Rodeada de pinos, entre los costados de la llamada paz bajo ramas verdosas su alma cargaba un libro, sus piernas se tumbaron en las hojas secas que rodeaban el tronco leñoso, con 10 abejas que zumbaron a su odio, recordó una esquina, una montaña, un niño rubio, sonrió. A lo lejos tronaron las ramas secas y las plantas pequeñas se revolvieron a la distancia dos grandes ojos azules se presentaron, la cascada oscura caía desde su cabeza hasta su cintura, balanceando sus pies de arbusto en arbusto sonrió al estar frente de ella, se comunicaban sin usar palabras el pequeño duende la guiaría hasta el río, el zumbido de las abejas se alejaban a pasos agigantados, ahora la acústica del agua sobresalía de aquel sitio, las ramas llenas de hojas se sacudían en dirección contraria a la de ellos, sobre unas rocas blancas se sentaron viendo pasar peces de colores que discutían sobre las corrientes más rápidas que existían en el océano, una pareja de pecezuelos no sabía que alga convenía para su hogar, otro se quejaba por los tiburones sobre su política del fuerte versus el débil. El duende la miro esperando algo de ella, rápidamente se entendió, la muchacha de cabello castaño sonrió y comenzó a relatar como un gran orador.
Mi mamá me llevaba a clases de escritura era mi castigo por haberme comido las galletas con mi gato Frederick, llegaba a aquel salón al cual mi madre nunca entro mi maestro tenía una rara costumbre de vestir de blanco aunque usaba unos zapatos negros, pasaba lo mismo todos los días llegaba a mi pupitre y escribía lo que se me ocurriera, el por lo contrario me miraba atento y calificaba mi texto con su firma en forma de perro, pasaba eternidades en ese salón al salir entregaba mi texto a mi mamá ella lloraba de la alegría, decía que seria una gran escritora, mi maestro le daba toquecitos en la espalda la felicitaba por apoyarme. En mi escuela no tenia muchos amigos, uno en especial era mi mejor amigo era amargado pero lo quería tenía la cara de Frederick cuando este veía un pepinillo, correteábamos en las horas libres, almorzábamos todos los días después de clases el traía tostadas y yo galletas, en mi cumpleaños número 15 el estaba ahí mis padres me armaron una gran fiesta, baile a su lado mientras todos aplaudían, fue el día más feliz de vida. Aquel verano mis padres no estaban en casa me fugue para ir a verlo quería hablar con el salí por la ventana mis padres eran estrictos cerraban con llave cuando salían así yo no podía salir, corrí hacia su casa el estaba con su prima estaban abrazándose hasta que yo llegue el me recibió y conversamos su prima molesta se fue a su casa creo que no le gustaba mi presencia, a el no le importo me brindo un jugo y me hablo de un juego muy entretenido consistía en atar las manos y los pies en una silla con los ojos ventados mientras el otro colocaba comida en su boca primero me ato a mi y luego fue su turno, comencé a darle de mis galletas favoritas el las adivino, ahora le daría café pero lo besé me subí a sus piernas y como un pajarito me entregue a él pude sentir las abejas en mi estómago el gritaba de la emoción mientras yo sonrojada y excitada decía cuanto lo amaba, bese su cuerpo lo mordí y arañe su espalda, al terminar el se quedo dormido yo me vestí y camine, todo el mundo me miraba en la calle no regresé a mi casa, quería ver el atardecer desde ese árbol en el que estaba, pero todavía es temprano para eso.
El duende saco un bolsito en el que guardaba dulces de diferentes sabores y colores, ambos comieron de aquella bolsita mientras los peces continuaban su camino, decidieron seguirlos llegaron hasta la gran catarata que marcaba el fin del camino el anochecer estaba lejos que ocurriese, el duende decidió bailar movió sus dedillos arrugados y de pronto habían más como el con cabello negro y ojos azules. Su danza trataba sobre un bufón que quería volar, pero su reina no lo dejaba soñar, le negaba imaginar, al menos que sean chistes que pueda crear, su show de bailar y cantar, acabo en carcajadas cuando su reina pudo descansar, y el logro volar. La mujer lo vio interesada sus ojos salían de sus cuencas, sonriente sin usar palabras pregunto al duende si ella podía volar como aquel bufón deseaba tocar una nube y sentir las abejas en su estómago otra vez, el duende la miro con ternura y asintió con su pequeña cabeza, ella se paro al borde del camino con el duende en el hombro y voló.
Ya atardecía, no tan lejos de aquella catarata había un bar de mala muerte el dueño escupía en los vasos para limpiarlos y limpiaba el piso y las mesas con un mismo trapito el baño cubierto de orina y de playboy emanaba un olor putrefacto había hombres con jaras de cervezas, el dueño atendía a un borrachillo que no quería pagar mientras lo insultaba y lo sacaba de su bar, en el fondo una radio daba las noticias con la voz de una mujer que informaba.
-A las 16 horas de esta tarde en los suburbios cercanos a la montaña del norte fue encontrado el cuerpo de un joven desnudo gravemente herido, contaba con puñaladas y mordeduras alrededor de su cuello, tenía sus ojos cubiertos estaría atado a una silla moradores cercanos vieron a una mujer salir de ese lugar, su novia que anteriormente había salido de aquel lugar continua dando declaraciones.
En otras noticias llamadas de alerta advirtieron al cuerpo de rescate sobre un caso particular que llevo al equipo especializado a buscara una mujer en la montaña del norte, la cual se encontraría muerta, el cuerpo de 25 años de edad fue encontrado junto a las cataratas del bambú, aún no se sabe si fue un asesinato o suicidio, ya que con ella llevaba un bolso con jeringas de morfina. Tratan de relacionar estos casos porque cerca del cuerpo de la mujer fue encontrado un libro perteneciente al joven también asesinado.
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