Capítulo 3: El engaño

El profesor comenzó a decir que Ana era la llave del mundo, una divinidad interrumpida. Ella podía ir y venir atravesando dimensiones cuando estaba dormida.

Aquellos seres que describía en sus sueños, eran seres dimensionales, guerreros o humanos evolucionados que buscaban explorar en la era oscura de la humanidad. En un presente eterno que era sinónimo de la involución.

Aquellos que provenían del futuro experimentaban con la conciencia humana porque allí estaba el origen del universo. Y para explorar en la mente de forma segura habían creado un artefacto llamado “El Planetario”. Inducidos a un sueño profundo, la conciencia era redirigida al mundo tal y como lo conocemos hoy.

El profesor había resuelto o creía tener la respuesta a los problemas existenciales de Ana, en resumen; este mundo era una trampa temporal que mantenía cautivos a viajeros futurísticos, seres como ella y los demás viajantes. Ella no era de este mundo sino del futuro y tras una falla en el artefacto onírico que llamaba planetario, fue la última pasajera del proyecto con la misión de dar libertad a los allí atrapados; todo encajaba si quién relataba los hechos fuese el filósofo errante, todo me sonaba absurdo pero Ana eligió creerse ese mundo alternativo.

Pero el profesor dio un nuevo sentido a la realidad con sus supuestas leyes y ese lenguaje de locos tan propio en él. Decía que el mundo era como el nivel de un juego, dónde las reencarnaciones de vidas pasadas se debían a malos jugadores, que se apresuraban a ganar sin tener del todo claro en qué consistía este juego que el comparaba con la vida. La misión de Ana era dar libertad a los primeros tripulantes que luchaban secretamente con un programa defectuoso.

En nuestro planeta, los compañeros y viajeros futuristas que combatían a su lado incluyendo a Miller, tuvieron la oportunidad de experimentar la vida en la tierra, al origen de las emociones del fracaso, un salto años luz al pasado recreado. Accedieron con la voluntad dirigida en contribuir a la evolución, pero las emociones eran salvajes o demasiado primitiva causando el naufragio universal.

El profesor pudo convencer a Ana, experimentando la hipnosis se introdujo a su mente y empezó a reconstruir las piezas fragmentadas de su verdad o lo que él decía hacer a perfección. La empatía de este filosofo errante daba miedo cuando era vista por un profesional de la salud mental, Miguel moldeaba el futuro modificando la realidad, unía las ideas pensamientos y dudas de Ana, las hacia suyas para dar sentido así a su filosofía de vida, convencer a todos de la verdad única y las leyes universales solo por el hecho de experimentar y crear qué era lo que lo motivaba.

Para mí el profesor era un inventor, un ser humano creativo y algo perverso. La mañana de abril del 2020 mis primos me sorprendieron, no esperaba visitas con una pandemia en curso. Pero ellos estaban muy desesperados. Su hija Milán estaba sufriendo episodios de persecución, acoso y temían por su vida. La ex pareja de mi sobrina era un policía y no aceptaba que la relación había terminado. Se sentía humillado por ella o traicionado según lo que Milán dijo a sus padres, cuando la pandemia parecía poner más restricciones el muy desgraciado rompió la perimetral establecida por la justicia, y la sorprendió dándole una advertencia de muerte si volvía abrir la boca, puesto que las denuncias en su contra le perjudicaban su profesión. Las fronteras estaban cerradas, por lo que mis primos recurrieron a mí.

Esa noche el profesor escuchó a mi familia y nos ofreció ayuda, me negué al principio pero su insistencia no daba tregua y accedí. Creo que eso de algún modo fue más que atravesar murallas, íbamos en contra del sistema; de algún modo no obedecíamos el confinamiento pero también el vínculo doctor paciente desaparecía por completo.

Milán no respondía el teléfono hacia 2 días, la dueña de la pensión donde alquilaba dijo que ella estaba bien, pero la familia no pudo comunicarse porque cuando llamaban ella había salido a comprar o simplemente sonada el teléfono y ya nadie respondía. Algo no andaba bien, y estábamos preparados para ir en busca de la verdad.

  • Tengo muchos amigos en la provincia vecina, me encargaré de contactarlos.- dijo el profesor.
  • gracias Miguel.- respondió el doctor.

Lo que hizo el profesor fue algo osado y muy humano, a lo mejor después de esa noche despertó en mí confusos sentimientos por lo que dejaría pasar algunas cosas.

Esa mañana él había tenido una interesante charla con sus compañeros. Incluso yo o el profesor podíamos ser ese tal Miller si lo pensaba a fondo. El arte es tan humano que estaba en todos nosotros, pero él seguía insistiendo en que Ana era solo la llave para que Miller revelé su identidad. “Miller es un cobarde”- dijo el profesor, “estoy convencido de que él sabe quién es y se oculta”

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  • ¿En qué piensa profesor?- pregunta John
  • En muchas cosas John, no viene al caso pero les diré. Muchos me decían que la música era lo mío cuando era joven como ustedes, pero no era lo que quería entonces y estudié para enseñar en la universidad, descubrí el amor a las letras y empecé a escribir poemas. Hoy casi moribundo viejo y cansado, cuando más ganas de vivir siento y empiezo a disfrutar del canto por las mañanas me dice el doctor que es peligroso por mi corazón. La música alimenta el alma, pero a mí me la han prohibido. Debo estar maldito.
  • Con usted no sé si reír o avergonzarme de mí por quererme reír. ¿Cómo es eso? ¿Tan mal está? Yo lo veo muy saludable. Dijo John tartamudeando.
  • Guste o no, estamos solo de paso en esa vida. Mi tren está llegando, algunas tardes siento o imagino un silbido o el claxon, una presencia asechándome, creo que es la muerte.
  • Esas cosas dan miedo- dijo Ana
  • Pero eso no es todo, siempre he sido algo intranquilo y muy curioso. Fui a la biblioteca para buscar algo con que engañar mis pensamientos y accidentalmente oí al profesor hablando con alguien al móvil ¿Y saben que oí? Que estamos sobre un cementerio indio. Este bello palacio es sitio profano. A lo mejor no esté tan loco.
  • Profesor, me quede pensando y esto que dice del cementerio también es interesante pero; ¿Cuáles son los síntomas de su enfermedad?- pregunta John
  • Pérdida de memoria, desorientación, epilepsia del módulo temporal, sensibilidad extrema según el doctor, no debo experimentar emociones fuertes o apuro el asunto dice, cambios de comportamientos. En resumen una desfragmentación de mí mismo. A medida que desaparezco; también olvido la persona en la que me fui convirtiendo con el correr de años. Pero los síntomas son imprecisos sabes por qué. Puede que tenía voz para el canto, pero no era bueno recordando la letra de las canciones, hoy mi memoria parece amenazada pero mi voluntad prevalece y recuerdo letras de canciones, recuerdo las cosas de forma organizada.
  • Pero suspendamos esta conversación para otro día y paso a responderte lo que querían oír sobre Miller.
  • Pensé que nos iba a dejar con la duda, usted acostumbra a decir las cosas a medias- dijo Ana
  • No soy yo, sino el genio maligno que se apodera de mí.

Existe una realidad no explorada por su complejo sistema, tratar de hacerles comprender podría enférmalos como yo y no quiero eso, presten atención; sus experiencias son el arsenal con el que cuentan, voy a ser más directo. Miller puede o no ser un artista, el arte es humano, sino no lo fuera ¿qué sentido tendría su existencia? En el capítulo 10 dejé detallado lo que hace años pensaba de los artistas, en una época dura con el país endeudado y líos en todos lados, viajaba mucho; mi esposa había fallecido y llevaba a Dilan a todas partes, no podía pagarme una niñera y no quería quedar como un inexperto padre amparado en el favor ajeno. Habían noches que salíamos a comprar y lo dejaba horas encerrado en el coche, porque si lo llevaba conmigo quería tocarlo todo o hablaba de más y no quería pasar vergüenza, al principio pensé que el miedo era inventado, me decía que daba miedo la soledad, yo le decía que no había nada por temer y le encendía la radio para escuchar música o gente hablando, porque una vez demoré más de la cuenta y Dilan estaba fuera del coche conversando con un tipo extraño. Conseguí convencerlo, engañó al miedo y comenzaba a fantasear con la idea que los artistas eran ángeles de Dios, los que nos devuelven la calma ante la furia de un huracán, estaba perplejo en las mil posibilidades. No sabía ingles pero repetía las letras que escuchaba, hablaba con metáforas o palabras nuevas. Empezó a llamar peor la atención; y entonces empecé a reflexionar sobre el lado oscuro del arte humano, y lo volqué en ese capítulo años después. Voy a leerles ahora lo encuentro- dijo abriendo el libro que llevaba rato sacudiendo.

El profesor tenía algo muy delicado aparentemente por decir, siempre que las palabras se agotaban recurría su libro de ayuda mental. Pero también lo hacía cuando buscaba conectar realidades, sin saber entonces lo que estaba tramando el leyó hasta donde se lo permití.

<< El llanto del artista

¿A dónde me ha conducido mi desenfrenada e insaciable búsqueda?…

Choqué sin querer con un ser evolucionado superior en sabiduría, de una mentalidad clara entendible y tan lejana al pensamiento humano, con susurro poético se fue acercando a mí. No vino a seducirme sino a liberarme de las garras de la destrucción.

Algunas personas nacen con todo, lo justo y necesario para existir; pero a medida que experimentan la vida lo olvidan. En la vida también convivimos con otros seres cómplices de vida, algunos con peor destino al nuestro por nacer preseleccionados o negados a la verdad. En ese oscuro mestizaje humano me detuve 20 años para poder absorber el contexto más próximo a una elevación de espíritu.

Dios estaba suspendido en esos años de oscuridad, no había dialogo pero la conexión seguía viva y podía sentirla en el corriente sanguíneo de mis venas, en las vibrantes ventanas de percepción humana al respirar en las mañanas. Me sentaba a tomar mate en el balcón fumando ilusorias posibilidades de corregir el rumbo de mi desdichada vida; porque aunque el aire no era puro, en mí había esperanza y fe, el hombre era desagradable pero también inocente y primitivo; siempre dentro y fuera de él.

Mi buen amigo no estaba ausente, yo era parte de él y el mundo también. El arte era esa joya Pandórica dónde Dios aguardaba hasta su próxima venida. Durante 20 años fui su fiel servidor, rastrille a fondo una tierra plagada de tonalidades cargando como brújula alternativa el lenguaje artístico, llegando a captar que la vida era un arte viviente.

Los artistas tenían ese toque magistral, prolijo propio del alma humana. Si había algo más característico y noble de la condición humana era la creación artística. Nada levantaba mejor el ánimo del hombre herido que el llanto del artista mismo. Era tan necesario el arte así como el aire para existir. La música alimentaba mi alma constantemente herida, me introducía a sus técnicas y variación aprendiendo algo nuevo, presente pero ausente me halle a mí mismo nadando en las corrientes de una verdad poco probable pero insistente.

Me dolía admitir que algo de locura se mestizaba en mis descubrimientos, mis palabras ponían en juego mi voz; o me volvía un músico incomprendido o un filósofo errante mientras que lo que realmente dolía era explorar el alma humana, nuestros antepasados y el porvenir; consiente de no ser el primer ni el último ser consciente de esa doble realidad vigente.

El cronograma era preciso y el tiempo amenazaba enjuiciarlo; los pasos a dar debían elevarme de nivel para así tener posibilidades de no perder en este juego de apariencia-realidad. Todo lo que une así como separa al ser humano de su propia condición de ser, sus miedos y fortalezas eran las herramientas que debía usar si quería revelar la siguiente verdad universal. Pero como no era digno ni siquiera de portarla me amparé en los brazos del arte mismo, temeroso y fugitivo de mis propios miedos temporales.

Mi buen amigo habitaba allí, demasiado liberal para mi estilo; su intensidad no tenía límites. Dejó verse al desnudo y estallo mi cerebro, me dejé atrapar por su encanto.

El candado que sujetaba las cadenas de la incomprensión y el suicidio idealista, golpeó mis pies; estaba frente a algo nuevo pero con una sombra amiga protegiéndome los pasos. Mi gran sorpresa fue verme a mí mismo sumiso detrás de las cadenas; ahora algo no estaba del todo claro, aquella proyección parecía el déjà vu
piloto de un experimentalista inexperto.

¿Qué tan innato es el arte? ¿O es la sombra de un ser superior o su genética misma en proyección? Mientras el mundo se tornaba caótico, en el arte descubrí consuelo, me reveló sus secretos: el profundo dolor que emerge del alma humana; sanando mi espíritu herido y también devolviéndome la fe. Taciturno y decidido a correr despavorido, solté la mano nuevamente de aquel ser errante de aspecto artístico. Otra vez a la deriva y con nuevas verdades clavadas a mi espina dorsal caminé esos años, un himno era el arte en mi vida ahora. >> –

Entre para interrumpir su lectura, les dije que habían llegado unos familiares y no tendríamos terapia esa noche.

La última noche de abril, el profesor se mostró amable y decidido a aventurarse a un viaje improvisado para encontrar a Milán.

Cruzamos la frontera a pie hasta donde nos aguardaba un campesino con caballos, hicimos mucho trasbordo hasta finalmente llegar a San Fernando, los contactos de don Miguel facilitaron el viaje. No podíamos estar quietos y había que ser muy cuidadosos al hablar en público, ya que si el tono de voz o tu aspecto extraño despertaba sospecha en los vecinos, estos darían aviso a las autoridades a cargo; se decía que los catamarqueños ya habían sobrevivido a otros virus gracias a la cooperación de su gente y la virgen del Valle que los protegía con su manto divino. Lo cierto era que habían cerrado de punta a punta sus fronteras, evitando paso a todo el que se asomaba a la vecina provincia. Por eso debíamos tener cuidado.

En la ciudad nos hospedamos en casa del Tío de don Miguel, un veterano de Malvinas muy respetado por el barrio Alem. Milán se alojaba al otro extremo de la ciudad, cerca de la universidad. El primer día, nos dirigimos a la pensión de mi sobrina, la casera nos recibió permitiéndonos abrir la habitación de Milán. Confirmando las sospechas que ella llevaba días fuera de ahí. Pero la señora había dicho por teléfono que ella estaba ahí, algo que no encajaba. El profesor se quedó inmortalizado mirando una imagen de Fray Mamerto Esquiú, luego preguntó a mi cuñado si Milán era Católica, lo cual era así pero algo ponía pensativo al profesor quien saco su teléfono celular y capturo la imagen. La señora interrumpió el silencio para hablar de esa imagen, nos dijo que los estudiantes le piden a él para que los ayude con los exámenes.

Cuando salimos a la calle, alguien trataba de esconderse detrás de un árbol. Era el ex novio. Cuando lo reconoció mi cuñado salió a enfrentarlo, exigiéndole respuestas; se pusieron a pelear en la calle y la policía intervino rápidamente. Don miguel me sujeto del brazo y me apartó de ahí argumentando que si atrapaban a los tres Milán no tendría oportunidades. Cuando la policía se alejaba llevándose esposado Ariel alcanzamos a oír que alguien les informó que había extraños con actitudes sospechosas caminando en la calle. Eso alimentó más la sospecha del profesor.

  • Muéstrame de nuevo la foto de tu sobrina- dijo el profesor.
  • Toma el teléfono, ese es su Instagram.
  • Tal cuál mis sospechas.
  • ¿Qué sospechas?
  • Alguien rapto a Milán, alguien de una secta. En la habitación me llamo la curiosidad un bordado en el traje del Fray, la imagen ha sido modificada. Y en las ultimas fotos que subió Milán observa- dijo señalando a la señora de la pensión. ¿Qué hace ella en todas las fotos? ¿O son más cercanas de lo que sabemos o algo olvidó mencionar? Y que lo que tiene en sus manos para la misma imagen de la habitación
  • Miré don Miguel. No se llevaron al novio. A lo mejor conseguimos hablar con él.
  • Vallamos por él.

El chico parecía estar al tanto de lo que ocurría, dijo que si había discutido con Milán pero porque ella había iniciado una amistad peligrosa con la persona que le rentaba la habitación. Según él, la mujer era una estafadora, había estado presa ya y estaba dentro de una secta que secuestraban mujeres para experimentar con ellas.

– ¿Qué clase de experimentos?

– No lo sé. La gente que asiste a esas reuniones son la peor escoria de la sociedad, algunos como Milán son engañados. Yo le advertí, pero ella escucho a esa mujer y comenzó a denunciarme, hasta que me pusieron la perimetral. La seguí en ocasiones, nunca se reúnen en el mismo sitio. Creo que aún está viva.

– Tu eres policía ¿porque no hiciste algo?- dice el doctor Robinson

– Usted no entiende. Con la pandemia las cosas se complicaron. Esa mujer es la madre del líder de la secta. Se obsesionaron con Milán cuando vieron el lunar que lleva en la espalda. Miren, si quieren ayudarla vengan conmigo.

Subimos al auto del chico y luego seguimos a la mujer cuando salió de la casa. Llevaba un bolso grande y pesado, eran los instrumentos para el ritual. Estaba anocheciendo, había una iglesia en medio de la nada. Allí reconocimos a Milán, pero no parecía estar en contra de su voluntad sino todo lo contrario. Ocultamos el auto entre los árboles y lo cubrimos de ramas.

Estuvimos observando 2 horas mientras comenzaban a ornamentar el lugar. Milán se la veía tranquila, vistiendo un vestido rojo su cabello había sido rasurado y portaba en la cabeza una extraña joyería que colgaba. Su excesivo maquillaje no le favorecía, me costó reconocer a mi sobrina.

  • Esta es el lugar donde vivió Fray Mamerto Esquiú, por eso usaban su imagen para indicar el lugar de encuentro. –dijo el chico
  • No entiendo porque hay tantas personas gastando energía, tiempo y pensamientos en cosas que hacen del ser humano una mierda inagotable. Doctor, usted que es más habilidoso baje la montaña y busque a la policía, llame a bomberos e informe sobre un incendio, despierte a los vecinos. No dejaremos que escapen. Confié en mí, no apartaré mis ojos de Milán con el chico vigilaremos.-dijo el profesor
  • Miguel, usted no debería estar aquí. Me preocupa su salud. Quizás debería ir usted o el chico.
  • Van a comerse a su sobrina, esta gente practica el canibalismo.
  • ¿Y usted como lo sabe?- dijo el joven
  • Por la mesa, la ofrenda y la vestimenta. No quiero hablar de más porque perdemos tiempo. Confié en mí doctor.
  • Está bien.

No sé si lo dedujo pero acertó. Iban a comerse a Milán, no eran muchos invitados; la policía junto a los bomberos y unos jóvenes que encontré calles abajo tomando vino cooperamos para detener a los malos. Por la mañana regresamos a Tucumán, Milán estaba confundida, ella quería ser la cena. Se creyó todo lo que le dijeron, por lo que su salud mental ahora requería tratamiento.

  • No debieron interrumpir tío. Yo quería sacrificarme. Ahora por ustedes el mundo está condenado.
  • El mundo nunca tuvo cadenas, la vida es algo complicada nada más.-dijo el profesor
  • Usted es un enfermo mental. No me hable por favor.- respondió ella
  • No le faltes el respeto hija- dijo el doctor.
  • Es muy joven para entender cómo funcionan las cosas doctor. Ya aprenderá.- agregó el profesor con una sonrisa burlista
  • ¿por qué sigue hablando? –preguntó enojada
  • Porque tengo boca y más años que tú.
  • Por favor Milán, guarda silencio. Tu padre está llegando. Don Miguel no le diga nada.
  • Ariel bajo de la combi de la policía y corrió a abrazar a su hija, luego de contestar todas las preguntas de los policías nos escoltaron de regreso a nuestra provincia. Mi secretaria me entrego los audios de mis pacientes, pero estaba muy cansado para escucharlos.
  • No me bañe esa mañana me metí a la cama después que mi familia se marchó.
  • Por unos minutos de cansancio y delirio, soñé que una tribu caníbal me devoraban, cortando mis extremidades con filosos utensilios hecho de hueso y piedra. El líder de esos primitivos se parecía al profesor Miguel, quién le daba instrucciones a uno de los salvajes para que me arrancaran los testículos.

Esa fue la primera de muchas pesadillas.

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