– ¡Que carajos haces mátalo de una vez !-. Me decía Anselmo con la boca llena de rabia.
Era medianoche lo habían traído desde Comitán a puro madrazo sin darle respiro alguno. Yo lo había esperado dos años cada día de esos años se me iba llenando las venas de ese mero veneno que carga el diablo.
-¡No esperes mas!- Dijo Anselmo con desesperación.
– ¡Cállate el hocico que yo sabre cuando lo mato!- Y le di un trancazo con la cacha de la pistola abriéndole la boca. Se quedo quieto como un perro manso dejando de ladrar.
Se me había escapado de otros pueblos, de la sierra, hasta desde el mismísimo viento. Pero lo deje vivir unos años que soñara con la esperanza de que esto había muerto, pero no sabia que le seguía el rastro como un animal de caza. Eran años y deje que se hiciera rancio el asunto. Se hacia pendejo, pensaba que no la debía, pero ya estaba escrito que yo me lo encontraría. Habían matado y violado a mi hermana, no sabia el horror que causo en mi familia, pero me jure que lo encontraría vivo. Y le haría pagar con creces lo que en mi familia hizo sufrir.
– Encuentra a ese hijo de la chingada ! Hazlo pagar!.- decía mi madre con llanto y coraje de ese mero que se siente cuando tu sangre injustamente es derramada. Y asi fue me jure por Dios que lo iba encontrar y aqui esta todo amolado hasta la pinchi alma.
-Denle unos tragos para que aguante la putisa que le voy meter ! – Y así fue le dieron una botella de mezcal hasta emborracharlo para que aguantara toda la noche sin que se me muriera. No podría imaginar que anduviera ahí suelto como si nada, haciéndose el santo. Deje que se calmara el asunto, coyote la herida pero deje que naciera. Y lo busque, lo trabaje para cuando lo mate no dejar huella a los federales, para que no me siguieran el rastro.
El amanecer ya despuntaba. No pude dormir toda la noche. Agarre mi 380 con una bala que le puse una cruz con mi cuchillo, era el tito definitivo.
-¡ Levanten al cabrón!-Dije a mis hombres. – desamarrenlo agarren la yunta y chinguenselo hasta que sangre y después le doy un tiro en la cabeza.
Y así fue lo agarraron a madrazo macizo sin darle respiro.
-¡Parenle a los putasos!- Dije en voz alta y la pararon.
Me heche un trago de mezcal agarre mi 380 le cargue la bala, sabia que con un tito tenia. Sin decir palabra alguna por que no ni eso merecía. Le apunte en la cien y mirandolo sin compasiones le solté el balazo y ahí quedo.
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