Memorias De Beria

Memorias De Beria

Jess_Aron

19/01/2021

La custodia de las Elfas

Capitulo 1. Los Héroes que llegaron al sur

#Favor de leer.

La pequeña ciudad de Charvil se encontraba oculta entre la cordillera que separaba los países de Courmont y Ashe, estando en éste último. Ésta ciudad amurallada estaba poblada por humanos, elfos, semi-elfos y enanos que vivían tranquilos y siempre con trabajo. Durante los calurosos días de junio se podía ver los sembradíos repletos de gnomopatatas, todas con su hoja de color carmesí por fuera de la tierra. El ruido que causaba el golpeteo del martillo de los herreros enanos, se combinaba con el canto de los Jinplefai, aves con un plumaje amarillento y esponjoso, tan suave como el algodón, cuyas patas, apenas se lograban ver y con unas alas tan pequeñas que solo las hacia levantarse un par de centímetros del suelo. Su canto significaba el comienzo del amanecer y todos en la ciudad lo sabían. Los niños pequeños salían a jugar con sus amigos, sus hermanas mayores preparaban el desayuno, limpiaban la casa y en la tarde preparaban la comida, los padres y hermanos mayores se dirigían a cuidar las gnomopatatas, todos con la esperanza de poder saborear un delicioso estofado de Jinplefai. Fuera de los muros, lo único visible eran las grises e imponentes montañas. “los gigantes nevados”, era como se les llamaba.

La rutinaria vida de los habitantes de Charvil, se vio, por desgracia, interrumpida por la llegada de un grupo de sapo-trolls. Los habitantes de Charvil se escondieron al ver que sus herramientas no servían de nada contra ellos.

Sobre la muralla se alzaba la figura, borrosa por la niebla, de tres personas, dos hombres y una mujer. El primero de ellos tenía un cabello rubio muy corto con una barba del mismo color, ojos azules y un rostro severo. Vestía con una armadura blanca con dorado y una túnica blanca con azul, además poseía unas hombreras con el pelaje marrón de un animal, a su lado un hombre con armadura completa de color gris, una capa azul y de cabello negro al igual que sus ojos, labios resecos y una piel aperlada, por último, la mujer era una semi-elfa de cabello largo y castaño, grandes ojos café como avellanas, nariz pequeña, labios rosados y delgados, orejas largas y caídas, típicas de un semi-elfo. Vestía una armadura que le cubría casi todas las piernas, los brazos y el pecho, a excepción de su entrepierna que estaba cubierta por una pequeña falda blanca.

—Hay dos azules, dos rojos y tres grises—Dijo la semi-elfa llamada Iris. —Bien, yo iré por los grises—dijo con voz grave el hombre rubio que se llamaba Oward, al instante saltó del muro y desenvainó su espada en el aire, calló en el tejado de una casa y corrió saltando de casa en casa hasta perderse en la niebla. Iris y Aerest (que era como se llamaba el otro hombre) se miraron durante un par de segundos y a la vez saltaron tomando rutas opuestas. Iris hacia la izquierda y Aerest hacia la derecha.

La joven semi-elfa corrió y se detuvo al ver a los dos sapo-trolls azules a lado de un pozo de agua, los sapo-trolls tenían su piel azul llena de verrugas, sus dientes salidos de la boca y apoyaban sus manos sobre el suelo con sus dos garras enroscadas que les salían de los nudillos. Se escondió detrás de una chimenea y arrancó una teja del techo en que estaba, lo lanzó con tal precisión que golpeó al sapo-troll justo en la nuca.

Al instante en que el sapo-troll volteó, Iris salió de su escondite y le disparó una flecha con su arco, la flecha se clavó justo en su boca, pero eso no era suficiente y ella lo sabía. —Katsu— dijo la semielfa. La flecha explotó volándole la cabeza al monstruo, pero, el otro sapo-troll la vio y no dudo en saltar justo hacia ella. Iris fue más rápida y se dejó caer de espaldas, el monstruo no se pudo detener, chocó contra la chimenea destruyéndola y salió volando, mientras rodaba en el aire, Iris aun tirada en el techo, cargó su arco con una nueva flecha y disparó. La flecha se clavó justo en el estomagó del monstruo. —Katsu— repitió ella, el estómago del sapo-troll exploto partiéndose a la mitad y cayendo al suelo.

