Dime que te olvidaste de mi, que no me piensas a diario como lo hago yo cuando la noche llega y me cuestiono sobre el rumbo de nuestras vidas, cuando frecuento lugares conocidos y rememora mi mente las imágenes de nuestros días juntos.
Dime que dejaste de amarme y te juro que me alejo, me marcho, lo hago, de una vez por todas.
Pero no insistas en callar por que dejas abierta mi esperanza, esa que aun mantiene viva la inocente llama que tu amor despertó en mi, que en un tiempo, como fuego arrasador devoró a su paso toda mi cordura y trajo el llanto; que olvidó quienes éramos y con quien estaban nuestros cuerpos, y solo insistió en hacernos uno, aunque todo estuviera en contra.
Dímelo y me marcho, con las cenizas de un amor tan poderoso, que se mantiene vivo, alimentándose de recuerdos.
Mátame de una vez, y deja el cadáver de lo que fui a tu lado, perderse por el afán del tiempo y las secuelas de las decisiones.
No juegues conmigo, no me sonrías mientras sigo mirando tu foto, por que no controlas lo que siento al verte y mi mente tampoco me da el privilegio.
Deséchame, vil y poderosamente, arrebátame de lo que fuimos y déjame a un lado, como un despojo.
Pero no me dejes en el limbo de tu memoria, de mis recuerdos y de esta historia, por que no vivo, si no a través de la añoranza, de un día verte de frente y arrebatarte de tu vida para fundirte en la mía.
Tenerte nueva y eternamente mío.

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