VE Y ENCUENTRA LA ULTIMA GOTA DE LLUVIA

VE Y ENCUENTRA LA ULTIMA GOTA DE LLUVIA

NES LOP

20/03/2021

A mi esposa María Inés, Docente, Maestra de Nivel Inicial.

A mis hijos, Sheila Nadin, Ian Nabil y Dayla Alexia López Serrano.

A la memoria de mi padre Ángel.

VE Y ENCUENTRA LA ULTIMA GOTA DE LLUVIA

NESTOR RENEE LOPEZ GIANERA / 26 Feb 2019

Quiero contarles una historia que paso no hace mucho tiempo en un alejado paraje de la provincia de Jujuy, donde habitaban no muchas personas. En un momento, la tranquilidad del lugar se vio alterada por la llegada de una camioneta enorme, blanca y doble tracción. Como la ruta puede observarse en una gran extensión la gente pudo verla y todos, como sucede en un lugar chico, salieron al encuentro de la misma, la puerta se abrió y bajo ella, sonriente, un poco confundida tal vez por una geografía que si bien la imaginaba, jamás pudo creer lo dura que podría resultar, por fin había llegado, era ella, la nueva Maestra, los menos vergonzosos se acercaron a saludarla y ella se presentó, soy Kuka Valet y soy la nueva docente del pueblo, un cerrado aplauso se escuchó, por fin la Escuelita tenía su Maestra.

Nuevo Periodo Lectivo, las mujeres del lugar se apuraban para ir a la Escuela a anotar a sus hijos, por allí uno que otro padre, todo duro unos días y al momento de saber cuántos eran, ella tomo el cuaderno y llego contando hasta el 35, unos veinte del lugar y el resto de distintos puntos, de la montaña claro, su corazón comenzó a latir un poco más rápido y de manera distinta, por fin, se hacia realidad el sueño de enseñar lejos, sola y con toda una Escuela para ella.

Trato de organizar todo de la mejor manera posible, una mama para la cocina, otra para que limpie y un hombre para organizar una huerta, que daría en futuras semanas alimentos para los alumnos, el Acto de inicio de clases nunca más se lo olvidara, le dio su teléfono a alguien para que saque unas fotos y le pidió también algo de video, todo listo, la escuelita había tomado forma.

Como nunca, los chicos impecables, todos de blanco, padres, una que otra autoridad y con toda la paciencia del mundo los acomodo en el patio frente al mástil, declino usar la bandera de ceremonias para no crear conflicto entre los chicos, en un viejo equipo de música prestado por un vecino sonó Aurora, y cuando el lienzo azul y blanco, por efecto del fuerte viento comenzó a flamear de manera elegante ella levanto la vista al cielo y formo en su mente la foto mas linda de su vida, la de un cielo impecablemente azul que cobijaba nuestra enseña patria que danzaba elegantemente en ese pedazo de cielo Argentino.

A continuación, rezaba las glosas, entonaremos el Himno Nacional Argentino. Obviamente fue ella la que tuvo que cantarlo mas fuerte y bien entonado, y no fue una vez, sino tres, que la emoción la supero, la garganta no le respondió y sus ojos fueron mares en medio de la seca montaña.

Lindo el Acto, comentaban los presentes mientras respondía a la invitación de la Maestra a pasar, ella tuvo su primera charla con los chicos, luego la misma fue compartida con los padres y para celebrar armaron una mesa para poner la comida y algunas gaseosas para los chicos y para los grandes, chicha y aloja, que llevaron, un poco de chalona, charque, papa andina y choclo con queso de cabra y otras cositas más, no faltaron las cosas dulces.

De repente, ella se levanto raudamente, los presentes la miraron asombrados y salió afuera de la humilde Escuela y todos escucharon lo que hacia mucho tiempo no escuchaban, el tañer de la campana, que a diferencia del campanario de la Catedral de Salta, esta sonaba muchísimo menos y con unas notas diferentes, pero por efecto del viento, cuentan los vecinos que pudieron escucharla perfectamente, rebotando en las montañas y llegando a diferente lados, un campesino que estaba en la falda de una de ellas trabajando con la azada, la escucho, levanto y dirigió su mirada a donde supuestamente estaba y esbozo una hermosa sonrisa, comprendió que las clases ya no eran un sueño, sino, una hermosa realidad.

