Parece mentira que a veces escuchar una canción, leer un poema o simplemente una frase nos hace despertar algo dentro nuestro que nos llena de emoción y muchas veces nos quita la venda de los ojos que tuvimos durante mucho tiempo.

Esta es la historia de Grace una mujer como cualquier otra, llena de ilusiones, enamorada y con mucha pasión. Esta vez ella se enamoró perdidamente de un hombre mucho mayor que ella y con muchos misterios que ella no quiso descubrir por temor a perderlo. Prefirió disfrutar de todo lo que José le ofrecía sin preguntar demasiado.

Horas y horas esperando un llamado, noches vacías y días en blanco eran comunes en la relación que Grace llevaba con José pero se consolaba pensando que algún día o alguna noche el llegaría y le haría olvidar toda la soledad y el tiempo perdido.

Cuando José se dignaba a aparecer el mundo brillaba con muchos colores para ella, su sola presencia la hacía sonreír y pensaba que ese momento era el más maravilloso del mundo….pero pronto se acababa y Grace sentía que cuando José se iba se cerraba una puerta y se apagaban las luces de su alegría.

Estaba otra vez sola, aislada y sin ganas de hacer nada hasta la próxima vez….Pero un día descubrió que las esperas eran más largas, las llamadas más espaciadas y que ella empezó a sentir una profunda tristeza que antes no experimentó. Estaba cansada y por fin un día pensó en el futuro…

La sola idea del futuro la asustó….esa vida no era la que ella quería y menos la que necesitaba, pero también sabía que José no podía ofrecerle más…y si se animaba a proponerle otro tipo de relación lo perdería….Perder a quién? A alguien que nunca fue ni nunca será suyo por más de unas horas….

Una de esas interminables noches en blanco donde su espíritu se sentía vacío y su pecho oprimido de soledad ella tomó al azar un libro, lo abrió en cualquier lugar y leyó una estrofa de una poesía:

“Tu vida es una gran río, va caudalosamente

A su orilla, invisible, yo broto dulcemente

Soy esa flor perdida entre juncos y achiras

Que piadoso alimentas, pero acaso ni miras”

Cerró el libro y se quedó pensando. Se dio cuenta que ella estaba desapareciendo como esa flor, perdida y olvidada. Alguien alguna vez dijo: “nadie te hace nada…tu permites que te lo haga”.

Como si hubiera abierto una ventana dentro de cuarto oscuro, la luz le devolvió la esperanza. Solo con descubrir que ella merecía ser feliz Grace tomo una valija, la cargó con lo indispensable y partió al aeropuerto. No sabía dónde iba solo necesitaba alejarse y olvidar a José….lejos y con los ojos bien abiertos estaba dispuesta a ser feliz. Una estrofa de la poesía Dulce Tortura de Alfonsina Storni le devolvió la libertad que jamás debió haber perdido.

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