Siempre he defendido que los amigos de verdad existen, cuando alguien argumenta estar solo y sin amigos, busco la forma de hacerle saber que yo estoy allí, con él, para apoyarle y que soy un verdadero amigo. He defendido a capa y espada mi postura como amigo, pero llega un punto, un momento en el que yo necesito de ese amigo que he sido, y es cuando me veo al borde del precipicio, adentrado en un abismo, solo, rodeado de tinieblas y una melancolía abrumante en mi pecho. ¿Suena exagerado? Claro que sí, pero estando en esa posición es lo menos que puedo describir.

Entonces me preguntó:

¿Los amigos de verdad existen?

La verdad es que sigo tratando de descubrirlo…

Recapitulando mi infancia y adolescencia, siempre estuve rodeado de compañeros, en la primaria por el fútbol, en la secundaria por el básquetbol y en la preparatoria por las fiestas y el alcohol. De la universidad no hay mucho que contar. Tenía 16 años de edad en prepa, quién me conoce sabe que siempre he trabajado, pero aun así hice tiempo para asistir a reuniones con “amigos”. Fueron épocas de fiestas por semana y semana y a veces hasta dos días por la misma. A todas y cada una de ellas asistía, no bebía mucho, pero me acoplaba al ambiente y eso vale más. Los compañeros me buscaban, me solicitaban y eso me hacía sentir apreciado, me sentía importante, sentía que tenía “amigos”. Cuando no había fiestas, nos organizábamos para ir a cenar a bañar o solo a dar la vuelta, se veían 10-15 motocicletas con dos o tres personas por cada dos ruedas. Eran buenos tiempos…

Fueron dos años los cuales compartimos esos momentos, los grupos de 1er año con los de 2do y posteriormente nosotros en 2do y ellos 3ro, una vez que los de 3ro salieron todo cambió, ellos a la universidad y los de ahora 3ro, dejamos de hacer fiestas como lo era habitualmente.

Formamos un pequeño grupo de compañeros, Esteban, Buggy, Maxi, Chala, la rata, Pepe y chava, a veces uno más y a veces unos menos. Considero que fuimos buenos amigos, pues nos apoyábamos constantemente, cómo cuando chava se accidentó o se quedó tirado en la carretera porque su moto no prendió, cuando alguien se quedaba sin gas, o el día que tomamos una ruta en motos y mi hermano salió volando, la mañana que la rata se accidentó en mi moto y dijo que solo se había ido de lado mientras la moto quedó en trizas. A veces simplemente nos reuníamos para ver los partidos de vóley donde jugaban Chala, chava y tevan y los viernes iban a verme jugar básquetbol. Cada fin de semana por la tarde noche procurábamos reunirnos para cenar, a menudo las tortas de Casilda, otras ocasiones las tortas del capire y algunas más en mi casa, cuando mi mamá vendía cena o en algún otro lugar del pueblo. Incluso algunas días preparábamos carne asada o bien, salimos a rodar en las motos y aprovechamos para bañar en algún río o tanque.

Sin embargo, todo principio tiene un fin y todos tenemos objetivos personales o quizá y simplemente nuestro destino es distinto. No sé cómo la estén pasando los chicos en estos momentos, aunque en ocasiones nos escribimos, no pasa de un saludo y un animó para seguir adelante.  Puedo sentirme egoísta al no preguntar si en ocasiones se sienten solos, cómo yo…

Hoy han transcurrido más de 3 años desde la última vez que convivimos, hace más de tres años una parte de mi se siente olvidada y no es su culpa, fui yo quien tuvo que partir y quién ya no ha podido volver.

Nunca olvidaré las tardes platicando con Sinaí, las noches que a Laura visitaba, cuando con Danny me desvelaba hablando de mal de amores y mucho menos cuando Dane fue a despedirme la última noche.

Esa noche en la casa solo quedaban un par de cortinas, un pasillo vacío y dos habitaciones desoladas.

Dane llegó a charlar conmigo esa última noche, quité la cortina y la usé de tendido, se recostó en mis piernas y después de un buen rato de hablar, el sentimiento se hizo presente y las lágrimas rodaron nuestras mejillas al saber que no sabríamos cuando volveríamos a vernos. Hasta la fecha no nos hemos vuelto a ver, siendo franco, la extraño.

Cada día se conoce al menos una persona, la mayoría van de paso y con suerte alguna se queda un tiempo y si es el destino, habrá una que llegue para formar parte de nuestras vidas. Es así como ahora son nuevas personas las que están en mi círculo de vida y, ¿saben algo? Dudo de cada uno de ellos.

Y no dudo porque sean malas personas, es solo que no todos somos iguales y no todos abrimos nuestro corazón a cada persona nueva que llega a nuestra vida.

Bien me lo ha dicho Ani, mi amiga, “no todos tienen el corazón que tienes tú, no todos piensan igual que tú, no todos valoran como tú.”

Siendo realistas considero que todos tenemos momentos en los cuales dudamos de todo y no sentimos poco. Y la verdad es que, pocas veces he necesitado de alguien y en ese momento, mayormente son mis hermanos quienes han estado presentes. Y, si están ellos, para que necesito a alguien más…

Si bien pocas veces la vida es justa, será karma, será el destino o la reacción de nuestras decisiones. Como quiera que sea, yo sigo siendo el mismo, el que da todo por un amigo, el que está, el que demuestra, el que valora, el que no traiciona.

Y preguntándome nuevamente:

¿Los amigos de verdad existen?

La respuesta va a depender de a quién y en qué momento lo preguntemos

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS