FRÍO INVIERNO

Se acabó el contante otoño,

han cesado de caer las hojas que llevaban grabado tu nombre,

cayó la última de ellas con nombre esperanza,

y con ella llegó el frío invierno,

ese en el que noté la embriaguez de la soledad,

y a vez la necesidad de levantarme una vez más.

Me hice muy amiga de la espera,

esperamos juntas la venida de aquello que nunca llegaría,

acudíamos de la mano cada día con nuestra compañera esperanza,

aliada en las buenas y también en las malas,

nos hicimos inseparables hasta que un día comprendimos,

que aquello que por lo que luchábamos, jamás sería mío.

No sé en qué punto me di cuenta,

lo que sé es que no daré media vuelta.

Sigue siendo mi flor,

pero de las que guardas en los libros para que sequen,

marca la página de nuestra historia,

recordaré todos y cada uno de los momentos cuando la vea,

y la flor por la que un día perdí la razón,

se ha convertido en el final que dará comiendo a un principio,

en el que nadie vuelva a dañar ni engañar a mi corazón.

Siento las ganas de volver a nacer,

coger los pedacitos que dejaste de mí,

unirlos y fortalecerlos más con cada día que pase,

pues cada mañana se convierte en una nueva oportunidad,

y ya que cambié todas mis oportunidades por ti,

ha llegado he momento de resurgir, y darme cuenta por fin,

de que tu jamás cambiarías ni la mitad de las tuyas por mi.

Aquí cesó la corriente de versos que solo hablan de ti,

se acabaron los juegos de palabras que mantenían viva la esperanza,

se acabó escribir en paredes con poemas de aquello que parecía no tener fin,

y sí, ha llegado el día en el que han desembocado al mar,

para ahogar nuestra historia, y que otra mejor pueda empezar,

para que la marea se lleve los malos recuerdos, a ti de la mano con ellos,

y de ese modo que el verano le gane pronto al invierno.

Ana Gallego Sánchez

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