Sombra plateada

Te conocí una tarde en Praga, caminabas esquivo, huyendo de cualquier mirada,

tras de ti, descubrí una frágil sombra, en un primer momento, pensé en la belleza de

lo azulada que se veía, pero, ¡que error!, si eran pétalos, caminando tras de ti, sombra hecha, de color plateada,

esa tarde, caminante esquivo, te descubrí sorteando una alborada y a los lejos, yo,

me escondía, tratando de que no descubrieras, mi presencia, que adoraba, tu sombra plateada,

corrí, pues el frío se agolpaba en mí, y hallé una antigua cafetería, de repente caí, pues el vaivén del viento, frio y lluvia que en mi comenzaba a fraguarse,

me quebraban, tras la fragilidad que había empezado a brotar en mí, por ti.

Entré, tú también habías corrido tras de mí, y, sin darme cuenta, aquella tarde invernal,

de Praga, se convirtió, en la primavera mas hermosa, eterna y cálida, que recuerdo ahora,

veinte años después, en tu mirada.

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