Me cansé de extraviarme entre seres
y dejé de ser porque me he perdí.
Me perdiste el respeto
y yo sola me tuve que encontrar.
Me he sentido rota, mal hecha
como deshilachada o desecha.
Mi autoestima no era o era fugaz,
como una flecha.
Como una marioneta sin titiritero
llena de tiritas, a medias tintas
y sin tintero.
Me quedé ahí, quieta y pequeñita.
Con mi corteza de árbol llena de heridas
como un huracán que pasa
y deja las ramas caídas.
Quebrada de sentimientos
me dejaba golpear.
Me revestía de impotencia
y me envolvía una costra de inseguridad.
Me atrincheré dentro de mi,
evitándome, mientras me fugaba
me escapé para evadirme.
Hasta que paré.
Vi la claridad.
Resulta que te tenía como guia
y la luz que tu tapabas era mía.
Tenerte a mi lado marchitaba mi brillo.
Decaía mi energía
flaqueando mi orgullo.
Yo no lo veía.
Adelgazaba mi fuerza
Ahora estoy curando todo el kaos
que dejaste en mi ser.
Guardo sentimientos anárquicos
y oscilaciones vacías.
una incertidumbre
llena de dudas.
Pero cada día mi tronco es más sólido.
A veces vivo y a ratos resisto,
pero nunca me han vencido.
Hay días que olvido esto.
Y mis ramas se deslucen
hacia el suelo.
Pero saben
que por mal que estén,
ya no vivimos en un duelo.
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