Había una vez (me encanta poder contar mi historia empezando con la mágica frase “había una vez”, perdón, continuemos), en el lugar más asombroso del planeta (el jardín de mi fraccionamiento obviamente) dos buenos amigos, apodados por mi papá “los compinches de canotaje”, si esta historia la tuviera que contar él, seguro diría algo así como: “los compinches de canotaje estaban trabajando arduamente, en ese proyecto exhaustivo que consume todas las tardes la energía de los niños y los enajena de su realidad…” ( si, a veces me aprendo sus frases), tal vez después de eso soltaría una risita rara, que aquí entre nos, es mi parte favorita de su discurso porque significa que ya terminó, Lídice dice que cuando mi papá habla así, es porque se pone en “modo comunista”, jajaja, ni siquiera sé qué es el modo comunista, supongo que es decir algo de la forma más larga, aburrida y difícil posible, porque mientras mi papá pudo haber dicho el gran discurso que ya les conté, yo, diré que había una vez dos buenos amigos (¿ya mencioné que me encanta decir había una vez?), esos dos buenos amigos evidentemente éramos Rodrigo y yo, estábamos buscando insectos.

A algunas personas las palabras “insecto” o “bicho”, les hacen querer vomitar, si eso les provoca escuchar esas palabras, imagínense si tienen de frente a un bicho y aunque eso a veces es chistoso, porque una vez Mariana vomitó cuando le enseñé un caracol que encontré que estaba del tamaño de mi mano, no siempre es agradable, porque Mariana vomitó en mi zapato verde de charol… ¡guácala de pollo!, ni modos, lo bueno es que la mamá de Mariana se ofreció a que Mariana lavara mi zapato, y Mariana hizo una cara de lo más chistosa, creo que para Mariana no fue un momento chistoso, estaba muy enojada, pero ese momento para mí fue muy divertido, lo malo es que mi mamá no se lo permitió y lo lavó ella, claro, no sin antes darme el regaño de la vida, ¿y yo qué culpa? Había hecho el descubrimiento más grande del mundo animal, un caracol gigante, el más grande de todo el jardín, qué digo el jardín, el más grande de toda la manzana y tuve que salir regañada por la culpa de Mariana ¿Ya ven por qué no es tan agradable que a la gente no le gusten los bichos?

Por suerte, a Rodrigo y a mí nos encantan los insectos, las arañas y todos los bichitos que existen, casi todas las tardes que salimos a jugar, platicamos de ellos, y muchas de esas ocasiones vamos al jardín a buscar cochinillas y lombrices, y cuando tenemos suerte encontramos orugas, escarabajos y catarinas, a veces los coleccionamos por un par de horas mientras los estudiamos y los soltamos cuando nos aburrimos, y en ocasiones hacemos dibujos de los más bonitos que encontramos.

Justo ayer estábamos dibujando una mariposa atlas, que se paró en la rosa blanca que la mamá de Rodrigo sembró en el jardín del fraccionamiento, cuando me atreví a preguntarle a Rodrigo eso que yo había estado pensando durante toda la semana.

