¿Cómo vivir en las clases altas y adineradas siendo de clase media?

¿Cómo vivir en las clases altas y adineradas siendo de clase media?

Orígenes y antecedentes

Yo, Mateo Fernando Oña Oña, hijo de padres sin estudios universitarios, ni maestrías, ni doctorados pero muy trabajadores y que por más de 30 años han forjado un matrimonio hogareño muy estable y duradero en el cual, mi mama es una ama de casa muy convencida ( no obligada por el tradicional rol de género) que siempre se visualizó como madre y esposa porque los estudios superiores e universitarios no le interesaron demasiado, además, ella junto a mi papa se casaron a edades muy tempranas tanto por amor como por decisión propia, mas no por un antecedente de embarazo ni por obligación de sus padres, por ende, tuvieron que dejar sus estudios. También es empleada (dicho termino no pretende ser despectivo ni alude al rol de género) y niñera favorita de mis primos por más de una década. Cabe recalcar que mis tíos le han pagado un merecido sueldo durante todos estos años por aquel digno trabajo.

En cambio, mi padre, un ganadero y agricultor aficionado que por más de 40 años aprendió a vivir y aprender sobre el campo luego de quedar de egresado, es decir sin título universitario. Finalmente, dos hermanos profesionales y académicamente destacados que para bien y mal me han servido de ejemplo pues al ser mucho mayores que yo me han inculcado y dado a entender, con sus experiencias, lo que debo y no debo hacer en la adolescencia, vida colegial, universitaria y laboral. De esta manera, mi crianza fue muy peculiar e inusual para haberse desarrollado en un siglo XXI tan tecnológico, abrupto y diferente en muchos aspectos al siglo XX. Mis dos padres siempre estuvieron presentes durante toda mi niñez y adolescencia ya que mi madre al trabajar como niñera de mis primos en nuestra casa nunca me faltó en presencia y dedicación. Mi padre también estuvo gran parte del tiempo conmigo a excepción de cuando se iba a trabajar, por un tiempo, a su finca ubicada en las afueras del pueblo de San Gabriel, provincia del Carchi, pero eso no duraba más que 3 o 4 días.

Descripción comparativa de mis experiencias entre la clase media y alta

Las implicaciones del contexto de mi crianza influirán mucho en mi pensamiento y manera de proceder pues yo sé lo que es vivir tanto en el campo como en la ciudad, sin embargo, nunca pasé necesidades graves ni crisis económicas intensas, pero como familia si nos privábamos de algunos beneficios y lujos porque siempre nos hemos destacado por ser austeros y ahorradores. De esta manera, yo me considero alguien de clase media pues no he entrado en situaciones en las que me llegue a faltar lo básico ni tampoco disponía de bienes y servicios complementarios y que para muchos son un lujo. No obstante, desde aproximadamente los 10 años en adelante, yo he tenido la oportunidad de sentir y vivir temporalmente en una clase social más acomodada y burguesa porque mis tíos ascendieron a dicha posición y superaron las condiciones propias de la clase media, es decir, pertenecen oficialmente a una clase alta y adinerada.

Tomando en cuenta el vínculo familiar y sentimental entre mis padres y primos por el acompañamiento en su crianza es lógico que se haya creado una relación fuerte y más cercana de lo normal entre mi familia y la de mis tíos, por ende, mis papas y yo hemos gozado de privilegios y oportunidades que dentro de nuestra propia situación económica no se habrían cumplido o requerirían mayor esfuerzo financiero. Por ejemplo, dos viajes con casi todo pagado a los parques temáticos de Orlando, Estados Unidos, semanas enteras en la playa en donde, en un inicio, arrendábamos hotel, pero en los últimos 6 años hemos tenido el honor de hospedarnos en el departamento propio de mis tíos con complejo turístico privado, lujos y actividades que pocos podrían costearse, también hemos disfrutado de incontables cenas y almuerzos en restaurantes y lugares prestigiosos que nunca habría conocido porque mis padres normalmente no los visitarían por los elevados precios que contienen.

Luego de pasar años disfrutando de estos y más privilegios, al menos en vacaciones o momentáneamente, mis tíos tomaron una decisión aún más grande, comprar un departamento en Cumbaya para que, durante unos años vivamos mis padres y yo pues a mi mama aún la necesitan para que cocine y cuide de mis primos ya no a diario como antes, pero si regularmente. De esta manera, pase de vivir en Cotocollao, barrio un poco marginal y destartalado en el que albergan personas de entre clase baja y media a Cumbaya, sector reconocido por ser cuna de mansiones, grandes departamentos y en donde viven individuos muy adinerados. Este cambio es muy brusco para mí porque no conecto, en su totalidad, con una clase social que, si bien no es mi enemiga como muchos comunistas radicales mencionan, tampoco me siento identificado con ella y en ciertos aspectos me llega a incomodar.

