A traves del Espejo

A traves del Espejo

El Narrador

02/02/2018

En su desesperación intentó comprender con su mente lo que su corazón debía entender. Su gran y orgulloso cerebro no le permitía creer que un enigma tan simple fuera tan absurdamente complejo, la respuesta debía de estar frente a él solo que seguramente no podía verla. Su frustración estaba perfectamente grabada en toda la casa, su cama desecha, el piso rebosante de mugre, sillas tiradas por doquier que denotan su impotencia y el maldito espejo con un buen agujero.

Por horas miro aquel espejo agrietado intentando descubrir cómo es que no podía verse en el; desgraciadamente las hipótesis no abundaron, y de las pocas, ninguna logró llevarlo ni un centímetro más cerca de la verdad. Un error del espejo, pensó, una estupidez, esa idea era aún más absurda que el hecho que allí lo traía. No es un puto celular como para estar “descompuesto”. Era más probable que pueda ser un vampiro, idea que atravesó por su mente pero debió rechazarla al instante, puesto que un hombre de ciencia como él no podía permitirse, considerar tamaña estupidez.

¿Pero cómo fue que llegó hasta acá? se estarán preguntando. Y no intenten cuestionarlo porque sé que se lo preguntan. Así que debo explicarles, ya que resulta que es mi trabajo. Primero déjenme que les cuento quien es aquel sujeto tan frustrado. Su nombre es Adrián Osiel Aguirre, aunque prefiere que lo llamen Dr. Aguirre, un científico de carácter internacional ganador del premio Nobel de química y otros reconocimientos a nivel mundial; un hombre arrogante, cínico, muy seco, con notorias tendencias narcisistas y de pocos amigos; alguien que no acepta un no como respuesta de nada ni nadie, lo que lo metería en problemas luego.

Resulta que al despertar, como todas las mañanas, nuestro afamado científico se precipitó hacia su baño para comenzar con su aseo habitual (cosa en la que, por cierto, era muy riguroso) y allí descubre, impactado, como aquel espejo cuya única finalidad es mostrar el reflejo de lo que se es, no se percataba de la existencia del Doctor. Trastornado por la sorpresiva falta de aparición de sí mismo (algo que realmente le gustaba ver al despertar) intenta buscar una respuesta que explicaría tal hecho, pero no la encuentra, asustado; y no por el espejo si no por su falta de respuesta inmediata, se da cuenta de que deberá pensar con más seriedad este asunto. Así que comienza elaborando las primeras hipótesis, los resultados son terribles, al ser algo tan raro y “simple” a la vez no logra conseguir siquiera una idea. Revisa absolutamente todos los espejos en la casa pero estos si emiten el reflejo, apaga las luces pero nada; intenta ver si la ropa es el problema pero nada, incluso prueba iluminando todo el baño pero la respuesta del espejo es la misma. Con cada intento su cerebro se negaba a razonar más allá de una respuesta natural y eso lo estresaba cada vez más.

Pero desgraciadamente no podía regalarle más de su tiempo a su reflejo, o a la falta de éste, puesto que debía estar en el laboratorio hace ya diez minutos, así que abandona el apartamento pero sin sacarse de la mente aquel problema.

Ya en el trabajo no podía alejar su pensamiento de lo acontecido en la mañana y estar en una gran habitación repleta de espejos, vidrios y cualquier otro tipo de objetos que pudieran reflejar aún en lo más mínimo no lo estába ayudando. Y lo peor era que todos ellos cumplían la función que aquella basura estacionado en su baño durante ya más de dos años ahora no podía. Lo reflejaban a el. Sus compañeros (quienes realmente no le tenían mucho aprecio) notaban está irritación fuera de lo normal en él e intentaron ayudarlo pero él se negaba a contarles lo sucedido, echándoles con insultos, algo no muy raro de el. ¿Que a un químico de su talla lo enloqueciera una cosa así? Sus compañeros pensarían que perdió la cabeza, por eso eligió pretender que nada pasaba. Así estuvo un par de horas más, pensando y pensando pero nada lograba llenar aquel vacío, cualquier idea era refutada por el mismo al instante, ninguna teoría era lo suficientemente útil como para pensarla por más de cinco minutos sin rechazarla. Estresado, apabullado y completamente fuera de si se retira de golpe del laboratorio sin dar explicaciones y se dirige cuál maniático al volante hacia su casa dispuesto únicamente a resolver el problema que lo distrae de todas sus obligaciones. Una vez llega, toma una silla y contempla el espejo por horas, jura no moverse de ahí hasta resolver el problema o al menos tener una base para empezar a hacerlo. El tiempo pasa, y lo hace lento, demasiado para él; quién no soporta más y estalla en ira golpeando impulsivamente el espejo; luego patea la silla hasta el comedor y comienza a gritar mientras golpea todo a su alrededor, teniendo en la cabeza como objetivo todos y cada uno de los espejos de la casa.

