Todavía recuerdas aquellas tardes de baño en el río, bullicioso con el cantar del agua en coro con las piedras, mientras trepabas por la loma buscando esas ramas frescas de barbasco, y de como las machucabas con con dos piedras, creando un jugo que luego lanzaban al agua del pozo del riachuelo, causando que los peces según tú se desmayaban, pero no solo los grandes sino también los chicos, muchos años después te arrepentirías por aquella costumbre, pero era una forma fácil de llevas pescado a tu casa.

Muchos años pasaron en aquel caserío, muchos amigos, y anécdotas, como las de tu perro fiel, de como te seguía a todas partes, hasta que un día robó unas longanizas de la tienda tu padrino, y descubierto fue asesinado vilmente por este, me contaste que mas nunca te incaste cuando debías pedirle la bendición,  Resentimiento infantil inocente, pero que siempre te acompaño hasta tu  metamorfosis mas allá de la vida,

Tampoco olvidarías esa mañana del domingo cuando, recogieron todas sus cosas de su humilde casa, y montado en un viejo camión del año 1920, iniciarías una aventura que duró 70 años, todavía recordabas aquella frase del viejo sonriente de manejaba aquella hoy reliquia: «agarre el sombrero porque vamos a volar», e iniciaron ese gran periplo de 60 kms, que parecía un recorrido mundial para un humilde muchacho que al ver pasar rápido los arboles todo le daba vueltas, el inicio de un gran cambio, atrás el campo sublime, delante la ciudad…

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