Sin embargo, el hecho de vivir más cerca del capitalismo me ha ayudado a evidenciar los aspectos tanto positivos como negativos del estilo de vida que implica ser burgués, acomodado y vivir en medio de abundancia de lujos y servicios. Evidentemente, por mi cuenta no haría el mínimo esfuerzo para alcanzar esta zona de confort, que, en la actualidad, es tan anhelada por miles de personas. Yo me aferro a mi origen humilde, austero, ahorrador y mesurado, principalmente, por el ejemplo que me han dado mis papas y hermanos en cuanto a valorar más las vivencias y relaciones humanas antes que la persecución de fines materiales y monetarios casi inalcanzables a cambio de dar tiempo, salud, vida y tranquilidad.

Estar en medio de dos clases sociales me ha ayudado a refortalecer mi capacidad adaptativa de acuerdo con los recursos que se dispone y a las circunstancias que surgen, por ejemplo, a veces me ha tocado ir aplastado e incómodo en un bus público, pero también se me ha dado la facilidad de ir en un auto nuevo y lujoso que se encuentra disponible casi a cualquier hora. También he sido testigo de las injusticias y desigualdades que se dan entre la clase acomodada y la media e incluso baja porque mientras en un hogar se caduca la comida por las excesivas e innecesarias compras que se realizan, en otras, hay desnutrición y mala alimentación.

Argumentación

Por ende, argumentos tan falaces como “si tanto te gusta el socialismo porque no te vas a vivir a Venezuela, Cuba o China”, “Claro, criticando el capitalismo desde tu ¡IPhone, con zapatos Adidas y desde un McDonald’s ”, “El socialismo no funciona, no has visto lo que ocurrió con la U.R.S.S.” y “Stalin mató a millones en su régimen” no tienen sentido porque en primer lugar, las características físicas, emocionales y las circunstancias en las que se vive no necesariamente se conectan con el pensamiento que se posee porque como ha quedado demostrado, no siempre dependen del sujeto en cuestión. La frases antes mencionadas corresponden a una falacia del falso escocés porque la sociedad, de manera informal y guiándose con discursos de banqueta, atribuyen ciertas características y elementos a una ideología o movimiento en particular, entonces, si no se cumplen con esos sesgos y estándares ya no es un auténtico feminista, socialista, capitalista, católico, ecuatoriano, etc.

El mundo de las etiquetas ha influenciado en cometer este tipo de errores argumentativos porque todo es criticado y pensado ideológica o políticamente mas no críticamente. La sociedad pretende encajar discursos populistas, mediáticos, sesgados y convenientes para quienes los dicen con características y acciones personales sin tomar en cuenta el contexto, la historia y demás elementos que no se ven a simple vista. En consecuencia, la división y polarización de los individuos en específico y la sociedad en general se ha convertido en una de las mayores trabas para el consenso en harás de encontrar una solución imparcial, que al estar pensada desde y para el ser humano no eleve el deseo de lucro y la maximización de beneficios como el fin último del sistema sino como un medio para satisfacer a la humanidad y no a minorías con poder.

Conclusiones

Este pequeño relato ha demostrado que lo que, a simple vista parece ser un adolescente rico, acomodado y mantenido que critica al capitalismo siendo de la lúmpenburguesía también posee toda una historia detrás de él que no está vinculada a lo que normalmente se pensaría del estereotipo de hijo de millonarios que no necesita salir de su “zona de confort” porque tienen a su disposición videojuegos, teléfono celular, tableta, internet y demás bienes materiales que reemplazan a sus padres porque están muy ocupados en producir dinero y no tienen tiempo para ellos. Por ende, hay que investigar y conocer la historia de vida de las personas antes de etiquetarlas, juzgarlas, cancelarlas y censurarlas porque los prejuicios, críticas demasiado ideologizadas y las visiones apresuradas que se fundamentan en una parte de la realidad solo reflejan falta de empatía, superficialidad y egocentrismo por parte de algunos miembros de la sociedad.

El radicalismo en las luchas sociales, ideologías y movimientos políticos solamente es aplicable y justificable en un momento exacto dentro del proceso revolucionario ya que ese cambio tan anhelado debe imponerse con medios extremos solamente después de comprobar que los anteriores no han funcionado para garantizar un sistema diferente y corregido, al menos de ese modo se han los múltiples acontecimientos y eventos históricos más importantes para la sociedad. Sin embargo, cuando ese radicalismo decae en un fanatismo perpetuo, en vez de generar consenso al cambio, ciega a los individuos que, por mero sentimentalismo, pretenden imponer una visión de la realidad demasiado egoísta. Además, usan la verdadera intención de revolución como justificación para atropellar otras visiones que no son ni mejores ni peores de la que dicen defender.

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