Mustio, encerrado y encorvado,

un buitre añejo rasga el papel que contuvo el alimento culpable,

sueña con la sangre y el viento en su pico,

sueña con sus plumas y el despojo maloliente en sus garras…

Sueña.

La fe es algo que no se puede tener en estos tiempos,

la fe se criminaliza con la multa y el absurdo,

el cariño es un bien ajeno,

una dádiva que ya no se da.

La carroña se pierde en la memoria,

la culpa se encarga de hastiarnos,

y repletos, orgásmicos, somos lo no existente,

la memoria se pierde entre el polvo del camino,

lo valioso ya no lo es para la posteridad,

es, siempre y cuando su brillo ilusorio

se mantenga en la ramplonería exigida,

estamos así, conversos, aullando por basura y metal…

Sin volar siquiera, sin sentir el viento, adeudados,

enclaustrados.

Llenos de cinismo y mentira.

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