EL PRINCIPE QUE SE LA VIO EN COLORES

EL PRINCIPE QUE SE LA VIO EN COLORES

Jorge Torres

10/02/2021

Realmente sería injusto con la vida si me quejara por lo que ella me ha obsequiado, una vida apacible, conviviendo con los lujos monárquicos, hasta cierto punto reconocido entre los súbditos de palacio como uno de los pocos escribas destacado dentro de la comarca de Andrajuña. Más no podía pedir a estas alturas de la vida, entre mis quehaceres diarios, para hoy tengo programado escribirle una carta de invitación a la realeza de la corte de Jumedrales, al banquete que organiza nuestro rey en conmemoración de la toma de la península. Fuera de esos menesteres todo es disfrutar de mi privilegiada posición social.

Interrumpe mis meditaciones, las campanitas que anuncian que el edecán real está en la puerta de mis aposentos pretendiéndome verme. Una vez concluidas las salutaciones protocolares de rigor, el anciano me deja una misiva sellada bajo el sello de la casa real de Andrajuña, lo cual anunciaba que el rey tenía algo importante que comunicarme.

Rápidamente rompí el sello y me dispuse a leer el contenido de la misma.” Hoy mismo deberá trasladarse al palacio de Sinpulguria, donde mi hijo el príncipe Hermaflorindo XXXI, lo espera para que usted con su verba le defina exactamente los colores”

Conocedor de la fama que el príncipe poseía, mezcla de caprichos y crueldad, me tomé el desafío muy en serio, pues sabía por antecedentes previos que este podía ser mi último trabajo y lo que era peor, sería el día que se dictaría mi sentencia de muerte por orden de Hermaflorindo.

Presuroso me dirigí a la biblioteca del palacio para darle forma a la clase magistral que debía desarrollar ante el príncipe, para tratar de preservar mi cuello sobre la cabeza, un tiempo más.

  • ¡Colores, colores, como si fuera fácil explicar colores! Veamos en esta enciclopedia, que puedo obtener sobre mi cromático problema.
  • Bien, bien… Blanco, pureza, no creo que sepa que es eso el príncipe, a ver que mas, perlas, marfil, ópalos blancos, de hecho el rey luce un anillo con un gran ópalo de este color.
  • Verde, obviamente esmeralda, debió de haber jugado a las canicas con ellas el príncipe y ahora de mayor seguramente una de sus bolas de billar sea una esmeralda gigante. Prehnitas adornan su coronita, la vasta extensión de los campos de su propiedad, también es un buen ejemplo.
  • Rojo, simple… Rubíes, corales son joyas que abundan en palacio, debe de estar arto de verlos indudablemente.
  • Amarillo, en sus joyas de citrino engarzadas en oro hasta el hartazgo pueden verse en palacio. Sus fulgurantes capas también suelen ser amarillas según la festividad que se celebre o el humor de la realeza.
  • Creo que tengo bastante, podría seguir enumerando colores asociándolos a joyas y riquezas por demás, pero creo que con este material seré bien comprendido.

También podría haber asociado colores habituales en su pueblo, como el negro de la peste, la muerte, el desasosiego de un pueblo sometido y acostumbrado a migajas, impuestos y castigos. Podría jugar como bien suelen hacer ellos con el verde esperanza de un pueblo que se resiste a perderla. Pero ciertamente Hermaflorindo XXXI, no entenderá un carajo de todo eso. Así pues mejor le entro por el lado de las joyas, que me facilitará la tarea ampliamente. Y , yo tan compenetrado en esto, que no se me ocurre mejor cosa que pensar en voz alta a sabiendas que las paredes de palacio oyen, por Dios.

Sin más que pensar tome mis notas, me aferre al volante de mi Range Rover Evoque plateada, que el monarca me había asignado y partí hacia el palacio donde el príncipe residía.

Muchos se preguntarán este chiflado nos describe un ambiente de corte monárquico inherente a la  edad media y termina sentándose en una RR 2021…Si, la monarquía de Andrajuña, al igual de otras tantas fueron creadas en territorios donde anteriormente dominaban sistemas capitalistas que zozobraron a raíz de abusos y pandemias.

