Quedamos en vernos la próxima semana y desde ya, la emoción de esta idea me invade por completo. He esperado tanto por ese día que me ilusiona de sobremanera saber que al fin se hará realidad mi sueño de verte y compartir una tarde juntos con un paisaje inigualable, orando por que todo salga perfecto, y nuestras almas congenien para poder coincidir muchos más.
Llega el día, me levanto temprano para arreglarme y no descuidar ningún detalle sobre mi ropa, maquillaje o peinado. A pesar de que debo usar una mascarilla, quiero que todo esté en su lugar, y nada me sorprenda de imprevisto. Escojo con cuidado lo que voy a usar y desarreglo medio armario en el proceso, ya puedo sentir los nervios en mi cuerpo mientras me visto. Un traje casual y colorido, que refleje mi inocencia, pero que demuestre un toque de picardía, es el elegido, así como un maquillaje sencillo y natural apenas para resaltar mi mirada y ocultar mi timidez, y un peinado que se encargue de que mi cabello no cause algún inconveniente.
La emoción crece a medida que pasa el día y el momento se acerca. Me percato de llevar todo lo ofrecido para ese picnic tan esperado. Galletas, queso, dulce, no sé si voy a comer todo lo que empaco pero no puedo dejar nada en casa. Me dirijo al lugar, con mi corazón latiendo cada vez más fuerte. Veo la calle, las personas, las tiendas, los carros y los árboles, todo a mi alrededor me parece perfecto, el día no puede ser más sonriente. Camino pensando en ti, en lo primero que te diré, en lo que pueda pasar, en cómo llegamos a esto.
Llego al sitio con cuarto de hora de anticipación, tiempo perfecto para observar el paisaje a solas y anhelar tu llegada. Pienso en escapar, pero no podría hacerlo, la ilusión por verte me da valentía para quedarme y esperar serenamente en esa banca con la mirada en el horizonte. Pasan los minutos y me esfuerzo por no mirar el reloj, por no preocuparme por tu tardanza, por tu ausencia. Un minuto más tarde y de pronto, un poco distraída en el momento, volteo la cabeza rápidamente al sentir unos pasos aproximarse. Eres tú, con tus gestos, tu mirada y tu caminar, mostrando seguridad sobre lo que va a suceder. Apenas puedo saludarte, mi corazón ya no cabe más en mi pecho, y siento que todo es un sueño. Respondes el saludo y de inmediato me dices que todo va a salir bien, como si adivinaras lo que pasa por mi mente, y esas palabras bastaron para calmar mi ansiedad y confiar en que esa tarde de picnic es todo lo que había esperado.
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