-Oye Rodri- ¿Qué-é pa-só-ó?- Ro-dri-go me con-tes-tó- en sí-la-bas, porque en ese momento estaba tomando su lápiz para dibujar un contorno del ala, casi siempre que busca “precisión” en algo, saca la lengua y / o habla en sílabas, así que no me disgustó, yo continué. -¿Te has preguntado alguna vez si realmente sabes? -¿Sa-aa-ber qué-é?- en ese momento Rodrigo me contestó con tan poco interés, que me hizo hacer esa mueca que mi mamá tanto odia que haga, porque dice que me saldrán arrugas, mi prima Lidi me dijo que no tener arrugas es un requisito para tener un matrimonio feliz, ella siempre sabe sobre eso del matrimonio, porque lee revistas que según ella, siempre son muy informativas y no sé qué tanto más, y yo supuse que eso era verdad, porque yo misma he visto en el supermercado estantes llenos de cremas para las arrugas… ¿Quién compraría tarritos tan chiquitos y tan caros si no fuera para eliminar esas marcas en la cara que destruyen matrimonios? Me parecía obvio que Lidi tenía razón en eso, y que mi mamá deseaba que yo tuviera un matrimonio feliz, pero… me temo que esto es irremediable, tal vez puse en riesgo mi futuro matrimonio, pero no pude evitar hacer esa mueca que arrugaba toda mi cara ¿Como Rodrigo se atrevía a mostrar tan poco interés a la pregunta más ingeniosa que había hecho mi cerebro? (un cerebro muy grande, por cierto) -¡Saber algo, saber la verdad!- contesté un poco sobre exaltada, intentando que ese niño poco seso, que hasta hace unos minutos antes, creía la persona más inteligente del mundo y un prospecto, a futuro padre de mis hijos, pudiera al menos escuchar con atención lo poderosa que era mi pregunta.

-Pero, no te entiendo… ¿saber la verdad de qué?- ¡noooooo! definitivamente no, ¿cómo se atreve a partirme el corazón de esa manera? en pocos segundos Rodrigo no sólo destruyó el futuro de nuestro matrimonio feliz, al provocar todas esas arrugas que se me marcaron en la frente por hacer nuevamente esa “mueca horrenda” si no que también destruyó la magia del momento glorioso en el que hice mi pregunta. (Intervención: El nombre de mueca horrenda fue patentado por mi prima Lídice, así que no se le permite a usted que está leyendo o escuchando usar ese nombre bajo ninguna circunstancia, a menos que cite a Lidi, de no cumplir con este requerimiento, Lídi lo espera con la chancla, fin del comunicado).

