Autora: Delia Checa 

De mi libro Poesía

Mendoza, Argentina – 2014


Hace tiempo que mi alma

de poeta deshace calendarios

a través de esta infinita distancia;

cercana para los que regamos,

en bautismos de sangre,

los caminos de la patria…

Evoco imágenes

y fragmentos de tu historia…

Fue en tiempos

en que los ideales florecían…

cuando con tu compañero

en clandestinas reuniones

y manifestaciones callejeras

trabajaban proyectos

y, empeñados en caricias fértiles,

llenaron el hogar

de pañales y esfuerzos…

El fuego, dolor y pólvora

agujereaban los cuerpos;

bandas militares herían

el aire y rompían esperanzas;

congelaba los diálogos

un temor óseo,

apuñalaban las sombras…

los allanamientos

ventilaron inescrutables,

condenables secretos.

Fue necesario ocultarse,

llevar la vida a lo inhóspito,

al campo frío…

otros lo hicieron

en endemoniados aviones…

crecieron los hijos rodeados

de tierra en soledad,

tan pequeños,

junto al desamparo

que duele en las uñas

y se agazapa en las espaldas

como gigantesco quiste;

mientras en tus ojos

nacía una pena ronca,

dardo o alarido entre sauces

y acequias, que se clavaba

con fuerza en los surcos…

frágil… sola con tus hijos…

tu compañero cada vez más ausente.

Enmudecidos gestos

en el túnel sin savia,

en ese inanimado páramo oculto.

Tras años de ausencias,

dolor, pobreza y muerte

una escuálida democracia

llegó a la Argentina con paso raudo…

entonces… de nuevo, la ciudad…

cuando saciaron los militares

su apetito sangriento

pudiste volver con tus hijos.

El país vomitaba proyectos,

maletas y entusiasmos,

o mataban en secreto…

por las calles rodaban

vocales de desolación

con canto a losa fría;

descuartizando latidos,

respiraciones, ilusiones…

Entraste con paso quedo

para que no te escucharan

y te señalaran, con ese silencio

de hueso que habías

masticado tanto tiempo…

tu compañero no estaba a tu lado…

ya ninguna palabra en ustedes

era puente o camino…

fue necesario componer la vida,

poner fervor en los rincones,

enredar afanes a esplendores nuevos.

¡Cuántas heridas a restañar!

Mientras… la comparsa electoral

armaba el circo entre tanta miseria

y ruines mercaderes de lo ajeno

vendían esta patria harapienta

de cielos infinitos y rubios trigales.

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