Y de pronto me miró fija, pero suavemente. Tenía una suave sonrisa y parecía aliviada, como después de un largo suspiro; yo la veía desde un escalón debajo de ella y posó sus brazos a cada lado de mi cuello recargándose sobre mis hombros, aunque yo no sentía gran peso, mas bien una caricia. Mientras yo la veía con asombro, pues hasta donde yo recordaba ella estaba con alguien más, Su cabello dorado bajaba hacia mi rostro por ambos lados, yo seguía sin creerlo y finalmente lo dijo, me tomó por sorpresa, sus labios rosas casi rojos hablaron: “te amo”, y sentí como si nadie nunca me lo hubiera dicho antes, era también como si lo hubiera guardado por mucho tiempo, como si hubiera sido prohibido o imposible. Olvidé todo en su beso, no había nada más que ella y yo. Sentí como si ella descansara con el hecho de por fin decírmelo. Su “te amo” aún sonaba al yo despertar, que no me alcanzaba recordarlo una y otra vez, así que quise ponerlo en papel…
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