Bueno, bueno, igual y exageré un poco, así que después de mi rabieta, le bajé tres rayitas a mi intensidad, era obvio que, aunque Rodri (Intervención: así le dice Mariana a Rodrigo, la cual no tiene el más mínimo derecho de decirle así, mi prima Lídice, me dijo que Mariana me “está comiendo el mandado” y que tengo que hacer algo, me da igual ese bendito mandado, pero Rodrigo no puede quedarse con alguien que arruga la cara más que yo… ¿se imaginan lo infeliz de ese matrimonio? Pero no se preocupen, mi cerebro enorme se ingenió un plan perfecto: ya empecé a llamarlo igual que ella para que pronto todos lo llamen así “Rodri” y a él le dará igual que ella lo llame así… ¡Toma eso Mariana!), Regresemos al punto, aunque Rodri pudiera ser el hombre más inteligente en el planeta, era obvio que mi desarrollo cognitivo era más adelantado que el de él y aunque los dos tenemos doce años, bueno ya casi trece, las mujeres siempre nos desarrollamos más rápido (sí, eso también lo dice Lidi), así que decidí explicarle bien bien, la pregunta. -Mira – le dije -he estado pensando mucho, esta gran revelación lleva conmigo casi una semana, ¿Recuerdas que mi abue Toñita vino el fin de semana pasado a mi casa? – el Rodrigo que mi alma admira y por el cual estaría dispuesta a comprar cientos de tarritos de cremas para las arrugas, saltó a la vista, y dejó de dibujar la mariposa que encontramos y me vio fijamente, por fin tenía su atención, no podía arruinarlo, así que me esmeré para no hacerme bolas y que él me pudiera entender- sí, me acuerdo que no saliste a jugar esa tarde y yo…- sí, sí, entonces- (intervención: interrumpí a Rodrigo no por mal educada, mi mamá dice que tenemos que escuchar a las personas y hablar hasta que ellos terminen, pero yo ya sabía lo que iba a decir, ese día salió a jugar con “la Mariana”)- jajaja, respira Ester, ya hasta la palabra me robaste- perdón Rodri, pero es que esto es algo que nunca se me había ocurrido, creo que ni siquiera a mi papá se le habría ocurrido, incluso estando en “modo comunista”, mira, mi abu Toñita vino a visitarnos, y ves que siempre trae su juego de damas chinas para que en el futuro pueda ser una gran estratega como el abuelo Ramiro… Rodri, creo que mi abu lo extraña mucho, porque no deja pasar la oportunidad de hablar de él, pero bueno, esta vez no trajo las damas chinas, esta vez trajo un álbum de fotografías, casi todas del abuelo Ramiro, mi abuela decía que “don Ramiro” era un gran estratega y que nadie podía detenerlo en el mar, y es que mi abuelito era capitán de un barco camaronero, y allá en el océano, a nadie se le trata bien, sólo a los buenos estrategas y a los suertudos y el mar siempre trató bien a mi abuelito- ¡Ester! Hay que jugar a los barcos piratas, hay que decirle a Renato y a Bernardo, y si quieres a tu amiga Mariana, pero si quieres termina de contarme y yo termino mi dibujo- tal vez pudieran sorprenderse por lo que Rodrigo dijo, pero la verdad es que Mariana y yo sí somos amigas, lo del caracol fue chistoso porque Mariana hace caras en verdad graciosas, pero no crean que se lo enseñé para molestarla, uno no le enseña sus grandes descubrimientos a cualquiera, y lo de Rodrigo es porque Lidi me dijo que escuchó decir a mi Mamá que cuando era niña, ella y mi papá iban en la misma escuela y que eran buenos amigos desde entonces y que Rodrigo y yo le recordamos esos buenos tiempos, Lidi dice que después de decir eso, mamá suspiró y añadió: “seguro que ellos dos también se casan”, al principio la idea de saber que me casaría me dio ñáñaras, pero si tengo que hacerlo qué mejor que Rodrigo, y si mi mamá estaba segura de eso, yo no podía dudarlo, así que si Rodrigo iba a ser mi esposo, yo tenía que cuidarlo de “las amiguitas” (sí, sí, sí, Lídice) y Mariana también era su amiguita, así que me he vuelto experta en alejarlos, no porque Mariana no me agrade, pero a veces me dan celos si Rodrigo pasa más tiempo con ella que con su futura esposa, en fin, la idea de jugar al barco me pareció grandiosa, así que decidí terminar rápido lo que tenía que decir para poder empezar a jugar- bueno, te decía que la abuela llevó su álbum de fotos, y justo se detuvo en una foto del abuelo, que estaba en blanco y negro y me dijo: “tu abuelo tenía los ojos amarillos más hermosos del planeta” ¿amarillos? ¿apoco existen los ojos amarillos? Mi mamá luego luego me dijo, no, tu abuelo tenía los ojos verdes, y fue ahí Rodrigo, ahí lo descubrí todo, mi mamá nunca miente, y mi abuela tampoco, pero no pueden existir dos verdades ¿o sí? – No, pues no- exaaacto, y entonces yo pregunté ¿quién está mintiendo? y mi mamá dijo: “no, bueno, nadie, sólo que tu abuelita Toñita es daltónica”-¿Qué es eso?- Es cuando ves los colores diferentes a como los ven los otros- aaaah, o sea que doña Toñita ¿puede ver el rosa como verde o algo así?- ajá, algo así, le voy a preguntar bien, el chiste es que ¿cómo sé cuál es la verdad? Si la que mis ojos ven, o la que ven los ojos de mi abue, ¿cómo podemos saber que sabemos la verdad?- mmm, no sé Ester, eres una niña muy inteligente y a veces preguntas cosas realmente difíciles- eso me hizo sonrojar, en verdad no me molestaría que este bombón y yo nos casemos en el futuro (mi papá le dice frases así a mamá cuando no está en “modo comunista”)- ¡Ya sé, ya sé Ester!- ¡Es increíble, que Rodrigo tuviera una respuesta tan rápido, creo que tiene el cerebro más rápido del lejano oeste!- Se trata de perspectiva- ¿Qué?- Sí, mira, en mi clase de dibujo nos enseñaron sobre la perspectiva, nos pusieron un ejercicio, fuimos al patio de la escuela y nos dijeron que íbamos a dibujar el árbol que está justo en medio, a mí y a mis compañeros nos pusieron alrededor, pero a unos más lejos, a otros más cerca, otros justo en frente y así, después la maestra nos pidió que dibujáramos lo que veíamos, yo creí que se le había descompuesto un tornillo, porque a mi amigo lo hizo dibujar el árbol desde muy lejos, y a mí me tocó ahí enfrente, y me pregunté ¿por qué hace esto si sólo se trata de dibujar un árbol?, pero verás lo que pasó, cuando terminamos de dibujar, la maestra nos hizo sentar en círculo y nos recogió los dibujos, después nos empezó a enseñar cada uno y nos preguntó si nos parecía que era el mismo árbol, Ester, te juro que todos eran árboles diferentes, algunos sí tenían algo similar, pero otros no tenían nada en común, después, nos hizo adivinar de quién era cada dibujo, y como ya sabemos la técnica de dibujo de cada uno, pues fue un poco fácil, pero la maestra nos dijo que también podíamos saber de quién era cada dibujo por la perspectiva, nos explicó que la perspectiva es la forma de ver una cosa y depende mucho del punto de donde la veas para tener una perspectiva diferente a la de alguien más, ves que te dije que mi amigo estaba bien lejos, él dibujó un árbol chiquitito, porque de lejos lo veía casi como del tamaño de un insecto, y yo, que estaba muy cerca, lo dibuje bien grande, tal vez se trata de eso ¿no? el árbol es un árbol y no va a cambiar, pero depende el punto desde donde lo ves para dibujarlo de una forma diferente a otra persona, y no significa que uno mienta, es porque lo ve desde otro punto, tal vez eso pasa con tu abue, ella ve, desde otra perspectiva, incluso así puede pasar con otras cosas ¿no?- …sí, tal vez lo importante no es saber si en verdad sé la verdad sobre algo, si no que muchos podemos ver diferentes cosas de una misma verdad- sí, y también puedes aprende de esas otras cosas, la maestra nos dijo que la perspectiva de todos nos ayuda a enriquecer las cosas, nos dijo que pudimos conocer más de los detalles del árbol a través de las diferentes perspectivas, todas nos ayudan a acercarnos a la verdadera forma del árbol, pero bueno, ahora a jugar ¿no? ve por Mariana y yo voy por los demás…

