Y fui yo la que me quedé, desde tu huida no sabía cómo debía reorganizar mi vida o siquiera como seguir sin ti, tú único recuerdo fue el desvelo de tus camisas frías con un toque de tu olor, era tan leve que tenía que esforzar mi nariz para poder alcanzarte.

Sin embargo, nunca pude volver a ti. Y si, tu partida la sentí como nunca porque a pesar de la costumbre de tus viajes, en el fondo sabía que de esta no regresarías, no tuvo que pasar todo un día para darme cuenta en el primer instante que tu regreso sería un jamás.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS