Mi amor de loca juventud,

No quiero ver que mi piel ya no está suave como la piel de juventud, no quiero verme las arrugas, no quiero estar con los dolores de cadera, no quiero verme el cabello completamente gris y ya no por elección, (como me encantaba tenerlo en la juventud cuando podía improvisar y probar cuanto color se me viniese en gana y si así tenía la gana así lo hacía) sino por las canas que acompañan las vejez. Y pensar:

¿Por qué no tuve suficiente sexo?

Si es una de las cosas más hermosas que los humanos como seres humanos se atreven a explorar.

Es también un proceso descubrir el cuerpo del otro y elegir el que se quiere disfrutar ópticamente.

Sí es una sensación linda como se forman los cuerpos y se juntan y se frotan y se abrazan y se sienten y se mueven y se tocan y se aprietan y se atraen y se repulsan partículas subatómicas y se encienden y retiemblan y se estremecen y abren la boca y se babean y comienzan a jadear (con tan sólo el tacto). Y ya entran en comunicación y contacto, y se penetran…

Y una vez que se penetran, se aplastan con todo el peso el uno encima del otro y se van turnando, y se aprietan juntando las manos dedo entre dedo, y se les sube la mirada y se les caen los párpados y respiran aleatorios, quejumbrosos, proclamantes hacia el otro, sumisos hacia la pareja que le reclama en movimiento y le imparte excitación.

Se extienden por fuera y se estrechan por dentro, se doblan, se desdoblan, se estiran y se encogen.

Y no saben qué hacer con las manos y las retuercen y las aprietan, golpean, se aprietan, empujan, se quejan, ejercen más fuerza, oprimen a placer los genitales, se abrazan con espacio, se abrazan sin espacio, se sueltan, se toman con más fuerza, se sueltan, se vuelven a tomar, se sueltan, se toman, se sueltan, se toman, se sueltan, se toman, se toman, se toman, se siguen tomando hasta no tener dónde más entrar….

Palpitan, palpitan, palpitan, palpitan, palpitan, ya casi levitan, palpitan, siguen palpitando, gimen….Se sueltan suavemente, lentamente emiten últimos movimientos, se piden con más potestad, se reconocen el esfuerzo, se acarician las mejillas rosadas, se pasan la mano por los húmedos cabellos, se besan el sudor, se galardonan la copulación, desamarran las ramas entrelazadas de sus cuerpos entrelazados, se sonríen en placer, se estrujan en placer, caen sobre el otro, se sueltan en respiraciones de satisfacción y se acarician el pecho y la espalda con agradecimiento del placer, se miman con delicados roces de sus dedos subiendo y bajando, se miran cómplices, tiernos, párvulos, dulces, ruborizados, sus ojos bailan sonrojados, pudorosos se escapan las miradas. Pero no siempre,

Cuanta más congenialidad y complicidad tienen, se arman de miradas y se atreven a mirarse intensamente, ferozmente, firmemente, ¡penetrantemente! Impávidos;

A ultranza ante el reto de desnudarse.

Seductores, tentadores, provocadores, se incitan, se invitan, se persuaden, se fascinan y se embaucan entre sí.

Se de-sa-fí-an y se merodean para galantearse entre sí. Y se dejan cautivar.

Una vez que ganan, rompen con los escrúpulos y moral y se corrompen con impudicia y sensualidad. Se toman con desenfreno, agresividad…

Se quieren con tanto afán, afecto y pasión que se vuelven brutos, torpes, bestias, bravíos, ¡indómitos!

Se preguntan, ¿Estás bien?, Se miran con susto.

Y dentro de todo ese ímpetu y canibalismo, se cuidan.

Incluso se desgarren y arranquen la piel, se protegen en sus brazos.

Pierden voz y se hablan entre gemidos.

No hay palabras para ese momento: Ves dos bestias que se toman en medio de miedo y ternura.

Y sólo con ese amante se dejan hacer ese daño. Y sólo con ese amante se sienten seguros.

¿No es el sexo lo más bello que el ser humano puede indagar y nunca terminar de dar con su estudio?

¡Amante ven! No esperemos más, no nos retraigamos de ello.

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