Como toda Maestra de la de antes, la disciplina era prioridad, algo les comento a los chicos, los formo, despidió a los padres y autoridades, miro a las alumnas y dijo las mujeres primero, y las despidió una a una, con un tierno beso en la mejilla, lo mismo con los varones. Fue la ultima en irse, antes limpio todo con la otra señora, ordeno y cerro con candado la puerta y se dirigió con paso decidido a la casa de la familia campesina que puso a su disposición el cuarto donde vivir, que a pesar de no ser algo grande, era lo bastante cálido, para que ella pueda soportar las bajas temperaturas cuando la noche se apodera de la montaña.

Mesa chica, de un metro por un metro, busco entre sus pertenencias el mejor farol a querosene que pudo comprar y que lo trajo por indicación de los que conocen el lugar, y se sentó a escribir el Proyecto Mensual, que, de acuerdo a lo convenido con la Supervisora, no tendría que ser rígido, por el contrario, ir desarrollándolo de acuerdo a la convivencia y el intercambio con alumnos y la comunidad.

Temprano sonó el despertador, fue al baño y al salir la sorprendieron con un rico desayuno, distinto pero rico y generoso, se volvió a acomodar su guardapolvo lavado a la antigua, es decir, bien almidonado, quiso ser la primera en llegar, pero con sorpresa observó que por lo menos la mitad de los chicos ya la estaban esperando, otro motivo de emoción.

La rutina de rigor para ingresar a la Escuela, primeras enseñanzas y se sentó a seguir escribiendo el Proyecto, pero, tuvo la picardía de darles un poco de libertad para observarlos y saber el comportamiento de cada uno, así paso un buen tiempo, volvió con otras cosas al pizarrón y faltando media hora para salir, volvió a hablarles del comportamiento que debían tener y se plantó en medio del aula y con vos decidida les dijo: Presten atención, los changuitos del medio para acá y las chinitas del medio para allá y lugar donde se sientan, lugar que conservaran hasta el fin de las clases, los chicos obedecieron, se ubicaron, unas cuantas cositas más, hasta que sonó la campana que volvió a escucharse en toda la montaña, mañana seria otro día de clases.

Así fueron pasando los días, las semanas, y la Escuela marchaba de maravilla, esto dio lugar a un constante intercambio con los alumnos y la comunidad, la huerta tenia sus turnos, los chicos asistían por la mañana y se turnaban por las tardes para regar y alguna otra cosita, Kuka, imponía una doble manera de ser, por un lado, que todos sean disciplinados y por otro lado, se abría de corazón con los chicos, lo que permitió que ellos, que por lo general pueden ser un poco cortos en su manera de ser, se manifestaban libremente y de acuerdo a la personalidad de cada uno. De todas maneras, siempre, casi siempre, alguna travesura sobrevolaba el aula y las penitencias eran terribles, a pararse en la esquina mirando la pared por quince minutos, no más de eso. Las chinitas eran más tranquilas y se portaban mejor.

La maestra tenia la costumbre de vaciar su bolso en la mesa porque siempre necesitaba algo de él, cuando paso esto por primera vez, ella acomodaba las cosas mientras los chicos hablaban y reían, ella tomo su viejo vaso telescópico plegable, lo destapo y lo extendió para ponerlo en una esquina, al hacer esto noto que un silencio se había apoderado del lugar lo que le llamo la atención, levanto la vista y todos la miraban absortos, ella no entendía nada, que paso? Pregunto, alguien levanto la mano y con su índice izquierdo, porque era zurdo para escribir, le señalo el vasito, entonces ella comprendió y soltó una sonora carcajada, a la mitad de la misma todos se abalanzaron sobre ella, querían ver el vasito, el mismo, había cautivado a todos.

Kuka Valet era la clase de Maestra, debo aclarar, de la vieja guardia, que compartía lo que ganaba con su escuela y con sus chicos. Un domingo por la mañana, salió caminando para el punto mirador, que no quedaba muy lejos del pueblito, en ese lugar, era el único donde se tomaba señal para el teléfono, aunque renegó un poco, tuvo que esperar casi cuarenta y cinco minutos, pero pudo mandar cuatro mensajes, listo dijo, ahora a esperar,

Para los que no conocen, hay provincias de nuestro país donde las clases comienzan por Agosto o Septiembre y finalizan en Mayo, esto obedece a que en los otros meses, la gente del lugar sufre el invierno de una manera especial, las temperaturas pueden bajar a 10 grados bajo cero y el viento sopla a 100 km/h o más en algunos casos.

