CARTAS SUICIDAS

CARTAS SUICIDAS

Carol Gallo

07/01/2021

Capitulo 1: La hija perfecta 

Era viernes por la noche, Carla se encontraba cenando junto a sus padres y hermana, al terminar de cenar sus padres salieron a una reunión y su hermana había salido con sus amigas, así que Carla se encontraba a solas esa noche, para ella era normal estar sola porque sus padres trabajaban todo el día y al llegar la noche solían ir a fiestas, reuniones o bares y su hermana salía con frecuencia a casa de sus amigas, pero esa noche iba a ser diferente a las anteriores.

Al irse su familia de la casa, Carla levantó los platos del comedor, colocó su música favorita a todo volumen y comenzó a lavar los trastes, limpió y organizó toda la casa, le dio de comer a su pequeña tortuga y se dirigió a su cuarto, realizó sus tareas de la próxima semana, alisto su uniforme para el lunes y fue a dormir con Tibí, que era su conejo favorito de peluche, paso el tiempo y no conciliaba el sueño, se quedó mirando el techo por varias horas, hasta que tomó la decisión de levantarse he ir a sentarse en su escritorio, limpiándose las lágrimas de su rostro tomó un lápiz, una hoja y comenzó a escribir…

“Queridos Papá y mamá.

Les pido perdón por medio de esta carta, porque en persona no tendría la valentía suficiente para hacerlo, perdón por no ser la hija perfecta, por no haber sido buena hija, por ser desobediente, por causarles problemas o molestias durante 15 años, recuerdo que desde muy pequeña me empezaron a decir que fuera como Susana, ustedes querían que fuese a estudiar en casa de mis amigas, que me arreglara, que tuviera citas y que fuera muy aplicada para en el estudio, quiero que sepan que soy muy distinta a mi hermana pero ya es demasiado tarde para que lo entiendan.

Nunca lo supieron pero sufrí de acoso en la escuela, ¿Mamá te acuerdas de Federico?, el chico con el cual tú me molestabas diciéndome que haríamos buena pareja, que era un buen chico, que te hubiera gustado que fuésemos novios, te confieso que Federico me encerraba en el baño de chicos, me tocaba las piernas y me besaba a la fuerza. Una vez me quede a solas con él en el aula de matemáticas, alisté mis cosas rápido para salir del salón y cuando estaba a punto de levantarme de mi asiento él me agarro fuerte del cabello y me lo impidió, se sentó encima de mí y comenzó a besarme, sentí tanto asco de él, así que lo golpee para que se quitara pero eso lo enfureció más y me devolvió el golpe, se acuerdan cuando discutimos y ustedes pensaron que me había peleado en la escuela, pues esta fue la verdadera razón del golpe, luego él me lanzo fuertemente al piso he intento tocar mis partes íntimas, intenté gritar pero él tenía su mano en mi boca y eso me lo impedía, justo en ese momento entro un chico de otro curso y me quito a Federico de encima. Ese día corrí lo más rápido que pude para llegar a la casa y contarles lo que me había pasado, pero ustedes no se encontraban allí, estuve esa tarde sola en casa, en la noche escuche que abrían la puerta así que corrí para contarles, pero ustedes no me dejaron, comenzaron a gritarme y me pedían explicación de porqué tenía el ojo morado, cuando quería decir el porqué, papá tú me interrumpiste y me dijiste que cual había sido el problema que yo había provocado para que me golpearan, guarde silencio, fui a mi cuarto y entendí que el problema no era lo que me había pasado, que el problema era yo.

Les quiero confesar que me intente suicidar en dos ocasiones, la primera fue con tus pastillas papá, aquellas que guardas en el tercer cajón de tu armario, esas que te ayudan a dormir, me tome la mitad de ese tarro y sentí un poco de mareo, estaba a punto de tomarme la otra mitad que quedaba, cuando Susana entro al cuarto y en un par de segundos pude ver como sus ojos se cristalizaban, como su rostro se ponía pálido, corrió a abrazarme muy fuerte, hable con ella y le explique porque no quería vivir más, lloramos juntas por un largo tiempo hasta que ella me dijo que nunca me dejaría sola, que siempre íbamos a estar juntas. La segunda vez había llegado temprano a la casa, ese día estaba muy desanimada porque había tenido un mal día en la escuela, esa tarde te busque Susana y no estabas, también los busque papá y mamá, pero como era de costumbre ustedes no estaban en casa, corrí a mi cuarto, saque las cuchillas que guardo bajo mi colchón y fui a encerrarme en el baño, mientras la tina se llenaba de agua, me senté en suelo y me quede mirando fijamente una cuchilla, sentí la necesidad de hacerme daño, pero reaccione, al escuchar como el agua caía al suelo así que me pare rápidamente para cerrar la llave, me metí en la tina y estando bajo el agua junto con mis cuchillas sentí un poco de tranquilidad, me hice varios cortes en la muñeca derecha y vi como mi sangre escurría por mi brazo, estaba a punto de hacerme un corte más profundo cuando escuche que habrían la puerta, así que me detuve.

Querida hermana ya es hora de que seas sincera con nuestros padres y contigo misma, no les temas a ellos sé que no te golpearían porque eres su hija favorita, sé que es duro, yo te entiendo pero diles que no eres como ellos piensan, diles que te gustan las chicas, y es normal que te gusten, tú sabes que siempre te apoyé y nunca juzgué tus gustos, fui tu cómplice para casi todas tus locuras, que fuiste tú la única persona que me escuchó, la cual guardaba bien mis secretos, la que impidió que me quitara la vida en una ocasión, hermana te amo con todo mi corazón y recuerda amarte y valorarte antes de amar a alguien.

Recuerden que los amo y nuevamente perdón por no ser la hija perfecta, por no ser la hija que ustedes querían que fuera.”

Eran las tres de la mañana cuando Carla termino su carta, sus padres no habían llegado así que entro a el cuarto de ellos y les dejo la carta encima de la cama junto Tibí su peluche, se devolvió para su cuarto, se puso sus botas preferidas y su abrigo color negro, tomo su bicicleta y con su rostro lleno de lágrimas pedaleo lo más rápido que pudo para alejarse de su hogar, pedaleo por dos horas seguidas sin descanso, hasta que llego a un acantilado que se encontraba un poco lejos de su casa, dejo su bicicleta a un lado y se sentó al borde de este para apreciar el ultimo amanecer que iba a ver, cuando el sol empezó a salir se puso de pie y pudo sentir el calor del sol en su rostro, sintió un poco de paz y de tranquilidad se quedó unos dos minutos sintiendo ese calor y sin pensarlo se lanzó por el acantilado terminando con su vida.                                           

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