La Cama que Cura

Son las 5:00 de la mañana, toca despertar a mi “cusi” para la escuela; usualmente ella se despierta con muchos ánimos, pero esta vez me dice “me siento mal” oh oh! No es necesario tocar la frente, sus labios intensos cual labial me lo dicen: tenemos fiebre, enseguida inicia el debate al mejor estilo de la chinita perdida en el bosque, recuerdan? Y ella que sí y yo que no (tal cual la cancioncita de mi niñez, ella que quiere ir a la escuela, yo que le digo que no porque amaneció enferma).

Cuando se resigna porque el dolor de cabeza puede más que ella, sin mayores objeciones, busca su preciada almohada “Trini” y se va directo y sin mayor consulta a La Cama que Cura, esa cama que no importa el color de las sábanas, si hay aire o no en el cuarto, esa cama que su sólo aroma hace que cualquier fantasma, enfermedad o ambos con sólo acostarnos nos reconforta, la cama de mami!

Me hizo recordarme a mi misma, yo no sé ustedes, pero cuando yo estaba enferma y vivía en mi casa con mis papás (sí esa sigue siendo mi casa, la casa y cualquier término que indique hogar) al lugar que corría era a esa cama que tenía y tiene aun poderes mágicos, la cama que cura, la que me cura a mí; la cama de mi mamá. Debo confesar que siempre me he considerado hija de papi y mami, dicho esto debo confesar que lo que más extraño de haberme mudado es la cama de mi mamá; esa que me cura la más letal de las migrañas, la que con sólo acostarme, ya me reconforta.

Hay algo que debemos aceptar todos los que somos hijos, las camas de las mamás tienen un poder sobrenatural; es posible que hay algunos que no han tenido la dicha de contar con su cama que cura, lo siento mucho por ellos, pero realmente considero que es algo con lo que debemos contar por derecho propio.

Mi cusi usa su cama de cura para cualquier mal, desde enfermedades hasta los infortunios que ocasionalmente tiene en su “apretada vida” a sus grandes 8 años; tanto así que a veces llego y hasta las tareas las hace en su cama que cura, dice que la ayuda a concentrarse.

No puedo evitar hacer analogía entre lo que ella hace con su cama que cura y lo que yo hacía; básicamente hacíamos lo mismo, “vivir” en la cama que cura y sospecho que está relacionado con ese amor incondicional que nos regala mamá, no hay lugar más seguro que los brazos de mamá y sus alrededores.

Espero que todos de vez en cuando le den su vueltita a sus respectivas camas que curan para que se recarguen de energía y a los que no las tienen, seguro tendrán un sentimiento un poco similar por alguna cama similar.

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