– Esa tarde todos jugamos muy felices, Mariana siempre hace caras graciosas y como le tocó ser la que se mareaba en el barco todos nos morimos de risa, creo que ahora me doy cuenta de que ayer aprendí muchas cosas, tal vez lo que dice Lidi del matrimonio feliz no sea del todo verdad, tal vez es el punto en el que ella lo ve, supongo que las cremas de arrugas pueden servir para que haya matrimonios felices, pero no ha de ser la única forma, igual y hay más perspectivas, tal vez también Mariana necesita escuchar mi perspectiva de los insectos para que a la siguiente no vomite en mi zapato, y tal vez no tengo que alejarla de Rodrigo, ahora que lo veo desde mi perspectiva, no me parece que Mariana compita conmigo por Rodrigo, siempre ha sido muy amigable, tal vez en su perspectiva Rodrigo sólo es un amigo, y puede ser que yo ni siquiera me case con Rodrigo, tal vez eso sólo sea perspectiva de mi mamá, y aunque esa perspectiva podamos verla él y yo en un futuro, por ahora estaremos viendo el árbol desde un punto un poquito más alejado, desde la perspectiva de la amistad.

Y como esta historia se las estoy contando desde mi perspectiva y no desde la perspectiva comunista de mi papá, cerraré diciendo colorín colorado esta historia ha terminado (¿ya dije que me encanta decir “colorín colorado?).

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