La primera semana de diciembre, Kuka desapareció, se la paso todo el día en la Escuela, lo que llamo la atención de algunos. Entonces, el lunes los chicos llegaron, pero no pudieron pasar, a todos les llamó la atención, otra vez esa postal del lienzo con los colores de la patria ondeando libremente en nuestro cielo y la invitación a pasar, cuando entraron al aula no lo podían creer, estaba todo arreglado para fiesta, las mesa largas que prestaron los padres, quienes fueron un poco cómplices de la fiesta, mantel y los vasos de plástico dados vuelta, uno para cada uno, la alegría en esos rostros no puedo plasmarla en mi escritura, y cuando sonó el primer carnavalito la fiesta fue total, después juegos, competencia y a comer y tomar gaseosas, la fiesta fue un éxito.

Una vez calmado los ánimos, se acomodo a los chicos, ella trajo consigo dos cajas de cartón que estaban en una esquina y les dijo, siempre en mi vida de humilde Maestra, trato de que mis niños tengan su regalo. Como saben y por haber comenzado las clases en septiembre no pudimos festejar el día del niño, entonces hoy lo hacemos y quiero entregarles un obsequio, y llamo a la primera niña por su nombre, de una caja saco un vaso telescópico plegable, pero de modelo nuevo y color fluo, los ojos se iluminaron de la chinita, tendría el mismo vaso de la maestra que tanto los había maravillado, se dio vuelta y se fue a su lugar y ella le dijo, vení no te vayas, falta el otro regalo, y de la otra caja saco un libro, Platero y yo, la narración de Juan Ramón Jiménez, se lo entrego, la nena quedo más asombrada todavía, entonces Kuka con todo el amor del mundo la abrazo, se emocionó y le pidió que lo leyera y que ese libro la acompañaría toda su vida. Con su vieja sabiduría, ya sabia que esa alumna, de no pasar nada raro en su vida, elegiría la carrera docente, y quería dejarle su aporte.

Todos pasaron y la misma atención para todos, el vasito plegable y el segundo regalo, algo que le serviría al chico para más adelante, no solo era la Maestra, tenia un don que sobrepasaba ese título, en ese aspecto. Nadie la igualaba. La fiesta fue un éxito, si los chicos salieron felices, los padres no podían ocultar su entusiasmo por ello.

Faltando dos meses para terminar las clases, paso una situación muy particular, algo mágico tal vez, pero sorprendió y mucho. En esa semana, uno de los changos se porto mal tres veces, nada malo, por cierto, entonces cambio la pena, no más ir a pararse ala esquina, opto por darle una tarea para pagar el indebido comportamiento, delante de todos pidió silencio, hizo pasar al frente al niño y le dijo, escúchame Héctor, tres veces en una semana es mucho, así que, porque te portaste mal te voy a dar una tarea para el lunes. ¿Qué cosa señorita? Pregunto asustado con sus ojos queriéndose salir de las orbitas, “ve y encuentra la ultima gota de lluvia” y me la traes el lunes, sin falta me escuchaste, y pensó para sus adentros, con este se va a calmar un poco y se portara mejor.

Sonó la campana, saludo a la bandera y todos en retirada, era viernes, Kuka cerro la Escuela y al salir estaba Héctor esperándola, ella se rio un poco por lo difícil de la tarea encomendada, entonces el le dijo Maestra no entendí bien y se dio este diálogo mientras los dos desandaban el camino a casa levantando polvareda en esas rustica calles.

Héctor: ¿Qué tenía que hacer?

Kuka: que me traigas la última gota de la lluvia, no la primera ni la segunda ni la tercera.

Héctor: ¿Cómo se hace eso señorita?

Kuka: busca la lluvia y espera cuando este parando mira al cielo y busca la ultima gota que esta por caer, la atrapas y listo.

Héctor: pero es difícil.

Kuka: bueno, te voy a dar una ayudita y no me hagas trampa, podes buscar tres personas mayores para preguntarles cómo hacer.

