he llegado tarde al amor, Federico
he encontrado el cuerpo de mi amada desbrozado
y a un gato bebiendo sus propias lágrimas
en la copa de sus ojos
los pies de mi amada convertidos en sinsontes han partido
y en sus muertas pálidas manos he hallado
mi corazón atenazado y miro
desde la torrentera la ciudad y ya no puedo
con ella
ni de cerca
ni de lejos
es la sonrisa de la muerte, Federico
la sonrisa
que me ata y me devuelve la mirada
y me llama la atención, amigo mío
sus labios están lejos de su cuerpo
¿qué quiso decir al fin?
tal vez llamándome estaban los santos y los muertos de su piel
tal vez gritaban mi nombre
algo así como adiós amor nada podrá apagar
y ahora el silencio es tan grande
y me siento tan pequeño cada día
que camino entre su cuerpo incierto
y entre sus cabellos voy
como si fueran gigantescos abismos salto
y soy un héroe
y son acantilados sus pestañas
y un volcán su nariz seca
y el aire esta agrietado
y yo aspiro/disparo/devuelvo
de entre sus senos
poemas inéditos caen
del otro lado del día
encuentro el sexo muerto de algún hombre también muerto
que anduvo cerca en el lugar equivocado
y la mañana es
azuladamente gris y ha sido
fríamente acuchillada la necesidad
de levantarse y correr hacia el abismo
y regresar feliz con la muerte y su perfume la imagino
suavemente aun rodando y sonriendo
sobre la espuma dorada del verano, Federico, amigo
una nube de jirafas la acompañan
y el cielo se abre como se abren mis manos para dejar caer:
este día/ este amor
la dulce mueca del silencio/ un trozo
de cristal ensangrentado /el agujero
que cae
de mi pecho
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