Así como se almacenan en cada museo

Así como cada aeropuerto acuna miles de ellas:

de bienvenidas

de despedidas

de primeros encuentros

de reencuentros

de amistad

de familia

de amor

de desamor

Cada árbol también conserva su historia. 

Solo basta prestar atención.
Fechas, nombres tallados

O corazones, para los más cursis.

Quizás con la intención de patentar un instante dorado

Y de alguna manera, eternizarlo.

Porque sí, efectivamente son aquellos los que unx quiere llevar como bandera.

Aún así, no es requisito excluyente marcar registro en sus cortezas para saberlo.
Me vi sentada en uno,

Leyendo, sobre mi manta amarilla.

Otorgándole al tronco la función de respaldo

-Como casi siempre-

Y cuando digo respaldo, 

Es en todo sentido.

Me vi sentada en uno,

que también llevaba recordatorios tatuados.

Me vi sentada,

con las historias que me acompañan

Y la que ese árbol sumó.

Me pregunté cuántas habrían ocurrido ahí

Y acto seguido, 

observé al resto de los verdes vecinos.

Cada árbol conserva su historia,

Solo basta prestar atención.

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