Incontables pulsaciones en el pecho de mi niña.

Pudo haber heredado la mirada, las curvas de la memoria, el semblante extraído del medio oriente más la disnea le habló a través de cuatro generaciones.

A mi niña no le gusta la oscuridad, ni los cuartos cerrados, pero contar los puntos y garabatos que hay en cielo le encanta, y mojarse los pies en el rocío de la mañana, eso si que es un placer. Curiosas costumbres para quien se llena de mariposas en la barriga y luego se niega a soltarlas.

Maldita y deliciosa falta de aire, diría mi niña, pero ella aún construye sus palabras como quien da un beso en la frente, tibio , silencioso y hasta un poco pecador.

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