Siempre tendré en mi memoria ese día, esa primera vez; que fui tan consciente de lo que me estaba pasando.
Que estaba atravesando un episodio o “ataque” de ansiedad. Desde el primer momento en que mis latidos comenzaron a ser más fuertes y que mi respiración comenzó a agitarse, lo supe.
Supe las horas infernales que se aproximaban, supe como no volvería a tener el control de mi cuerpo y mi mente por un lapso de tiempo, que ese día se transformo en unas 4 horas, tal vez un poco más, tal vez un poco menos. Siendo muy puntual, recuerdo como ciertas situaciones y tensiones en mi vida se acumulaban de a pocos.
Hasta que esa tarde un 18 de Noviembre, todo colapso.
Inicio con noches sin lograr concebir la idea de dormir como una opción, paso a ser un malentendido con dos personas importantes, y finalizo con un llanto incontrolable y la incapacidad de respirar de una manera correcta.
Fue tan progresivo y repentino a la vez; primero comenzó a surgir una rabia inexplicable en mí, acompañada de una nube formada por impotencia, pase a derramar lagrimas de ira, de las lágrimas prosiguió a posicionarse un nudo en mi garganta. El cual me hacia imposible el paso de aire al interior de mi cuerpo con normalidad.
¿Cómo describiría eso? Como si el oxigeno intentara entrar a mi sistema, pero, se perdiera en el camino, ocasionándome simplemente más impotencia, angustia y desespero.
Luego de esto empecé a escuchar mis laditos con tan intensidad, como si mi corazón no se encontrara en mi pecho y por el contrario hubiera escalado hacia mi mente. Por mi cuerpo comenzaba a sentir escalofríos cubiertos de angustia y pesimismo recorriéndome desde la planta de mis pies hasta la ultima punta de mis cabellos; como un hormigueo lleno de todos los sentimientos negativos inimaginables pasando por cada una de las células de mi piel y sus adentros.
Recuerdo estar sentada en esa silla, físicamente sola, con otra persona al teléfono a la cual logro percibir igual o mayor desespero al mío por no poder ayudarme. Por ver como me estaba ahogando en mi misma y que no pudiera actuar como salvavidas para mí, sabiendo que gracias a la distancia y a su leve ignorancia acerca de la ansiedad, no había mucho que pudiera hacer. Y por otro lado estábamos yo y mi desespero de saber que la única persona que estaba en disposición para apoyarme tan solo podía estar a través del teléfono para acompañarme, y de saber que a quienes tenía físicamente cerca no estaban en búsqueda de hacerlo.
Recuerdo posteriormente colgar, ahogarme un momento más, y proseguir a tratar de ser mas grande que el miedo infinito que me mantenía paralizada e inmóvil en el lugar que me encontraba. Lo que me mantenía en este limbo era la lucha que estaba ocurriendo en mi cabeza, en donde el miedo a levantarme y el miedo a no hacerlo estaban peleándose por ver quien me haría colapsar primero.
Finalmente, después de varios minutos o segundos (no era capaz de ser muy consciente del tiempo en ese momento) termino ganando el miedo que me obligo a salir de mi parálisis y levantarme.
Me dispuse a caminar hacia el lugar al que debía dirigirme, mientras en mi cabeza resonaba un disco de pensamientos negativos y de odio hacia mí. Ya a punto de llegar a mi destino, colapse nuevamente, y encontrándome con lagrimas que empapaban mis ojos ya agotados una vez más, trate de calmarme. Pero me tope con algo(alguien) que nuevamente me hizo ver en vuelta en un ambiente lleno de presión, fastidio e incomprensión.
¿Cómo es tratar de pedir espacio y tranquilidad durante un episodio de ansiedad a una persona que NO entiende sobre ansiedad?
-Bien es más o menos así:
Me dispuse a atravesar la puerta mientras este algo, me sigue, para posteriormente suspirar e intentar seguir reprochando sobre el tema en cuestión, por el que un infierno en mi cabeza se desato.
Mis ojos, por cada palabra que salía de su boca comienzan a pesarme más, cuando ya los tengo completamente empapados de lagrimas aun retenidas, me volteo y le pido espacio, le pido paz. Un silencio absoluto e incómodo envuelve la habitación, y justo después lo rompe mi llanto.
Empiezo a percibir, lagrimas desesperadas, los latidos en mi mente y el nudo en mi garganta que no me permite respirar, estaba comenzando otra vez.
Las palabras me comienzan a salir igual que las lágrimas, sin parar y de manera abundante, estaban siendo una mezcla de impotencia, arrepentimiento, tristeza, odio y lo que mas ronda mi cabeza estos días culpa.
Culpa de ser una carga y un problema para los demás y también para mí, culpa de tener algo que me hace sufrir a mi y a la gente que esta a mi alrededor, culpa de sentir de más, culpa de no saberme entender, culpa de existir, culpa de respirar.
Me exprese ante ese algo con el dolor a flor de piel, y la mayor sinceridad que había tenido en mucho, bien pues después de eso… El solo se fue, me dejo sola en esa habitación, mientras atravesaba el segundo episodio del día.
La impotencia se apodero de mi cuerpo mientras la tristeza y la decepción le seguían el paso. Las lagrimas me quemaban del dolor que en ellas llevaban, otra vez me congele. No me podía mover.
Alrededor de 50 min después logre nuevamente salir de mi parálisis. Y pude por fin disponerme a comer algo (no había almorzado, eran las 7:30pm) mientras organizaba mi comida no podía parar de llorar, las lágrimas seguían saliendo una tras otra sin control. Finalmente comí, y mis ojos finalmente cesaron su llanto.
Me dirigí a arroparme en una habitación que se encontraba completamente a oscuras, la poca luz en el lugar dejaba apreciar a la perfección a través de ventana las luces del resto de la ciudad, que progresivamente en dirección a las montañas disminuían su intensidad. Desde ese día me volví amante de apreciar esa vista en la oscuridad.
Justo después de haberme quedado unos minutos hipnotizada por el paisaje, un agotamiento infinito, me empezó a recorrer todo el cuerpo, llenándome de cansancio a un punto en el que no podía soportar el peso de mi cuerpo. Así que solo me deje caer sobre la cama. Sentí la necesidad de cerrar los ojos, y me quede ahí por unos minutos, había terminado, por fin, después de tantas horas, ese infierno que inicio en mi cabeza y recorrió todo mi cuerpo había terminado.
Y al final lo único que quedo fue el cansancio, la hinchazón en los ojos y un hueco en el pecho acompañado de un vacío de tristeza.
-S
OPINIONES Y COMENTARIOS