Héctor: ¿bueno y después, que va a hacer con la gota?

Kuka: la mostraremos a todos.

Héctor: ¿y después?

Kuka: vamos a soltarla porque no somos quienes para quitarle su libertad.

Héctor: bueno, chau Maestra.

Kuka: Chau Héctor.

Ese viernes a la noche pensó la manera de como buscar una lluvia y atrapar esa gota, hablo con su papa que estaba en el patio y le conto lo que tenía que hacer para pedirle permiso y poder salir, el padre, con una sonrisa cómplice le dio su bendición, le pidió que tuviera cuidado, que sabía cómo tenía que caminar la montaña y por sobre todas las cosas tener sus oídos atentos para escuchar cualquier ruido que pudiera significa peligro, ta bien tata, dijo el niño y se fue a dormir, y el padre se quedó medio pensativo, no conto conque Héctor jamás decepcionaría a su Maestra y a la mañana temprano se tomo solito unos mates, un bulto chiquito para llevar algunas cosas y en medio de la oscuridad se enfilo en busca de la lluvia, tenía que atrapar la última gota.

Podía ser chico, pero era bastante ágil y sumado a ello que estaba decidido, la montaña solo era una fotografía que pasaba a sus costados, pero miraba todo y cada vez que escuchaba un ruido se quedaba quieto y analizaba que podía ser, no había peligro, entonces seguía, hasta que en una parte diviso un rebaño de ovejas, conocía el tema, sabia como era y como se hacía, busco y busco hasta que la vio, allí estaba la Eulogia, su prima, que estaba pastoreando las ovejas, ella lo saludo cariñosamente, y, sorprendida le pregunto que estaba haciendo solo, el le conto toda la historia, entonces respondió, mira “Etitor”, ándate por aquel camino, hace rato vi unos refusilos y escuche algunos truenos, estoy sintiendo el olor a tierra mojada, en un rato y con suerte alguna lluvia podemos tener, el, le agradeció y salió rápido al encuentro, no podía perder tiempo.

Agitado por tener el paso apurado, camino y camino, hasta que llego al lugar mismo, una gota, otra más, y otro y otra, allí estaba, pero ¿qué hacer? Miro y busco la ayuda de una persona mayor pero no había nadie y el chaparrón se largó, desesperado, solo atino a preguntarle a la misma lluvia, y el rostro se le desfiguro cuando las gotas en caída libre le contestaban, pero eran muchas y hablaban todas al mismo tiempo, tuvo miedo y salió corriendo, primera vez que el miedo lo invadía, comprendió que la búsqueda era una cosa seria, para nada fácil, pero no debía defraudar a su Maestra.

Pasaban las horas, en la falda de un cerro alto se encontró con un hombre, que si bien lo conocía, no tenía trato con él, varias veces lo había visto en el mercado donde vendía papines, volvió a contarle la historia y socarronamente el le dio unas hojas de diario y le dijo, acá tenés, en estas hojas atrapa tu gota y llévala a tu casa, el lo miro, dio las gracias y siguió caminando, ara un chico, pero no era un tonto, sabia que su gota se secaría en el papel, afino de nuevo sus sentidos y se dirigió al encuentro de otra lluvia, había tenido suerte, no siempre llueve dos veces en la montaña.

No tenía para tomar nada, pero si la habilidad de buscar bajo las piedras, pequeños y cortos hilos de agua, así que se tiro de panza a beber, había caminado mucho y tomo hasta saciarse, luego se sentó arriba de una roca plana, levanto la vista y quedo asombrado, la belleza del paisaje suele dejar sin aliento a aquellos que nunca estuvieron, el esbozo una picara sonrisa, tenía toda la montaña para él. Saco un poco de charque y se puso a comer, estaba rico, y antes de dormir a la noche, busco en un mueblecito un bollo, eligió uno con mucho chicharrón y lo guardo, lo saco, lo corto con la mano y se deleitó comiendo, sentía en el pan las manos de su madre y su habilidad para trabajar la harina.