Iris corrió hasta donde estaba Aerest. Al llegar encontró a los dos sapo-trolls rojos partidos a la mitad, la espada de Aerest estaba manchada de sangre azul, así que era evidente que él los mató. —Eso fue rápido— Dijo Iris que se había sentado en el tejado de una casa y bajó de un salto, cayendo junto a Aerest. —Sabes que soy el más rápido— Mencionó Aerest con una sonrisa un poco engreída. —Sí, lo sé, solo espero que no seas el más rápido en más de un sentido— dijo Iris en un tono burlón. —Ustedes, dejen de coquetear un segundo y vengan aquí— Interrumpió la voz de Oward, tanto Aerest como Iris se sonrojaron y se dirigieron a donde estaba Oward junto con un grupo de campesinos. les entregaron como agradecimiento una enorme canasta de gnomopatatas. Aunque al principio se negaron al final las aceptaron.

Los tres se fueron y montaron a sus caballos, recorrieron varios kilómetros hasta llegar a una cuidad pesquera llamada Presses. llegaron directo a una taberna que tenía por nombre “El frasco del rey”. la calle estaba llena de vendedores ambulantes, varios de ellos se acercaron, pero los ignoraron, la taberna era de piedra y había poca gente. El dueño era un elfo delgado llamado Care. El lugar era pequeño así que no tardaron en encontrar lo que buscaban, en un rincón estaban sus otros compañeros.

Ethel, era un chico joven, tal vez el más joven del grupo junto con Iris, vestía una ropa negra, encima de ella llevaba su armadura blanca con dorado, su cabello corto de color azul y ojos de color almendra le daban una apariencia tierna, a diferencia de ellos tres, Ethel llevaba además un escudo.

Kater, a diferencia de Ethel ella tenía una cara muy severa, un cabello rubio largo y una piel bronceada, llevaba puesta una armadora de color gris, muy sencilla, junto con un escudo, igual que Ethel.

Sabel, era muy bella, con una piel pálida, ojos como zafiros y un cabello blanco platino daban un aspecto bastante inusual, se rumorea que algún familiar lejano podría ser un elfo, vestía una armadura color bronce y poseía la espada y el escudo más pequeño del grupo, pese a todo eso, era una persona que prefiere pasar desapercibida.

Ander, el capitán del grupo, un hombre de apariencia ruda, con una armadura plateada con detalles dorados y una capa azul, impone con su presencia, pero es muy abierto con las personas que aprecia. Su cabello era castaño claro, sus ojos verdes y tenía una cicatriz en la mejilla derecha que lo hacía ver más intimidante.

—¿Cómo les fue? — Preguntó Ander. —No fue nada, solo era un pequeño grupo de sapo-trolls— contestó Oward. —¿Y?, ¿Qué hay de ustedes?, ¿Qué hicieron? — preguntó Iris muy entusiasmada.

—Bueno, pues yo me enfrente a dos crustáceos inteligentes— Comenzó a contar Ethel después de darle un largo trago a su cerveza de cereto —Era un cangrejo y una langosta, pusieron resistencia, se escondían en su concha, pero no eran nada que no pudiera manejar— terminó de hablar y le dio otro trago a su cerveza. Kater miró de reojo a Sabel, con solo mirarla se dio cuenta de que no pensaba hablar, entonces supuso, que ella debería hacerlo —Supongo que yo les contaré— dijo Kater todavía mirando a Sabel y observando como en su pálido rostro se formaba una vaga sonrisa. Seguro por la felicidad de saber que no tendría que decir una sola palabra —Sabel y yo peleamos contra un escarabajo espadachín, su cuchilla medía como un metro, era rápido. Pero nada que un buen trabajo de equipo no resuelva. ¿y tú Ander?, ¿era cierto lo del monstruo en la playa? — Ander después de estar tomando de su cerveza y comiendo una rebanada de pastel de eslorio, estaba listo para contarles lo que hizo —Si había algo en la playa, pero no era un monstruo desconocido. Pasé casi una hora buscando, hasta que se me ocurrió picar el suelo y ahí estaba. Era un crustáceo gigante gris, solo tuve que cortarle los ojos, después las patas y las tenazas, por último, matarlo desde dentro. por alguna razón me dio mucha hambre, y este pastel de eslorio esta delicioso—.

Para cuando Ander terminó de contar su historia, el mesero llegó con la comida de todos. Tanto Kater como Oward habían ordenado un estofado de Jinplefai acompañado con unas gnomopatatas al vapor, Sabel fue un poco más sencilla y solo ordenó unas costillas y chicharrones de pigslauter, Aerest solamente un estofado de rabiwig y Ethel pidió carne de rabiwig, vegetales al vapor (gnomopatatas y eslorio ya que no había nada más) y un emparedado de queso de steeds bañado en miel de abeja elefent. Todos ellos comieron como si no hubiera un mañana, acompañaron la comida con cerveza de cereto y al terminar pidieron una rebanada de pastel de eslorio.

Etiquetas: fantasía

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS