GATO MUERTO
22-12-02
Gato Gato muerto
Yaces allí, a media cuadra de mi casa.
Tu historia ya no es, nada se sabe de ti,
no eres el mejor amigo ni maullas para espantar a nadie.
Gato muerto
Si fueras un niño, la cosa sería otra,
habría un escándalo, tal vez culpables y juicios, otro gallo cantaría.
¿A quién le vas a importar?
Gato que ahora estás muerto;
¿por qué no ver que desconocemos la cultura de la muerte,
que nacemos frente a una cultura
de vida ficticia e imposible, irreal y atea incluso?
Agarra tu gallo muerto,
córtale las orejas y el rabo a ese toro que matas por no dejar;
acaba con el perro y su rabia, pues muerto el perro rollo resuelto;
ya sabes que a rey muerto rey puesto;
y es que saliendo el difunto echando la primera lágrima;
lo malo es que cliente muerto no paga.
A ver como le haces con ese escaparate al hombro;
agarra tu gallo muerto.
Hoy, ya casi cuatro días después,
vuelvo a ver al gato anónimo muerto.
El tiempo, representado por los gusanos,
hace su trabajo silencioso.
Veo el cuerpo pero no el alma,
al igual que cuando he ido a algunos entierros.
Allí está el señor o la señora tal, el muchacho fulano, la chica aquella.
Allí yacen como dormidos pero todos sabemos que no lo están,
de hecho realmente ya no hay nada ahi.
Sus almas, como la del gato, fueron a perseguir un nuevo destino.
No podemos comprender la muerte,
si la misma vida se nos hace un misterio,
sino logramos ver la mística divina tras cada cosa,
sino comprendemos que la Divinidad está en todo
y todo en Ella, incluso, claro, en la muerte, en la vejes y en la enfermedad.
Hombre muerto, mujer muerta, niño y niña muertos.
Y no es que aqui se venga uno nada mas que a morir,
sino que es algo tan válido como nacer,
como cuando el solo sale y luego se oculta para volver a salir después,
sin obligación, sin presión.
El problema lo presentan las raíces del apego,
lo que creo que soy pero no soy;
lo que creo que es mío, que tengo pero que no es mío ni tengo realmente.
La cultura destructiva del apego, las raíces del dolor,
el desconocimiento de la realidad de las cosas.
El gato muerto.
Mañana estarás allí mismo; desapareciendo,
igual seguirás sin importarle a nadie, igual sabrá alguno de ti,
al leer este poema.
Pero yo, gato muerto,
un día habré de morir, seguiré en mi movimiento por otros cuerpos
y llegará el momento en que me olvidarán,
en que no me leerán mas.
Cuando otro escriba otra cosa, ya no de gatos muertos,
o de poetas que escribían sobre gatos muertos.
Ya no estaremos de moda y morirán también los que nos conocieron,
los que nos quisieron, los que creyeron que les pertenecíamos,
los que pensaron tantas y tantas cosas.
Y nosotros allí gato, siguiendo y siguiendo.
Ojalá, cuando algún día, estés entre los seres humanos,
tu alma ya evolucionada en el samsara,
puedas aprovechar el conocimiento de los hechos y de las cosas
y llegues mas lejos que como gato.
Ojalá no termines así, atropellado a una cuadra de una casa.
Disculpa que no te lo halla dicho vivo,
pero te conocí así;
ya como un gato muerto.
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