Un poco mas de agua y se largo de nuevo al camino, debía enfrentar de nuevo a la lluvia, no sentir miedo, rápidamente en el cielo se estaba formando una tormenta, el frio viento le erizo la piel, un débil trueno y comenzó a llover, pero, a diferencia de la anterior, esta una lluvia tranquila, así que otra vez, se puso a preguntarle donde encontraba la ultima gota, al ser menos, ellas le contestaban y le contaban algunos secretos de la lluvia, y lo que él había venido a buscar se llamaban las remolonas, que son las ultimas gotas y que al ser mas chicas y livianas, suelen flotar libremente, llevadas por el viento, casi siempre, buscan donde bajar, una hoja grande, la soga de ropa o el lomo de algún pájaro que sale a volar anunciando que está dejando de llover, busco el papel pero estaba todo mojado, no servía, como lo pensó, pero más allá de la frustración, sabia que le quedaba tal vez una oportunidad más, una persona más a quien consultar, no se desanimo y siguió caminando, en su interior sentía que podía conseguir lo que había venido a buscar.

Llego a un pueblo mucho más grande, que en reiteradas ocasiones lo visitaba con sus padres cuando venían a comprar algo de mercadería y una que otra herramienta y caminando sus calles pensaba como haría, a quien podría preguntarle, eso lo preocupaba, hasta que doblando una esquina, paso por una casa donde había una placa al costado de la puerta, vieja ya, algo oxidada pero se podía leer perfectamente, decía, HÉCTOR IBAÑEZ – BIOQUIMICO, el leer su propio nombre le dio confianza y pensó para sus adentros que este señor era la persona que le daría la información correcta.

Tímidamente golpeo las manos un par de veces, hasta que salieron un par de perros ladrando y por atrás una mujer que trataba de correrlos con un repasador, al llegar le dijo, ¿qué andas buscando changuito? Entonces, el con el dedo señaló la placa y le dijo que quería hablar con don Héctor. Ella lo miro detenidamente y le pregunto si necesitaba hacerse algún análisis porque el ya no trabajaba, se jubilo el año pasado, rápidamente le contesto que era por otra cosa, bueno, entonces pasa, está tomando mate en el patio.

Ya en el patio ambos se saludaron, se sentaron y el bioquímico, un hombre amable, de baja estatura, le dijo que le cuente que es lo que lo traía por su casa, y el chico le conto detalladamente lo que había pasado y lo que la Maestra le había pedido, entonces este señor rápidamente se dio cuenta, le causo gracia pero no quiso bajarlo al chico a la realidad, por el contrario, lo ayudaría a encontrar lo que buscaba, le dijo que esperara que le traería algo, fue a su viejo laboratorio, que si bien ya no se usaba estaba impecablemente limpio, en un cajón busco algo y de un armario saco otra cosa más y volvió en busca del chico.

Se sentó, y le dijo, te voy a ayudar, presta mucha atención, guarda bien esto, son dos rectángulos de vidrio, cuando encuentres esa remolona que andas buscando la pones entre estos dos vidrios con mucho cuidado así no se te escapa, y esto que te doy, guárdalo en el bolsillo de tu pantalón, es cintex, cuando tengas tu gotita de lluvia entre los vidrios le pones el cintex por todo el borde así no se seca y podrás llevarla y mostrársela a tu maestra, Héctor agradeció y se levanto para irse, pero el bioquímico tenía algo más, mira chango, camina para allá que algún chaparrón vas a encontrar, ¿que usted sabe de lluvia señor? Pregunto Héctor, y otra vez una franca carcajada, no changuito, escucho el pronostico del tiempo por la radio, se despidieron y al camino otra vez.

Ahora, con mas entusiasmo que nunca se dirigió al lugar que le habían indicado, que no estaba muy lejos, el viento que de lleno le daba en la cara le traía ese olor a tierra mojada, hasta que sucedió, la primer gota le dio de lleno en el ojo y sabia que era el lugar indicado, la lluvia se largó, por suerte no fue mas de cinco minutos hasta que comenzó a dejar de llover, busco los vidrios y a los gritos preguntaba cual era la ultima remolona, una suave brisa y el cielo se despejo un poco mostrando su color azul, lo que lo ayudo a divisar las ultimas gotas que caían y ayudado también por ellas, le indicaron cual era y el corrió un poco hasta alcanzarla, puso el vidrio y esa ultima gota de lluvia se acomodo mansamente, ya no llovía, entonces con mucho cuidado tomo el otro vidrio y saco el cintex y pego los bordes tal cual se lo habían indicado, con la satisfacción de la tarea cumplida tenia que volver a casa.