Ya era de noche, las luces estaban apagadas y la casa era una verdadera escena del crimen, como si fuese un capitulo bizarro de alguna serie de detectives en la cual el ya no sabía si era el bueno o el malo.

Ya en el suelo, al borde del llanto, y sin poder comprender ¿porque? ¿Qué fue lo que hizo para que esté terrible enigma lo atacase sin piedad? ¿Porque no a otro?

Al final, completamente destrozado se rinde e intenta hacer lo que todo su ser le recrimina que no debe. Todo su cuerpo, alma y mente le ruegan que ni lo intente, que era absurdo pero él no le hace caso, se recompone y con un pobre y rengo andar toma una silla y la arrastra de vuelta hacia el baño donde todo comenzó, la coloca frente al espejo mientras se apoya en ella para no caerse, da un gran y largo suspiro, espera y por fin, se sienta.

Ante él se encontraba el objeto de su amargura, quién es un solo día había logrado arrebatar su cordura y tirarla por la ventana, la mira. Pero para la sorpresa de cualquiera no lo hace con odio tal y como haría una persona normal. Si no que la observa como quien quiere entender. Y no hablo de entender el “porqué” de todo esto, si no que la mira como si quisiera entender a aquel objeto inanimado, como quien busca entender a una persona, casi como si lo que sintiera fuera lástima o pena por todo lo que le ha hecho. Y tras observar por horas sin ningún pensamiento sobre porque aún no veía su reflejo, de repente empieza a divisar en el espejo toda su vida, su infancia, su adolescencia y su adultez. Todo ocurrió en un pestañeo, pero para él se sintió literalmente como toda su vida. Lo vio todo, sus errores y sus aciertos en la vida, cada decisión difícil que tuvo que tomar para llegar hasta donde está, toda la gente que dejó en el camino y todos los que lo dejaron a él. Observó todo con detenimiento y al finalizar solo pudo hacer una cosa, llorar. Al revivir todo, se dió cuenta del precio que tuvo que pagar para estar donde está, la persona en la que se había convertido, un cínico que no admitía ayuda de nadie, alguien que impone la razón por sobre la emoción. Y así estuvo; lloro, lloro y lloro por horas hasta que las horas se convirtieron en días y los días en semanas, pero llegó un momento en que no pudo más; sabia que toda su vida no había sido nada mas que una gran miseria negra disfrazada de Blanco. Totalmente destrozado se aproxima a la ventana, se asoma al balcón, creyendo que un solitario Monstruo como él no merece esa vida y se arroja al vacío esperando el inevitable final, su final.

Al abrir los ojos, logro ver toda su vida, su infancia, su adolescencia, su adultez su pronto final y al ver como terminaría su vida queda en Shock, no por el simple hecho de verse morir, si no porque cree merecer ese horrible final pero sabe que debe haber alguna razón por la que vio todo esto y entonces, entiende lo que debía hacer, toma el espejo y se decide a tirarlo por el balcón desde donde se supone que debía terminar su propia vida y antes de arrojarlo susurra un “Gracias” y lo lanza; este cae siendo destrozado por el pavimento pero al despedazarse en la calle una ligera explosión es liberada dentro de ella, como si un espíritu fuera liberado de su prisión.

Confundido, asustado y mareado despierta, sin entender qué fue lo que pasó, cuestionandose la realidad de las cosas. Rápidamente se abalanza hacia el baño y descubre para su fortuna como el espejo sigue allí y “funciona” con normalidad, suspira y entiende que solo fue otro mal sueño. Sin darle mucha importancia, se asea, se viste y se va, continuando con su vida como si nada hubiera pasado.

Aquí acaba la historia y si te estas preguntando cuál es la moraleja, cual es la enseñanza que está historia me puede dar, te daré dos: “No siempre aprenderás algo en una historia y mucho menos algo bueno” y si esa no te es suficiente te puedes quedar con esta: “Se necesita algo más que un sueño revelador para que una persona cambie toda su manera de ser”

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