Me hice anunciar a la entrada de palacio y prontamente un súbdito, me condujo al salón donde el príncipe me esperaba. Al ingresar al recinto veo su figura altiva mirando el paisaje desde una de sus ventanas, sin siquiera darse vuelta para destinarme una mirada, se pronuncio prepotente:

  • Comience su exposición, no perdamos tiempo.

De inmediato comencé a combinar colores, con joyas y demás cosas que me venían en mente, en una cátedra bastante interesante según mi capacidad y mi buen saber y entender. De inmediato, el príncipe giro hacia mi presencia con sus ojos totalmente huecos, ordenando mi inmediata ejecución.

  • El insensato, ese gusano imberbe ha osado venir a mi palacio a burlarse de mi condición, nadie en la comarca puede desconocer la ceguera que me acompaña desde mi nacimiento !Que lo empalen en la plaza esta mismísima noche¡

Mi vida nada valía, de ahora en más por desconocer la situación del príncipe, algo debería de ocurrírseme antes que me conduzcan a la mazmorra y enaceiten el palo mayor de la plaza.

  • Majestad, obviamente que soy conocedor de su amplia trayectoria y de su mínimo impedimento, que suple con una inteligencia descomunal, que apenas la gente se percata de su problema. En verdad, no me animaba a invitarlo a un breve paseo en mi carro, donde sin lugar a dudas usted no solo comprenderá los colores sino que los podrá visualizar. Pero ya es tarde majestad, comprendo mi falta y quiero que aplique en mí el rigor de su justicia, que sin dudas merezco.

El príncipe comenzó a dudar intrigado, mientras golpeaba con su cetro en el piso.

  • Paseo, pues hagamos ese paseo. Sera su último paseo, antes de que se cumpla la sentencia.
  • Gracias, por su benevolencia príncipe y su buen criterio a la hora de aceptar mi humilde convite. Espero no defraudarlo.
  • Pues no perdamos más el tiempo, que ya están aceitando el palo principal. ¡Vamos!
  • Después de usted majestad…
  • Siéntate, apúrate. Cuidado la cabeza, que no se te abolle la coronita.
  • ¿Qué está diciendo? Recuerde que soy su príncipe y usted está gozando de su último paseo, antes de ser condenado.
  • Por supuesto, dalo por hecho Floriciento. Hay que ser hijo de mil re mil putas, para ponerle a un hijo Hermaflorindo, jajaja. Treinta y uno, treinta y una generaciones de hijos, de nietos de la gran puta lleva a cuestas esta dinastía. Cállate un poco y deja de refunfuñar que este es mi reino y todavía no sé muy bien cómo funciona. No manotees más las puertas que ya les puse trabas. Disfruta muñeco que ya estamos en ruta, ponte el cinturón, es esa rienda que tiene el sello real, avisa si no podes abrocharlo y me detengo y te ayudo. Veamos que dice el folleto. Escucha paspado, no te quedes mudo transpirando, de cero a cien kilómetros en tres segundos y medio. ¿Crees eso posible floripondio? Para mi que Range Rover exagera, es una cuatro por cuatro después de todo. ¿La probamos?
  • No, no por favor tengo vértigo, volvamos a palacio.
  • Detengo la marcha jefe, porque esto merece ser escuchado detenidamente. ¿Cómo ha dicho?
  • Que volvamos…
  • Nooo, me gusto, la parte del “por favor”, no creí que supiera tener esos modales. Cero a cien en tres segundos y medio, es decir que a doscientos kilómetros la pondremos en poco más de siete segundos, empezá a contarlos florcita, sino que tu papito se queje a la fabrica, jajaja.

Pise el acelerador a fondo, clavándolo en el piso, mientras las cubiertas se resistían a romper la monotonía que la inercia les propinaba, dejando un reguero de caucho quemado en la ruta. La coronita del príncipe a estas horas descansaba en el asiento trasero después de haber golpeado en la luneta.

