Comienzo a ver lo enviciado,
Para dejar de celebrar lo benévolo,
La misericordia y la pena no están en mi deber,
Son los objetos que me enseñe a dejar de obsequiar.
Insignificante fue la paciencia,
Porque te gusta el alba,
La pureza y la singularidad,
La bondad que no te deja respirar.
Se quiebra el respeto y la reminiscencia,
Las multitudes son bazares,
Donde puedo encontrar con ligereza,
Las cosas que buscaba, y nunca me fueron otorgadas.
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