodeado de confusiones extras,

por las que me juzgarán.

No me dan miedo las prisiones y sus ropas falsas,

me da miedo mi prudencia y mi cara sutil.

No seré más un cautivo agotado de esperar y esperar,

 agradeciendo desde antes,

ilusiones venideras.

Lleno de júbilo de nuevo,

arrancaré las ventanas si es preciso, 

no importarán mis uñas laceradas

si se pinta de nuevo de albor, allí donde piso.

Quiero contar en la lucha entre sombra y sol

y que al final sudoroso, manchado de polvo y sangre,

ser testigo

de que ha vencido por todos,

sin que falte nadie,

¡toda esa luz!




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