Miro las montañas buscando el camino a casa, debía apurar el paso para no llegar muy tarde, en eso paso una camioneta un poco destartalada, freno y retrocedió, era la camioneta del verdulero que lo reconoció pues una vez a la semana pasaba por su casa a vender, subí le dijo el conductor, acomódate entre los cajones y si te hace frio pedime que acá tengo una manta para que te tapes. Héctor, aprovecho la oportunidad para hablar todo el viaje con su gota de lluvia.

Llego a casa, agradeció por el viaje, al verlo su mama respiro tranquila, el acomodo con mucho cuidado su trofeo que tanto le consiguió obtener y se acostó a dormir, todavía tenia el domingo para descansar y el lunes estaría temprano en la Escuela para darle a su maestra lo que le había pedido.

Ese lunes estuvo temprano en la escuela y al rato llego la Maestra, Héctor la saludo y pasaron al aula, aprovechando que los demás chicos no habían llegado, el le conto toda la aventura que tuvo que pasar, Kuka, incrédula y asombrada, solo escuchaba el relato y por momentos apoyaba sus codos en la mesa y se agarraba la cabeza, pero no obstante ello, lo felicito y le dijo que pusiera a la gota de lluvia sobre el armario, luego, comenzaron a llegar los otros chicos y fue un día normal de clases.

Al día siguiente, durante el recreo, todos los chicos estaban en el patio jugando, solo quedo Héctor que estaba con su gota de lluvia y la Maestra acomodando el registro de asistencia, luego tomo un libro grande y pesado para escribir una tarea en el pizarrón, como no había mas nadie se puso a charlar con el chico y le pidió que le dijera de que más habían hablado, el se dio vuelta y mirando a su Maestra le dijo, ella la conoce a usted, ¿no me digas? Y ¿de dónde? Dice que, de Salta señorita, al escuchar esto ella se dio vuelta y acercándose a la mesa no podía ocultar su intriga, ¿y que más sabe de mí? Dice que fue en una escuela, fue un chaparrón nomas y que ella eligió bajar sobre un guardapolvo que estaba colgado en un alambre para ropa y usted venia corriendo y decía que no se moje, que no se moje, mañana tenemos el acto.

Por un momento, Kuka quedo sin reacción al escuchar eso, luego, su mano se aflojo y soltó el libro, este cayo pesadamente sobre el vaso plegable que estaba con agua y la misma se esparció por la mesa mojando todo lo que allí había, luego no pudo sostenerse en pie y busco la silla para sentarse, como sabia el o la gota sobre ese suceso que había ocurrido veinte años atrás. Era verdad y no podía encontrar una explicación lógica a lo sucedido, era inverosímil, por las dudas, nunca más les pediría a los alumnos que busquen algo ilógico porque no quería verse sorprendida de nuevo, de todos modos, quedo confundida, pero más allá de eso, quedo con su alumno que ese mismo día por la tarde soltarían a la gotita de lluvia.

La buscan Maestra, le aviso la dueña de casa a Kuka, era Héctor, ya voy respondió. Luego se fueron camino a la Escuela a retirar a la gotita de lluvia y ella le pregunto a donde irían, allá dijo señalando con su dedo, en aquello roca grande que se ve allá arriba, en ese lugar, el año pasado soltaron un cóndor que trajeron y vino mucha gente a ver.

Llegaron, con mucho cuidado el deposito los vidrios sobre la roca, saco el cintex y retiro el vidrio de arriba dejando la gotita de lluvia expuesta para que el viento pueda liberarla y volver a convertirse en parte de una nube, Héctor hablo con ella por ultima vez, la saludo, mientras Kuka miraba atentamente, luego, una ráfaga de viento y la remolona quedo liberada, el changuito recogió los vidrios y volvieron a casa.

Dentro de poco terminarían las clases, ella volvería a su Salta natal a descansar y tomar fuerzas para luego volver y encarar un nuevo año lectivo, pero con la experiencia vivida se preguntaba si tendría que pasar por otra experiencia similar que la lleno de asombro, pero bueno, esos lugares, dicen, son mágicos y suelen pasar cosas que no tienen explicación.

Néstor Renee López Gianera

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS