La niebla que te envuelve.

La niebla que te envuelve.

Nadie nos suele hablar de la niebla. Hay quien lo atribuye a las convenciones sociales, hay quien diría que son mecanismos de defensa, pero ahí está, envolviéndonos a todos, haciéndose más y más espesa a medida que llegamos a adultos. 

Cuando somos niños, podemos campar a nuestras anchas, atravesando la niebla, yendo y viniendo porque no nos temen. No esperamos que un niño nos pueda escrutar y por eso permitimos que se acerquen, que nos toquen y pregunten a discreción.

Cuando la vida hace lo propio y nos va dejando su huella, la mayoría nos instalamos cómodamente entre la bruma. Nos han herido, conocemos los complejos y cuanto más espesa nos cubra mejor que mejor. A partir de ahí, nos oirán sin ver más allá, verán aquello que escojamos y escogeremos sin ver más allá. 

No es de extrañar que así, entre tantas siluetas insinuadas, acabemos por guiarnos por nuestras propias expectativas, ajenos a quien realmente tenemos delante.

De este modo, no podemos sino llevarnos decepción tras otra y es normal. En mitad de la espesura, la humedad y la soledad calan hasta los huesos. Ya sea con caricias, llamadas, conversaciones o una simple mirada podemos comprobar que hay alguien detrás del telón.

Pero da igual, hay amantes que incluso dando rienda suelta a sus deseos no pueden ver más allá de la punta de su propia nariz. Resulta tan densa esta capa que se podría decir que acaba por convertirse en la piel de muchos. Narcisistas, tímidos y tímidas, acomplejados, maquiavélicos en potencia, mentirosos, miedosos, a todos acaba por servirnos bien y al mismo tiempo nos aleja de todos.

No nos engañemos, en tremendo tablero, no serán muchos los que se nos revelen auténticos ni tampoco a los que queramos descubrirnos. No vendrán siempre que tú lo precises, cuando te cale hasta los huesos, cuando te canses de aporrear el vacío. Vendrán, seguro, sin más. Se quedarán en tu vida o en la memoria para abrirte caminos, para dejarnos su estela, para darle sentido, para atravesarla como una rayo atraviesa el bosque más frondoso, a ella… A esa niebla de la que no nos suelen hablar.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS