DEMOCRACIA

DEMOCRACIA

Gelzaros

25/02/2021

NO ES PLENA: ES DE PENA

¡Ja, ja! ¡Democracia plena!

Es una inmensa estupidez

defender la democracia

y alimentar al interés.

Nosotros, nada mandamos

pues tenemos que obedecer

a nuestro único amo:

«el CAPITAL en su crecer»,

con aumentos desbocados

de la noche al amanecer;

con la banca enloquecida

para robarnos la vejez,

que nos presta lo que no hay

pero que –¡ay!– hay que devolver,

con nuestro esfuerzo futuro

como tributo a su avidez.

Y con dinero inventado

todo lo consiguen comprar:

A explotador y explotado

en su mecánico actuar,

vendidos en el mercado.

Al que nos va a aporrear

–mercenario voluntario–

que le gusta mucho pegar

porque está descerebrado

y no sabe ni conversar,

vendido como soldado

al servicio de su maldad.

Al periodista creado

para que nos pueda engañar

después de haberse engañado

él mismo, en su vulgaridad,

cual peligroso activista

y prosistema terminal.

Al mezquino perturbado

que obedece a la autoridad

como bobo adocenado

con hueca personalidad.

Al pobrecito explotado

que no sabe ni que lo es

y que defiende a su amo

aunque le ha robado su ser

y su cerebro ha estrujado

tras amarrarle por los pies,

mientras cree que es empresario

cuando se contempla al revés.

¡Qué pobre!, ¡Qué desgraciado!

se imagina lo que no es

cual gusano disecado

reconvertido en un cien pies.

Y compra a quien le ha comprado

para que le compre otra vez

tras pegarle otro bocado

que él se lo va a devolver.

Puede que esto deba explicar

y comprender quien compra a quien,

como funciona el capital

y como consigue crecer:

Compra trabajo pasado

pagando todo su valer

y compra trabajo vivo

solo por lo que ha de comer

aquel que va a trabajar,

para que lo vuelva a hacer,

acrecentando al capital,

pues mucho menos va a obtener

de lo que él le va a dar.

Y así obtiene la ganancia,

que no sale de la nada,

pues sería extravagancia

una nada aumentada.

Ganancia que ha de repartir

–si no tenía el capital–

con quien tiene el monopolio

y la magia para crear

un dinero inexistente,

pero que se habrá de pagar,

crecido con intereses,

para esa mentira cancelar.

Pues son la cruz y la cara

de nuestra absurda realidad:

quien te roba vida y alma

y quien la va a hipotecar,

después de habernos vendido

sin derechos que reclamar.

Pero no nos preocupemos

porque nos van a consolar

ofreciendo la patraña

de una realidad virtual,

que la llaman DEMOCRACIA

y que es una gran falsedad

carente de toda gracia

y símbolo de su maldad.

Si el pueblo tuviera el poder,

y con varita mágica

se fuera a desidiotizar,

quizás pudiera proceder

a su poder legitimar

con la ley constituyente

–de soberana voluntad–

que le hiciera independiente

de las leyes del CAPITAL.

Todo sería de todos

convertido en bien comunal,

dejando cara de bobos

a los dueños del capital,

sin sus caretas de lobos

y sin máscaras ni antifaz.

Bailarían como locos

al sentirse en comunidad,

ya sin sorberse los mocos

en su terrible soledad,

la del grupo de los pocos

que explotan a la humanidad.

¡Felicidad para todos

con cogestión y hermandad!

¿O no?…

¿Sería inimaginable

que no se llegue a entusiasmar

algún que otro miserable

con este magnífico plan

de alegría en las calles

y de compartir y cantar?

¿O si?…

La anquilosada avaricia

se podría parapetar

y utilizar su presbicia

para al enemigo matar

levantando a su milicia

para destruir la igualdad,

y esgrimiendo su pericia

en falsear la realidad:

Quien fue desidiotizado

se volvería a idiotizar,

perdiendo el sueño dorado

que le iba a democratizar.

Pues no existe DEMOCRACIA

que contradiga al CAPITAL

y lo que, en su lugar, nos dan

es miserable falsedad:

ser los administradores

de migajas de realidad,

de todo lo que no afecte

a la suprema PROPIEDAD.

Nos «dan» el voto universal

para elegir a uno de dos

gemelos, que lo mismo da,

para que después diga adiós

a nuestra fuerza tutelar

y se transforme en nuestro dios.

Es lanzar una moneda

con un culo y otro culo,

–por lo de la misma mierda

que contiene cada uno–

atada con una cuerda

como cualquier ser perruno.

Elegido el gemelo

nos comenzará a gobernar

estrujándonos el cuello

para no dejarnos gritar.

Ya no pintaremos nada

en esa falacia mental,

nos dirán que es democracia,

más los jueces han de juzgar

cualquier posible alternancia

que se aleje de su mandar,

con leyes en abundancia

sin que podamos opinar.

Aunque somos soberanos

de esa vacía realidad,

tienen secretos de Estado

que no podemos escuchar

(aunque seamos soberanos)

pero ciegos que no han de ver

lo que hacen «por nosotros»

retorciéndolo del revés.

Solo obedecen a su amo

–a quien a ellos los designó–

para vernos controlados,

muy dispersos y en desunión.

Son esclavos del mercado

sin siquiera la presunción

de que estén de nuestro lado

y sin que hagan ni la mención

de que siguen el dictado

del gran CAPITAL triunfador,

verdadero soberano

e implacable dictador.

Conclusión indiscutible:

«CAPITAL y DEMOCRACIA

SIEMPRE SON INCOMPATIBLES»

Más, ¿podríamos esperar,

cuando el robot cree al robot,

que se disipe el capital,

asfixiado en el desvalor?

Podría suceder, quizás

pero nos vendría el horror

del capital sin capital,

esperpéntico destructor

de toda vida natural,

terrorífico ejecutor

de cualquier relación social

que conceda al pueblo el honor

de poderse auto gobernar,

pues ha de morir matando,

en su agonía, el CAPITAL.

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