  • ¿Estás contando los segundos, muñeco?
  • No puedo, me ahogo tengo la boca reseca.
  • ¿Y qué color le asignarías a esa sensación, se llama pánico?
  • No, no se…
  • Dale pensá un poco boludo, que tenemos a kilómetros el túnel que lleva a Jumedrales y allí termina el viaje, pues pretendo estamparme contra el muro del túnel, pensá, apúrate.
  • ¡Amarillo, amarillo, el pánico es amarillo eléctrico!
  • Muy bien, estas aprendiendo. ¿Estás RR, en verdad son una mierda, sentís como vibra el interior? Estas aterido, aflójate un poco, sino los colores no fluirán. ¿Te sentís incomodo? A ver contáme, tenemos unos minutos. Soy todo oído.
  • Palpitaciones, me siento morir, el corazón, el corazón.
  • Lógico, adrenalina es eso. A ver contále a tu profe… ¿Qué color tiene la adrenalina?
  • Azul eléctrico, turquesa más bien, mezclado con un verde fluorescente.
  • Hermoso Floroso, lo bien que aprendes, encomiable lo tuyo a ciento ochenta kilómetros por hora y a minutos de morir. Asómate a la ventana un poco, respira. Estamos atravesando la villa, puedes saludar despidiéndote de tu pueblo, aprovecha.

Íbamos a ciento sesenta kilómetros por hora en una cuatro por cuatro y yo manejando con una mano mientras con la otra le empujaba la cabeza al pobre infeliz para que la asomara por la ventana. Hasta al fin conseguir que respirara el aire de su pueblo, bajando un poca la velocidad para que no se me asfixie Margarito, jajaja.

  • Y… ¿Qué se siente?
  • Un olor muy feo.
  • Obvio, es el olor de tu pueblo, beben del arroyo podrido, sufren cólera. ¿Te das cuenta Hermaflorindo?
  • ¿Qué color te sugiere eso. Veamos, mezclamos desprecio al prójimo y codicia desmedida?
  • ¿Marrón?…
  • Apoteótico Florón, digamos que el desprecio fuera violeta y la codicia naranja. Resultado final…Perfecto, es el color de la mierda. Fíjate en tus calzoncillos que apestan desde hace un buen rato, hurga con confianza, palpa ese menjunje, huélelo y dime si no tiene el mismo color que el que le has brindado a tu pueblo.
  • Con confianza al final de cuentas moriremos juntos, fíjate.
  • Si, si, es marrón sin dudas.
  • Perfecto, te estrello la flecha plateada contra el muro, la clase está finalizando y por lo visto has aprendido mucho más que solo colores.
  • No, no, lo haga, lo indulto.
  • Jajajaja, estás a menos de un minuto de convertirte en un lamparón de sangre en una pared y pretendes indultarme. Vos sí, que estás reloco floripondio, jajaja. ¿Qué color dejarías como un cuajo contra el muro?
  • ¡Rojo, señor, rojo seguro!
  • Muy bien, me sorprende tu avance pasaremos el túnel a ver qué otro color percibes.
  • Negro, profesor, seguramente el túnel este oscuro.
  • Genial, estamos en las afueras de Jumedrales, donde el lino florece.
  • Celeste, celeste, detente. Siempre he tenido pesadillas donde me encuentro en un manto celeste, inmóvil, sangrando. Por favor detenga el carro.
  • Tus pedidos son órdenes…

Gire el volante bruscamente a ciento ochenta kilómetros por hora y la flecha de plata se retorció sobre la serpiente de asfalto, dando tres vueltas en el aire para caer pesadamente y dar cinco vueltas mas sobre la ruta, mientras los pedazos se esparcían por toda la comarca.

Ya no había mas colores, solo una oscuridad total, un coro de pájaros, grillos, chicharras o ángeles y nada solo silencio al final.

Diez años después…Continuará.

URL de esta publicación:

Crítica del texto

Hola, Jorge: Vaya relato más divertido. Nos engancha gracias a esa estructura de cuento tradicional, casi de Sherezade y Las mil y una noches. Invita a acompañar a este sabio y ver como salva su cabeza. Muy buen toque de humor, también, esa sociedad feudal que describes al caer el sistema capitalista. Eso sí, se podrían haber utilizado elementos sinestésicos que fueran menos conocidos que “verde esperanza”, “rojo, rubíes”. Además, el formato que has creado da para incluirlos sin problema. En esa segunda parte y para mejorar la sinestesia el sabio podría probar a describir los colores mediante los olores, o el tacto, sería más complicado, pero desde luego interesante. Cuidado con la puntuación y la ortografía (“harto”) y… esperemos que el profesor no termine en el palo mayor de la plaza.

OPINIONES Y COMENTARIOS